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Recientemente, tras los terribles incendios que afectaron a Galicia, Asturias y Portugal, en Octubre del 2017, la psicóloga forense Ana Isabel Gutiérrez Salegui participo como experta en el programa Sin Filtros explicando los distintos perfiles psicológicos que suelen encontrarse detrás de estas catástrofes “no naturales”.

Para ver el vídeo completo pulsa aquí

Recientemente el programa “Repor” de TVE ha centrado su atención en el tema de las estafas en prestamos de capital privado, sobre el que Ana Isabel Gutierrez Salegui, ha realizado un exhaustivo estudio de analisis del “modus operandi” publicado en el blog jurídico Hay Derecho?.

En él explica como  engañar a una persona puede ser producto de la suerte o de vulnerabilidades previas de la victima concreta. Cuando se trata de un numeroso grupo de afectados es habitual tener detrás un cuidadoso diseño del modus operandi, estudiado para disminuir la atención, la percepción y solventar las precauciones y dudas que, en cualquier persona, cuando está en juego su patrimonio y el de su familia, aparecen.
Si bien aparentemente en el análisis individual parece que puede haber diferencias entre casos, al realizar una apreciación conjunta de toda la casuística se observan con facilidad los patrones comunes. Para ser más concretos, la existencia de un grupo de víctimas, con diferentes perfiles socio-educativos, distintas profesiones y circunstancias, nos indica que, más allá de las diferencias individuales de esa casuística, adaptadas a las circunstancias anteriores, tenemos un estudiado método de distracción y malabarismo psicológico.
En la estafa el modus operandi se articula en torno a la psicología de la víctima, en cómo conseguir que una persona, en las circunstancias adecuadas, por predisposición (situación de necesidad económica) o  creadas artificialmente (ansiedad ante una espera forzada,) disminuya sus defensas (juicio crítico) y acceda a meterse inconscientemente en la trampa que se le ha urdido.

Una pequeña parte del trasfondo de esta forma de actuar se explica en el documental de REpor (RTVE)

Publicado en Vit301, Health & Bio Magazine, nº 3, mayo 2014

LIBROS
CONSUME Y CALLA
ALIMENTOS SALUDABLES Y FUNCIONALES A DEBATE

Todo el mundo quiere que nos cuidemos, todos los productos parece que nos ayudan a ello. Sin embargo, las principales causas de enfermedad y muerte en nuestra sociedad tienen que ver con lo que comemos y cómo lo hacemos: hipertensión, bulimia, diabetes, colesterol, anorexia y obesidad. 

Un libro sobre la manipulación publicitaria en alimentación y cosmética, así como las repercusiones sociológicas, legales, económicas y, lo más importante, sobre nuestros hábitos y nuestra salud. 


 La 2 Noticias, el informativo nocturno que presenta Mara Torres en TVE, dedicó el pasado 28 de abril de 2014 un reportaje a los contenidos del libro Consume y calla sobre alimentación, con entrevista a su autora Ana Isabel Gutiérrez Salegui
La 2 Noticias se define como el “informativo de cierre de La 2 que se acerca a la actualidad desde un prisma muy particular”. “Rompe la estructura de los clásicos telediarios y se hace eco de noticias sociales, culturales y de ciencia y ofrece entrevistas”. De esta forma, cada día ofrece “con un estilo fresco y rompedor” el “análisis de la actualidad de la jornada desde una óptica diferente”. 
En esta ocasión, su forma de abordar la temática del libro fue acercarse a un mercado tradicional de Madrid y hacer visible de forma didáctica que en los alimentos naturales se encuentran los elementos necesarios para una alimentación sana, sin recurrir a los costosos -y a menudo engañosos- “alimentos funcionales” con “suplementos nutricionales”.
Publicado en La Información, 12.04.14

LOS “ALIMENTOS FUNCIONALES” QUE NO FUNCIONAN
Luz Sela
  • La psicóloga Ana Isabel Gutiérrez Salegui desmonta los productos que “enriquecen a la industria y no mejoran nuestra salud”.
  • “Nos han hecho creer que el que no se cuida a día de hoy es como un toxicómano de los años setenta”, sostiene la autora. 

Somos lo que comemos. Cuántas veces hemos escuchado esta frase. Pero si hacemos un recorrido por las estanterías de un supermercado, lo que comemos tiene más que ver con el aire que con otra cosa.
 
Con bífidus, con Omega 3, sin colesterol ni grasas saturadas, sin gluten, libre de lactosa, ayuda a reforzar nuestras defensas… Son las etiquetas con las que nos bombardean día a día. Parece que los productos normales han dejado de serlo y que para resultar atractivos tengan que presumir también de supuestas bondades que, en realidad, no tienen, pero con las que “engañan” al consumidor para incentivar su compra.
 
Ana Isabel Gutiérrez Salegui, psicóloga experta en trastornos de la conducta alimentaria, se encarga ahora de desmontarlos en un libro cuyo título advierte ya de lo que vendrá después, Consume y calla (Editorial Foca), en el que desenmascara a una industria a la que responsabiliza de “las enfermedades de la sociedad occidental”. Diabetes, hipertensión, bulimia, anorexia… Lo hace a través un trabajo pormenorizado en el que nos descubre los trucos y estrategias a los que recurre la industria alimentaria para crearnos la necesidad de consumir determinado tipo de productos.
 
