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‘víctimas de delitos’ Category

Foto y artículo: Atlántico Vigo

Vigo desvela los problemas en investigación de desaparecidos

Veinte años después de la desaparición de la santiaguesa María José Arcos, su hermana Rosa recordó ayer en la ciudad su lucha: “Tengo una hermana muerta, pero no tengo justicia”.

La ausencia de cadáver sigue siendo una de las mayores dificultades a la hora de demostrar un crimen y la autoría del mismo. Esta fue una de las principales premisas abordadas durante este fin de semana en una nueva jornada del Primer Curso de Investigación de Desaparecidos que se celebra en Vigo, organizado por el Instituto de Probática e Investigación Criminal (IPIC) y en la que diferentes profesionales desvelaron los “graves” problemas existentes a la hora de abordar las desapariciones.
Los expertos analizaron el caso de María José Arcos, la vecina de Santiago de Compostela que el 15 de agosto de 1996 salió de su casa a mediodía y jamás regresó. Su hermana, Rosa Arcos, presente ayer en  el curso, recordó lo que calificó de “lucha terrible” durante veinte años: “No tengo justicia y tengo una hermana muerta”.

Desde el principio, la familia de la víctima no se creyó que fuera una desaparición voluntaria. María José Arcos había quedado aquel día con su ex pareja al que, según aseguró su hermana, le había prestado un millón de pesetas para la compra de un barco. Al enterarse de que había otra persona, tenía pensado aclarar la situación y que le devolviera el dinero, explicó. Pero no regresó. Su coche fue hallado unos días después junto al Faro de Corrubedo. Dentro estaba el bolso de la víctima, bajo el asiento y en el vehículo no se encontró ni una sola huella, ni tan siquiera de ella.

La familia consiguió todo tipo de pruebas que llevó a la Policía y se entrevistó con jueces, fiscales, ministros y hasta el presidente del Gobierno. Hace cinco años, se retomaba la investigación y se detenía al exnovio, sobre quien siempre recayeron las sospechas, y se puso en libertad con la orden de continuar recabando pruebas

Como reseña el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid el pasado día 28 se celebró una Jornada de análisis sobre el triple crimen de Burgos, caso aún sin resolver.
En dicha Jornada participaron la Dra Sylvia Llado, médico forense, D. Jose Antonio Tuero, presidente de la Sección Penal del ICAM, D. Angel Galán  Ex-Comisario Jefe de la Brigada de Desaparecidos y Delitos Violentos y actual Director del Instituto de Probática e Investigación Criminal y Ana Isabel Gutiérrez Salegui, encargada de exponer el perfil del autor del brutal asesinato.

Recientemente el programa “Repor” de TVE ha centrado su atención en el tema de las estafas en prestamos de capital privado, sobre el que Ana Isabel Gutierrez Salegui, ha realizado un exhaustivo estudio de analisis del “modus operandi” publicado en el blog jurídico Hay Derecho?.

En él explica como  engañar a una persona puede ser producto de la suerte o de vulnerabilidades previas de la victima concreta. Cuando se trata de un numeroso grupo de afectados es habitual tener detrás un cuidadoso diseño del modus operandi, estudiado para disminuir la atención, la percepción y solventar las precauciones y dudas que, en cualquier persona, cuando está en juego su patrimonio y el de su familia, aparecen.
Si bien aparentemente en el análisis individual parece que puede haber diferencias entre casos, al realizar una apreciación conjunta de toda la casuística se observan con facilidad los patrones comunes. Para ser más concretos, la existencia de un grupo de víctimas, con diferentes perfiles socio-educativos, distintas profesiones y circunstancias, nos indica que, más allá de las diferencias individuales de esa casuística, adaptadas a las circunstancias anteriores, tenemos un estudiado método de distracción y malabarismo psicológico.
En la estafa el modus operandi se articula en torno a la psicología de la víctima, en cómo conseguir que una persona, en las circunstancias adecuadas, por predisposición (situación de necesidad económica) o  creadas artificialmente (ansiedad ante una espera forzada,) disminuya sus defensas (juicio crítico) y acceda a meterse inconscientemente en la trampa que se le ha urdido.