Gutiérrez empieza a disparar. Le toca al Omega 3, tan pregonado en leches, yogures, embutidos e incluso huevos. “La cantidad que contienen estos productos es mínima en comparación, por ejemplo, con el que tiene una sardina, y el efecto en la salud también lo es. Tendríamos que tomar seis litros de leche para notar resultados. Pero, en realidad, se acaba perjudicando la salud, porque la gente deja de tomar cosas que sí son saludables y equilibradas, por ejemplo esa sardina”.
 
En este caso, los perjuicios para la salud vienen por defecto. Pero en otros, el consumo de ciertos productos sí se ha demostrado perjudicial por sí mismo. “Un simple diurético o laxante te puede acabar matando de una parada cardiaca si pierdes demasiado potasio”. Ambos productos se anuncian con tranquilidad.
 
En el acto de consumir entra en juego todo un aparato de la persuasión, más complejo de lo que pensamos. Y dentro de él, esta experta no se corta al hablar de responsabilidades. “Aquí tenemos una especie de círculo perverso, maquiavélico. Empieza en los medios, que nos presionan de forma brutal para que estemos delgados, jóvenes y sanos. El que no se cuida a día de hoy es casi el equivalente a un toxicómano de los años setenta”, lamenta Gutiérrez,
 
“Tenemos obsesión por estar jóvenes, guapos y sanos. Ese es el pack. Y esos mismos medios, nos publicitan además unos productos que nos prometen estar así. Nosotros, que tenemos el cerebro lavado, nos lo creemos, porque confiamos en que exista una regulación para que no haya mentiras, y nos fiamos también de las empresas y los establecimientos que nos lo venden. Si nos lo venden en farmacias, dices, esto tiene que ser bueno. No es que sea malo, pero bueno tampoco”.
 
De controlarlo se encargan ciertos organismos, como la Agencia Española del Medicamento o la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Esta agencia empezó en 2007 a realizar comprobaciones de los productos, ante el auge de estos alimentos funcionales y la preocupación de los consumidores por su efectividad. Algunas marcas se someten incluso voluntariamente a ellos, aunque el veredicto no resulte a veces de su agrado. Sólo en 2010, emitió un resultado negativo sobre más de 800 supuestas propiedades saludables de estos alimentos. En algunos casos, por no estar científicamente demostradas. En otros, por no ser suficientes para publicitarlas. Ocurrió, por ejemplo, con productos que decían ayudar a regular la tensión a través de los péptidos de la leche.
 
Uno de los casos más conocidos fue el que obligó a Danone a retirar su publicidad sobre los beneficios del Actimel en las defensas, por considerar que inducía al engaño. La empresa aportó varios estudios científicos para avalar el producto, pero finalmente acabó modificando su publicidad. Si bien dejando claro que no dudaba de su eficacia.
 
MENSAJES TRAMPA
 
Para esquivar posibles sanciones, los cerebros del márketing de estas empresas han elaborado toda una serie de “mensajes trampa”, capaces de situarse en la legalidad, consiguiendo en los consumidores el efecto deseado. “En la publicidad nos dicen… Cuida tu corazón. Pero en realidad nos están diciendo que lo cuides tú, no que lo cuide el producto. De esta forma, el mensaje que emiten puede ser perfectamente legal, pero el que la gente comprende es totalmente distinto”, dice Gutiérrez, apuntando a un caso fácilmente reconocible. “Todos conocemos un anuncio de un embutido que lleva un corazón dibujado. Esto es legal, no nos está diciendo nada, pero la gente lo interpreta como que es bueno para el corazón”.
 
La picaresca reside incluso en el tamaño de las letras. Así, la parte del envoltorio o de la publicidad donde se nos dice que el producto no tiene ciertas propiedades está escrita en caracteres diminutos y en un color que no contrasta con el fondo. La ley lo permite, claro, pero se trata de algo de dudosa moralidad de cara al cliente.
 
“Hay anuncios que permite la ley, otros que cumplen la normativa pero inducen al engaño y luego hay muchos otros que directamente vulneran la normativa existente en materia de publicidad alimentaria”, sostiene la autora.
 
Así, por ejemplo, la normativa prohibe que en la publicidad de alimentos salgan médicos, “o gente que parezca médicos, aunque sean actores”… pero todos conocemos casos en los que sí aparecen. También están prohibidos aquellos que publiciten “seguridad de alivio o curación cierta”, sobre todo en temas de obesidad e insomnio. En muchos casos, esto se vulnera. “Son alimentos, no medicamentos, y por tanto no se puede decir que son terapeuticos para una enfermedad”. De hecho, ¿Cuántos llevan el aval del Colegio de Médicos? “Ninguno”, sentencia.
 
En otros casos, los productos son estafas en toda regla. “Son productos que anuncian: pierda 19 kilos en 10 días. Las fotos de antes y después y los testimonios de supuestos pacientes también están prohibidos”. Y basta abrir una revista para encontrarse con dos o más comerciales que ensalzan las virtudes de un producto para bajar de peso o mantener las arrugas a raya, amparándose en los testimonios de varios “supuestos” clientes.
 
VULNERAR LA LEY SALE MÁS BARATO QUE NO HACERLO
 
Aunque la normativa actúe, da la sensación, en cambio, de que vulnerarla sale a estas empresas más barato que no hacerlo, porque los ingresos obtenidos con estos productos superan ampliamente las cuantías de las multas. “Se suele decir que mientras la multa se abarata, a la industria le interesa arriesgarse”. Porque por el simple hecho de que un alimento ponga dos palabras, “sin gluten”, ya se da vía libre a cobrar más, aunque resulte un engaño. “Es como decir pera sin gluten y te lo cobramos más. La gente no sabe que las peras no tienen gluten, y se las coge por si acaso”.
 
Los mecanismos no resultan a veces suficientes para controlar todos los productos del mercado, y falta conciencia de consumo responsable. “El problema es que mientras en otros países, como EEUU, se denuncia de oficio y hay un seguimiento, aquí no pasa nada. Allí la gente ve algo y por sistema denuncia. Pero aquí tiene que ser algo bestial para que llame la atención”.
 
Así, recuerda, por ejemplo, el anuncio de una conocida marca de pasta donde se trasladaba que mientras las ensaladas se ponían mustias, los macarrones con verdura no. La Asociación de Usuarios de la Comunicación elevó una queja a la Asociación para la Autorregulación de la Comunicación Publicitaria por entender que se transmitía a los consumidores un mensaje que menoscababa “el crédito en el mercado de dicho tipo de ensaladas”. Casos como este son excepcionales.
 
¿Cómo evitar entonces que nos engañen? “Con más información y educación, y un control más estricto por parte de las instituciones. Una cosa es que te timen a nivel económico, pero esto puede tener consecuencias para la salud”, advierte, en referencia, por ejemplo, al auge experimentado en los últimos años en trastornos de anorexia y bulimia. “Lo raro hoy en día es tener gente normal. Tenemos obsesos, gente con trastornos de imagen. Estamos en una sociedad en la que comemos con culpabilidad. Y en este marco tenemos que tener mucho cuidado con este tipo de publicidad”. Se considera que en España existen más de 300.000 pacientes con este tipo de trastornos de la alimentación, una cifra que en los últimos años se ha multiplicado por diez.
 
En esta sociedad obsesionada que dibuja la autora, amenazan cada cierto tiempo determinadas fobias. “Durante un tiempo, las proteínas estuvieron demonizadas porque se pensaba que provocaban agresividad y todo tipo de enfermedades. Después, con la Dieta Dukan, le tocó el turno a los hidratos de carbono. Y ahora estamos con el gluten o la lactosa”.
 
EL PODER DEL LOBBY ALIMENTARIO
 
El poder de la industria alimentaria va más allá de dirigir nuestro brazo hasta un lugar determinado de la estantería. También está detrás de muchas de las regulaciones del sector. Basta un recorrido por las cifras para darse cuenta de su enorme influencia. Sólo las industrias agroalimentarias -30.000 en España- facturan anualmente 84.000 millones de euros. “El lobby presiona contra las regulaciones. Pasó, por ejemplo, con la ley de alcohol de la ministra de Sanidad, Elena Salgado. La industria del vino hizo tal presión que no se llevó a efecto. Y era una campaña bastante adecuada desde el punto de vista de la salud pública, no por el vino en sí, sino, por ejemplo, por el calimocho, responsable de muchos problemas de salud que tenemos en los jóvenes por el botellón ”.
 
Salgado negó presiones, pero el proyecto quedó enterrado después de que en las sucesivas reuniones no se lograse un acuerdo con el sector vinícola, muy crítico porque no se les diferenciase del resto de bebidas alcohólicas.
Telexornal Serán, de Televisión de Galicia, 11.04.14
 

LOS ALIMENTOS ANUNCIADOS COMO ENRIQUECIDOS NO SIEMPRE SON BUENOS

Para ingerir el equivalente al aceite Omega 3 que tiene una sardina, hay que beber, por lo menos, dos o tres litros de leche de la que anuncian como enriquecida con este complemento. Los alimentos que prometen cuidad y mejorar nuestra salud, no están todos testados. Y no siempre son beneficiosos. Los nutricionistas recomiendan no abusar de estos compuestos y volver a los productos tradicionales que, en la mayoría de los casos, tienen más beneficio, incluso ingiriendo dosis menores.
 
“Es precisa más información, más formación y mayor control de las autoridades sanitarias de todos estos alimentos que apelan a la salud, porque te crees que estás ayudando y dejas de hacer lo que realmente ayuda, que es comer con normalidad los mismos productos que comíamos antes”.
 
El aceite que dice ser cien por cien vegetal, no implica que sea saludable. El exceso de implmentos en algunos productos incluso perjudican la salud. Es muy importante saber si, médicamente, precisamos estos suplementos y, sobre todo, en qué cantidad. 
Telexornal Mediodía, de Televisión de Galicia, 11.04.14