Una pequeña parte del trasfondo de esta forma de actuar se explica en el documental de REpor (RTVE)

Enfermedad mental, la simplificación mediática para explicar la atrocidad 

 

Han transcurrido más de dos semanas desde el horrible suceso aéreo de Los Alpes que se cobró 150 vidas. La cobertura mediática de esta catástrofe se caracterizó en un primer momento por su inmediatez, favorecida a partes iguales por las nuevas tecnologías y por la transparencia y diligencia de las autoridades francesas al informar a la prensa.
Esa transparencia de las fuentes informativas no evitó, sin embargo, que se abriera paso el sensacionalismo, el otro rasgo distintivo de esta cobertura periodística. Reporteros de todo tipo de medios acudieron al aeropuerto de El Prat, no tanto a recabar datos desde el aeropuerto de origen de este fatídico vuelo, como a conseguir imágenes y testimonios de los allegados, seres queridos y familiares de los pasajeros del avión siniestrado, y del que ya se sabía que no había supervivientes. Los propios familiares de las víctimas pidieron a los medios que dejaran de sacarles a ellos y a sus seres queridos fallecidos.
La constatación, a los dos días, de que este horrible hecho fue un acto deliberado del copiloto del avión y las revelaciones sobre su pasado clínico abrieron paso franco a los medios para dar por hecha la relación causa efecto entre su estado mental y su decisión de estrellar un avión lleno de pasajeros en las montañas francesas.
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“Cuando asistimos a hechos violentos, atroces e inexplicables, atribuirlos a la enfermedad mental de quien los comete tiene un efecto tranquilizador”. Esta frase la pronunció recientemente el psiquiatra Andrés López Pardo, en unas jornadas de formación sobre Comunicación en Salud, celebradas en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.
López Pardo intervenía en una mesa redonda que abordaba el estigma social de la enfermedad mental y el papel de los medios. Ante los futuros periodistas el psiquiatra les reclamó que intenten no asociar la enfermedad mental con hechos violentos a la hora de elaborar la noticia, porque esta asociación carece de veracidad, como demuestran los datos, y sobre todo, porque consolida un estigma social que dificulta enormemente la recuperación de estos pacientes.
Nos tememos que su ruego tendrá escaso éxito. Con una sencilla búsqueda en internet se comprueba cómo los titulares periodísticos relacionan “esquizofrenia” o, genéricamente, “enfermedad mental”, a crímenes horribles.
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Los datos aportados por los expertos dicen que entre aproximadamente el 50% de la población sufre o ha sufrido algún trastorno mental a lo largo de su vida. Es obvio que esta circunstancia no les convierte en potenciales criminales.
La asociación de enfermedad mental con la maldad, el delito o la violencia esta fuertemente asentada en nuestra sociedad. Un mito o estereotipo al que contribuyen decisivamente los medios de comunicación, la principal fuente de información sobre esta materia para la ciudadanía.
Sin embargo, para los grandes medios de comunicación “lo importante no es educar a la ciudadanía, lo importante es tener audiencia”, como dijo en ese mismo foro de formación universitario el periodista especializado en salud, Alfonso Pedrosa. A esta circunstancia, añadió otro obstáculo: la falta de especialización de los periodistas derivada de la precariedad laboral.
Como sociedad madura y supuestamente informada, tenemos que asumir que existe la maldad, que existen personas que cometen atrocidades y que son capaces de discernir perfectamente el bien del mal, solo que son psicópatas, que no enfermos mentales. Y que por tanto, los actos de los que se informa no deberían atribuirse a la enfermedad, sino a la persona.
En un reciente artículo, la psicóloga Ana Isabel Gutiérrez Salegui reflexionaba precisamente sobre el tratamiento informativo de la enfermedad mental en accidentes o delitos. Al final del mismo, hace un certero llamamiento a los profesionales de la información que reproducimos: “Señores periodistas, dejen de ser “psicoamarillistas” y sean conscientes del daño que están haciendo a un colectivo vulnerable, estigmatizado y, en su casi totalidad, inofensivo“.
En aquellas jornadas formativas de la universidad hispalense, el pisquiatra contó una anécdota ilustrativa del estigma social que acompaña a la enfermedad mental: un paciente suyo, jardinero de una comunidad de vecinos, fue despedido de su trabajo a los pocos días de comentar con un propietario en una conversación informal lo bien que se encontraba y cómo estaba superando su enfermedad mental gracias al tratamiento y a lo mucho que le gustaba su trabajo.
Existen numerosos códigos deontológicos para el tratamiento mediático de los desastres y desgracias humanas, y también está a disposición de los periodistas, y de todo aquel que desee conocer mejor la enfermedad mental, la página http://www.1decada4.es. Una buena herramienta para ir acabando con la estigmatización de las personas con enfermedad mental y, así, contribuir a la superación de estas dolencias.