ALIMENTOS CON BÍFIDUS Y OMEGA: NI SON TODOS BUENOS NI ESTÁN TODOS TESTADOS
En un paseo rutinario por el supermercado, los mensajes de productos que prometen cuidar y mejorar nuestra salud nos asaltan de forma constante. En la sección de refrigerados resulta casi imposible encontrar un yogur no enriquecido. Pero, ojo, la mayoría de esa publicidad es sólo eso, un reclamo, sin fundamento científico. Los embutidos, vemos que los hay, por ejemplo, con aceite de pez, o letre, que parece que todo está complementado con Omega 3. No hay constancia científica de que esos suplementos sean buenos ni eficaces para el consumidor medio.
“Si yo sufro una enfermedad cardiovascular o estoy embarazada y quiero tomar Omega 3, es que, para el equivalente de una sardina -una lata de sardinas, pues coger una-, tengo que tomar entre dos y seis litros de leche, según la comparativa de distintos estudios. Hombre, pues no creo que nadie tome dos, tres, cuatro litros de leche en un día, pero si veo viable que en una semana, dos días comas pescado”.
El que se anunciae como aceite cien por cien  vegetal no implica que sea saludable. Cero por ciento de grasas en un alimento puede significadr que tiene, en cambio, un noventa por ciento de azúcares añadidos. A la hora de cuidar la salud a través del estómago, los especialistas en nutrición recuerdan que los verdaderos beneficios están en los productos originales y que, en la mayoría de los casos, una dosis menor del producto básico es mucho más eficaz que varias raciones de los nuevos elementos, llamados enriquecidos.
Publicado en El Correo y otras cabeceras diarias del grupo Vocento (Qué, El Comercio de Gijón, El Diario Montañés de Cantabria, Diario VascoHoy de Extremadura, Ideal de Granada, El Norte de Castilla de Valladolid, Las Provincias de la Comunidad Valenciana, La RiojaSur de Málaga, La Verdad de Murcia y La Voz de Cádiz) 03.06.13. Reproducido también en la revista Bizi Izaten Ikasiz, septiembre 2013.

MACHISTA Y MALA, LA NUEVA PARADOJA DE LA ADOLESCENTE 

Ángel Peralbo, psicólogo y autor de “De niñas a malotas”, afirma que la solución pasa por valorar sus capacidades y potenciar su felicidad y su valía como personas.

Madrid. Alejandra Rodríguez. 

Psicólogos, fiscales, educadores y, sobre todo, padres asisten en los últimos años, entre horrorizados y atónitos, a una paradoja cuyas protagonistas no son otras que las adolescentes españolas.

Por una parte, parecen haber emprendido una carrera frenética para igualarse a los varones, pero no precisamente en los aspectos positivos tradicionalmente asociados al sexo masculino.

Por otra, hacen gala de un machismo recalcitrante teóricamente impropio de mujeres jóvenes que han crecido y han sido educadas en una sociedad más progresista e igualitaria. Y todo ello a una edad cada vez más precoz, que no va a acompañada de ninguna madurez emocional.

De esta manera, la incidencia de conductas agresivas ha aumentado en más de un 30% en los últimos cinco años entre las chicas de 13 y 14 años y, según avisan varios juzgados de menores, se trata de episodios cada vez más graves y continuados.

Asimismo, también están alcanzando, e incluso rebasando, a los chicos en lo referente al abuso de sustancias como el tabaco y el alcohol.

Concretamente, ellas ya fuman más que los varones y aunque éstos beben de forma más habitual, son las menores las que se emborrachan con mayor frecuencia. Emborracharse casi por sistema cada vez que salen de marcha suele llevar aparejada una conducta sexual irreflexiva, promiscua y “objetal”, término que los especialistas emplean para denominar el sexo “de usar y tirar”, relaciones en las que no hay sentimientos no ya de amor, sino siquiera de un mínimo aprecio.

EL DIÁLOGO, RIDICULIZADO

“Se trata de ser la más dura, la más macarra, la más malhablada, la que se enrolla con más tíos, la que impone sus gustos y normas por narices y la que dirime las diferencias a base de fuerza bruta”, resume Ana Isabel Gutiérrez Salegui, psicóloga especialista en adolescentes.

“Las chicas que presentan un perfil más conciliador, dialogante y, en definitiva, poco conflictivo, pasan a ser la ñoñas a las que se ridiculiza”, prosigue la experta.

Otros profesionales del sector refrendan estas cifras. Carine Sánchez, trabajadora social en Málaga, con una amplia experiencia en proyectos con menores, confirma no solamente el incremento de la agresividad y de la violencia femenina sino también el del machismo. “Trabajamos con chicas que no salen un fin de semana porque él ha trazado planes con sus amigos y se enfada si ella hace lo propio; que tienen que revisar su atuendo antes de salir de casa, que viven controladas por llamadas constantes de sus parejas… y que tienen interiorizadas ideas caducas como que son ellas las que han de asumir las tareas domésticas o que los celos responden al amor verdadero”, explica.

Por su parte, Ángel Peralbo, psicólogo en el gabinete Álava Reyes y autor del libro “De niñas a malotas”, corrobora que “no avanzamos en una línea y retrocedemos en la otra”, lo que hace que a partir de los 13 años las chicas sean mucho más proclives a sufrir trastornos psicológicos que los varones, según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que además dichos problemas sean más severos e incapacitantes que los que afectan al género masculino.

MÁS ESTADOS DEPRESIVOS

“Hasta esa edad las cosas están bastante igualadas, pero a partir de la preadolescencia las cosas se complican. Los problemas masculinos suelen estar asociados al comportamiento; los de ellas eran fundamentalmente de tipo anímico y relacionados con su sensibilidad, como la ansiedad o los estados depresivos. Ahora lidiamos con una situación desconcertante por esa mezcla de chicas que tienen un comportamiento malote combinado con una conducta de sometimiento, sumisión e infravaloración de su papel dentro de la pareja”, explica el experto.

En cualquier caso, los especialistas consultados por “SaludRevista.es” coinciden en que, afortunadamente, nunca es tarde para enmendar la situación y que las terapias con adolescentes dan frutos, a veces dulces.

¿Cuáles son las claves para que nuestras niñas transiten por el difícil periodo de la adolescencia sin caer en esta paradoja? Peralbo lo tiene claro, al menos en lo referente a dos áreas: la autoestima y la inteligencia emocional.

“Tenemos que valorar sus capacidades y potenciar su felicidad y su valía como personas, no sólo sus logros. Hemos descuidado la inteligencia emocional en favor de la formación curricular y no hemos favorecido su responsabilidad, su independencia, su juicio crítico o su tolerancia a la frustración. Concedemos mucha importancia al resultado, pero no al método y los valores que hay que cultivar para lograrlo”.

Si a esto le sumamos una comunicación más fluida y el refuerzo positivo (no incidir constantemente en lo que hacen mal y dar relevancia a lo que sí llevan a cabo bien) estaremos en el buen camino.

SEÑALES Y CLAVES A TENER EN CUENTA

Alertas: cambios bruscos de comportamiento, lenguaje soez, faltas de respeto, violencia contra las cosas, empujones… Con respecto a las parejas tóxicas, atención a variaciones en el modo de vestir en función de los mandatos de él, control excesivo a través del teléfono y de las redes sociales, renuncia a salir si no es con él, discusiones frecuentes por teléfono en las que se repiten gritos, lloros, rotura de objetos por rabia e impotencia.

Comunicación: tendemos a las grandes charlas cuando nos enfadamos. El adolescente responde mejor a mensajes cortos y sin conflicto. Buscar los momentos y estar ahí cuando quieran hablar, procurando ser más objetivos y menos emocionales. 

Límites:desde pequeños han de aprender que no todo vale, que habrá ocasiones en que no logren lo que quieren y que no pueden obtenerlo a la fuerza. Sus actos negativos tienen consecuencias en forma de castigos proporcionados, pero firmes y que se cumplen. 

Juicio crítico: darles herramientas para pensar por sí mismos. Fomentar su reflexión facilita su capacidad de decisión. 

Responsabilidad: dársela progresivamente de acuerdo a su edad les gratificará y les harán sentirse muy valorados.

Fuera tabúes: buscar ayuda profesional no implica cuestionar la capacidad de los padres para educar. Normalmente la adolescente no querrá ir. No importa, la terapia lleva tiempo y es para todos. Se puede empezar con los padres hasta que los hijos se incorporen. 

(Fotografía: John MacDougall)

Reportaje publicado en la revista Seguridad Vial, de la
Dirección General de Tráfico, nº 216, octubre 2012
 
Según un estudio, algunos varones jóvenes tienen comportamientos más arriesgados que las mujeres por mejorar su estatus social
 
CONDUCIR, ¿CUESTIÓN DE SEXO?
 
Las mujeres son  más prudentes que los hombres, de hecho mueren 5 veces menor que los hombres en acciodentes de tráfico. Ellos, en cambio, conducen más tiempo y recorren más kilómetros en vehículos más potentes y variados; es decir, se arriesgan más. ¿Somos mejores, peores o simplemente diferentes?
 
Anabel Gutiérrez
 
Los partidarios de la conducción femenina afirman que si mueren menos mujeres es porque éstas conducen mejor, mientras que los que apoyan la conducción masculina aseguran que si se tuviera en cuenta el mismo número de kilómetros y de permisos las cifras se igualarían.
 
Luis Gómez, catedrático de Psicología Social de la Universidad de Málaga, en un informe publicado por la Fundación Mapfre, explica que los hombres mueren más que las mujeres porque su exposición al riesgo es mayor, conduc en más y tienen una predisposición a adoptar comportamientos temerarios. Esta inverstigación, que estudia las causas externas e internas de la mortalidad entre hombres y mujeres en los últimos 30 años, muestra una evidente asimetría sexual precisamente en las causas externas de mortalidad (suicidios, caídas, ahogamientos… y, por supuesto, accidentes de tráfico), producto directo de la conducta de las personas, y que se manifiesta de forma más rotunda entre los 20-40 años.
 
NOS DIFERENCIA. Según el estudio, los varones de menos de 40 años, mueren cinco veces más que las mujeres en siniestros de este tipo. Y no sólo por el hecho de exponerse más a través de la conducción de vehículos; también la conducta de los varones jóvenes como peatones es más peligrosa (hasta cuatro veces más). Comparando los datos de mortalidad en función del número de permisos de conducir entre los 20-40 años, la diferencia se reduce un poco, pero los resultados no varían: los hombres mueren en mayor proporción. Las razones, según Luis Gómez, son que entre los jóvenes aún no se produce rechazo social a la conducción temeraria; de hecho ocurre justo lo contrario, ‘los más arriesgados gozan de mayor estatus’.
 
Julio Laria, director del Instituto de Seguridad Vial de la Fundación Mapfre, hace referencia a un reciente estudio sobre jóvenes para explicar esta diferencia: ‘Los varones conducen coches un 4,7 % más potentes, los trayectos que realizan son más largos y más numerosos (6 trayectos diarios en coche frente a 1,5 de las mujeres) y, por último, el número medio de siniestros que sufren los conductores jóvenes son un 12 % más que ellas’.
 
NOS IGUALA. Sin embargo, se está produciendo una igualdad de roles en estilos de conducción y en accidentalidad entre las nuevas generaciones de conductoras. Investigadores de la Universidad de Granada sostienen que se han detectado cambios en el comportamiento de las jóvenes: ‘Obtienen en mayor número el permiso de conducir y realizan más desplazamientos que los que hacían en décadas pasadas’, lo que ha aumentado los índices de siniestralidad ‘porque las mujeres conducen de manera más arriesgada’.
 
Más allá de todas estas diferencias no hay que olvidar que la principal causa de muerte externa en cualquier edad y para ambos sexos son los accidentes de tráfico.
 
JOVEN Y VARÓN, FACTOR DE RIESGO
 
– Entre los 20 y 40 años los hombres mueren casi 5 veces más que las mujeres en accidentes de coche; teniendo en cuenta el número de permisos de conducir, ellos mueren 4 veces más.
 
– El número de varones fallecidos en accidentes de moto es 20 veces superior al de las féminas.
 
– También peatones varones y especialmente jóvenes mueren en una proporción 4 veces superior al de ellas 
 
– La principal causa de muerte en los varones entre los 11 y los 40 años es el accidente de tráfico (hasta los 30 en las mujeres).
 
ARANCHA PATO (Directora de Motorife Magazine y autoconsultorio.com): ‘ELLOS SE SOBREVALORAN’
 
Las mujeres somos más prudentes, acatamos más las normas y tenemos una mayor percepción del riesgo, aunque no por ello seamos lentas, distraídas e inseguras, como muchas veces se nos ha definido. A pesar de lo que piensan muchas personas, nosotras también sabemos ‘sentir’ el coche que llevamos y disfrutar de él. Quizá las mujeres no conduzcamos mejor, pero sí lo hacemos de manera diferente: ellos arriesgan más y, en muchos casos, sobrevaloran sus verdaderas aptitudes al volante.
 
ANA ISABEL GUTIÉRREZ SALEGUI (Psicóloga clínica y social): ‘LO HACEN IGUAL DE MAL O DE BIEN’
 
Ahora que el número de conductores por sexos se va igualando, nos encontramos que las generaciones que se incorporan a la conducción lo hacen igual de mal, o de bien, con pocas diferencias. Las mujerse suelen ser más prudentes (algo que se agudiza después de ser madres), pero, por ejemplo, la aparición del factor alcohol, que anteriormente era inexistente en accidentes provocados por mujeres, actualmente se va igualando. La igualdad de sexos en roles en algunos aspectos ha supuesto una ‘masculinización’ de la mujer; entre los jóvenes, ‘lo que mola’ es ser atrevido, saltarse las normas, ser rápido, audaz y ágil de reflejos; la forma de conducir, en ocasiones, es una forma de decir a los demás ‘aquí estoy yo y mirad cómo soy’. Esto ha dejado de ser una cuestión de sexos para ser una cuestión de Educación Vial y de conciencia de que la conducción temeraria o bajo los efectos del alcohol y las drogas, lejos de ser ‘guay’ es un riesgo para tu vida y la de los demás. En este aspecto ya Séneca lo dejaba muy claro: ‘Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres’.
 
JAIME GONZÁLEZ MOLINA (Instructor de conducción y director de autoescuela): ‘ELLAS TIENEN MENOS INTERÉS’
 
A los hombres les gusta más todo lo relacionado con la conducción. Puede que también exista un factor fisiológico, que les ayude a ser más hábiles en el manejo de un vehículo, aunque, en muchos casos, esta sobreestima de uno mismo les hace a los hombres llegar a arriesgar más, por lo que se ven envueltos en un mayor número de accidentes. Las mujeres suelen ver más el automóvil como una herramienta que les permite conseguir un fin y, mientras ésta funcione, lo demás pasa a un segundo plano, como, por ejemplo, el mantenimiento del vehículo. Esa pequeña falta de interés les hace no llegar a ser tan hábiles con el mismo, lo que no quiere decir en ningún caso que sean más torpes o menos diestras, sino que realmente lo que se debería evaluar es que buscan otro objetivo.”
 
Reportaje publicado en ElMundo.es, 08.04.12

 

Moda | Cánones femeninos

BELLEZAS DE AYER, HOY ¿Y SIEMPRE?

  • El bisturí y el Photoshop contribuyen a crear un modelo que no existe
  • El peso de las ‘bellas’ ha bajado hasta cuatro puntos en tres décadas
  • Los expertos denuncian riesgos para la salud física y mental
  • Las mujeres bellas clásicas eran reales y seguían siendo guapas
  • Ahora el atractivo se asocia a una actitud sexualmente agresiva

Alejandra Rodríguez. Madrid.

Ser guapa ya no es lo que era, y para demostrarlo no hay que irse a la prehistoria, ni a las bellezas helénicas ni mirar a las gracias de Rubens. Producto de la evolución de la especie se van produciendo una serie de cambios en la morfología de los individuos derivados de las modificaciones en los hábitos de vida, en la alimentación, en la actividad física… que hacen que nuestro cuerpo vaya siendo diferente a través de los siglos.

Sin embargo, basta con echar un vistazo a las fotografías de las mujeres consideradas bellas de hace sólo unas décadas y compararlas con las imágenes de las diosas de la belleza actuales para darnos cuenta de que la transformación ha sido especialmente profunda en los últimos cincuenta años.

Naturalmente, las modas y las tendencias vienen, van, desaparecen, se transforman, vuelven otra vez… y eso en sí no es malo. En todas las épocas el ser humano ha empleado adornos en forma de ropa, complementos, maquillajes, peinados… para verse mejor y que le vean mejor.

CUÁNDO EMPEZAR A PREOCUPARSE

Según los especialistas, este asunto empieza a adquirir tintes menos frívolos cuando la consecución de los ideales de belleza que rigen en cada momento se convierten en una esclavitud y no se vive nada más que por y para ellos.

Este fenómeno cada vez es más notable porque nuestra cultura sobrevalora la belleza externa y la juventud por encima de otras cualidades más perdurables. Por si esto fuera poco, los patrones de belleza vigentes (por no hablar de a lo que tendemos) cada vez son más difíciles de alcanzar, ya que por obra y gracia del bisturí, del photoshop o de ambas cosas a la vez se nos presenta como ideal un tipo de mujer que no existe.

Lo nocivo de todo esto no es la frustración (que ya es bastante grave) que se puede generar en un colectivo de mujeres adultas que ven que no pueden sacar adelante todas las obligaciones cotidianas encaramadas a unos tacones de vértigo, con un escote hasta el ombligo, una talla 36 de minifalda, una 110 de sujetador, unos pechos que desafían la ley de la gravedad, ni un solo gramo de celulitis y unos abdominales de luchador a pesar de haber tenido dos partos.

Normalmente, las mujeres equilibradas acaban superando este ‘síndrome de Superwoman’, aunque no faltan los casos esperpénticos de señoras que quieren aparentar ser unas veinteañeras cuando ya hace tiempo que soplaron más de 60 velas en sus tartas de cumpleaños.

“Es sorprendente la cantidad de casos de anorexia que estamos viendo en la menopausia. Hay señoras que quieren contrarrestar la acumulación de grasa que se da en esta época de ‘transición hormonal’ y acaban sufriendo un Trastorno de la Conducta Alimentaria; eso por no hablar de las aberraciones que se hacen en los quirófanos”, explica Ana Isabel Gutiérrez Salegui, psicóloga experta en este tipo de problemas.

Además, “no atienden a razones; si les dices que lo que pretenden hacerse no va con su cara o les propones algo menos ‘agresivo’ se dan la media vuelta y buscan a alguien que tenga menos escrúpulos”, relata un cirujano plástico que prefiere no dar su nombre porque atiende a bastantes pacientes a los que tiene que arreglar desaguisados de otros colegas.

Con todo, lo verdaderamente triste es que miles de niñas están recibiendo un mensaje equivocado que las convertirá en esclavas apenas comience a despuntar su pubertad, porque la trasformación no es sólo estética. Concierne también a la actitud.

LOS CAMBIOS ESTÉTICOS

Las mujeres que hace treinta, cuarenta o cincuenta años eran consideradas ideales de belleza se dedicaban casi siempre al cine. Eran fundamentalmente actrices, aunque podían hacer alguna incursión en el mundo de la publicidad. Lógicamente se cuidaban al máximo (tratamientos estéticos, manicuras, depilación, maquillaje, vestuario…) porque trabajaban con su imagen, pero eran mujeres de verdad.

Es cierto que las fajas apretaban excesivamente su cintura para hacerla parecer de avispa, pero existía proporción entre el pecho y las caderas. El volumen del escote podía incrementarse gracias a la lencería, pero se veían canalillos naturales, muslos proporcionados con el resto de la pierna, caderas, piel de naranja, algún michelín… y seguían siendo guapas.

Casi todos eran, en definitiva, artificios y adornos ‘de quita y pon’ y mejoras que se lograban con maquillaje, efectos de luces y sombras, vestuario… y otros ‘trucos’ de fotógrafo profesional. De hecho, la mayoría de las estrellas del momento eran retratadas regularmente en poses cotidianas sin tanta lentejuela y seguían siendo fácilmente reconocibles.

Por otro lado, no había un sólo arquetipo. Es decir, una gran diversidad de mujeres podían considerarse atractivas aunque su aspecto físico fuera muy diferente. Marylin Monroe no tiene nada que ver con Audrey Hepburn y ambas eran iconos de belleza con un estilo propio y diverso.

Ahora, las que se salen del canon raquítico y lucen curvas sin complejos (Jennifer Lopez, Sofía Vergara, Salma Hayek, Christina Hendicks…) tienen que pasarse la vida justificando el volumen de sus traseros, hablando de las dietas que hacen para estar espectaculares, de las fajas que se ponen o de que la vida es genial a pesar de ser ‘rellenitas’, cuando en realidad son mujeres perfectamente normales en cuanto al peso.

Habitualmente, los rasgos de la cara eran armónicos e iban en consonancia con el resto del cuerpo. Por ejemplo, una mujer de labios carnosos normalmente tenía el resto de rasgos grandes (Sofía Loren) y las de siluetas más afiladas lucían menos pecho (Katharine Hepburn).

“Ahora las chicas tienden a buscar lo mismo aunque no les favorezca y además, desean rasgos que a veces son impropios de las mujeres; como por ejemplo un cuerpo muy musculado y con abdominales muy marcados”, afirma Esteban de Pablos, psicólogo infanto-juvenil con consulta en Madrid, refiriéndose al hecho de que “en su época”, como dice él, que tiene alrededor de 50 años, las mujeres podían ser más delgadas o más rellenitas, pero ninguna era fibrosa, estaban más ‘mullidas’.

“No termina de entrarnos en la cabeza que una mujer acumula grasa en el vientre y las caderas por una cuestión hormonal que es la que determina la fertilidad y la capacidad para concebir y gestar un hijo; eliminar esa grasa a base de cirugía y gimnasio es extenuante y de forma muy frecuente acaba en un trastorno obsesivo con respecto a la comida, al ejercicio, a los retoques… poco recomendables”, aclara el especialista.

CAMBIO DE ACTITUD

“Paradójicamente, al tiempo que se ha ido produciendo eso que llaman liberación de la mujer, ésta ha ido convirtiéndose en una esclava mayor de su físico, que transforma incluso aunque para ello tenga que poner en riesgo su salud”, explica Ana Gutiérrez Salegui, especializada también en atención al adolescente.

Salegui es una de las profesionales que lleva años avisando acerca de la sexualización precoz de la infancia, un fenómeno estrechamente ligado a los cánones de belleza actuales y a la actitud frente al sexo contrario.

“Hace alrededor de seis años comenzamos a observar que las niñas que padecían anorexia venían a la consulta diciendo que querían pasar por quirófano para tener unos pechos grandes; querían ser esqueletos con grandes tetas, en pocas palabras”, apunta la experta.

Éste es sólo un ejemplo de la irrealidad a la que se aspira porque aunque de manera natural puede darse algún caso raro de chica delgadísima con pechos grandes, lo habitual es lo contrario, precisamente porque la mama está compuesta de grasa en un 80%.

“Luego observas que hay chicas que no conciben que les salga una arruguita en la tripa al sentarse, que entienden que una piel perfecta carece de poros y que los bikinis no se ciñen al cuerpo, sino que se posan sobre él”, relata De Pablos, algo en lo que coincide Salegui.

Y todo eso es culpa de los medios de comunicación y del uso abusivo que hacen del Photoshop, programa que ha cometido no pocas tropelías.

De todo esto lo que más nos tiene que preocupar es que estamos transmitiendo a nuestros hijos (y sobre todo a nuestras hijas) la idea de que una mujer puede dedicarse a lo que sea, pero no será nunca suficientemente válida si no es ‘sexy’ y no adopta una actitud provocativa, que es la que se fomenta en la mayoría de los posados fotográficos, vídeos musicales, letras de canciones… de las figuras femeninas que triunfan hoy en día.

Es paradójico que chicas que son buenas actrices, cantantes o bailarinas, que destacan en el mundo de los negocios y que son suficientemente inteligentes para desarrollar una carrera profesional exitosa, implicarse en causas solidarias, alcanzar logros fabulosos… al final tengan que medirse en fotografías sensuales en actitud ‘masculinizada’ (vestidas de policía, de militar, empuñando armas…), pero con un escote inflado y apenas cubierto, como ‘prueba de fuego’ para brillar de verdad.

Este clima en el que están creciendo los niños y niñas eleva muchísimo el riesgo de padecer trastornos de la conducta alimentaria, causa alteraciones de la percepción de su propio cuerpo y deja la autoestima por los suelos porque todo les lleva a adoptar una actitud sexualmente agresiva que en realidad no se corresponde con la madurez intelectual que tienen.

“Emocionalmente es un desastre porque confunden liberación con promiscuidad y descuidan la parte afectiva. No maduran sexualmente de forma adecuada porque hasta para desvincular la parte sentimental de la sexual hay que tener la cabeza bien amueblada”, resume Salegui.

QUÉ HACER

La solución a este conflicto creciente pasa, como casi siempre por la educación y la labor que los padres hacen con sus pequeños. De esta manera, hay que interesarse por sus inquietudes y procurar no poner demasiado énfasis en aspectos puramente físicos (decirle constantemente que de tal o cual manera va a estar más guapa o que los chicos no la van a querer si no está radiante).

Hay que centrarse más en aspectos de la personalidad y fomentar sus progresos en facetas intelectuales, solidarias, artísticas… y fomentar el talento por encima del aspecto externo.

Afortunadamente, ya hay loables iniciativas que procuran mostrar las virtudes y el atractivo de mujeres reales, sin retoques y sin misiones estéticas imposibles.

Es recomendable estar pendiente de hablar de estos temas y recordar que la mayoría de lo que vemos en la televisión y en los anuncios de las revistas no es real; de hecho, son muchas las voces que reclaman que se avise de los retoques fotográficos para no confundir a los más jóvenes. Finalmente, haga examen de conciencia y repase sus propias actitudes con respecto a estos temas. A todos nos gusta estar bien y que nos vean estupendos, pero no podemos hacer que nuestra vida gire en torno a eso únicamente.

“Los niños hacen lo que hacemos, no lo que decimos”, resume Salegui. Y es que ¿cómo decirle a una niña que no debe obsesionarse por ser delgada, ‘sexy’ y guapa cuando su propia madre se pasa la vida a dieta, observando cada pliegue de su cuerpo delante del espejo y no se permite salir a la calle con la cara lavada y una coleta?

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