El artículo original aquí

La psicóloga forense Ana Isabel Gutiérrez Salegui intervino el pasado sábado 29 de marzo como ponente en la I Jornada sobre Estafas Hipotecarias, organizada por ADEVIF, asociación que agrupa a afectados por estafas de prestamistas, con la colaboración del Colegio de Abogados de Madrid y del despacho Alberche Área Jurídica.
 
La apertura del acto estuvo a cargo de la Decana del Colegio de Abogados, Sonia Gumpert Melgosa, y de la Vicepresidenta de ADEVIF, M. Carmen Aranda Díaz.
 
Seguidamente, tuvo lugar una interesante mesa redonda sobre los aspectos legales de este preocupante fenómeno, que fue moderada por Belén Martínez Oliete, afectada y socia de ADEVIF, y en la que participaron el notario José Ignacio Navas Olóriz, el Inspector Jefe de Policía Julio Martínez Moreno y los abogados Carlos Javier Galán Gutiérrez y Fernando Adame García.
 
La conferencia de Ana Isabel Gutiérrez llevó por título Las víctimas: cómo afrontar la situación personal y familiar
 
La primera parte de su intervención se centró en un análisis psicológico del modus operandi de estas redes delictivas, cómo consiguen engañar a sus víctimas. En una operativa hábilmente diseñada y depurada durante años, manejan elementos como: la sorpresa (“mañana firmamos el préstamo“) para minimizar la capacidad de reacción de la víctima o la posibilidad de asesoramiento o acompañamiento; la inmediatez (“si no es mañana, ya no sabemos cuando podrá ser, porque…”) que sitúa a la persona con problemas económicos en una disyuntiva; el miedo (los temores que provoca la situación económica angustiosa); la confianza en el entorno (“¿cómo iba a pensar que me engañarían si firmábamos en una notaría?”) o en las circunstancias (“me enseñaron un documento de una entidad bancaria”); el nerviosismo (largas esperas previas e incertidumbre, prisas del prestamista cuando por fin llega… que hacen que disminuya el nivel de alerta). La conclusión es clara: cualquiera puede ser víctima de una estafa de este tipo, no hay que caer en la autoculpabilización.
 
La segunda parte estuvo centrada en ofrecer a las víctimas detallados consejos prácticos: recomendaciones para comunicar la situación a la familia y el entorno cercano; pautas de evaluación psicológica del afectado, o cuáles son los cuidados profesionales y no profesionales que pueden recibirse en estas situaciones.  
 
 
Seguidamente tuvo lugar un interesante coloquio, en el que la psicóloga resolvió las dudas planteadas por los presentes.
 
La jornada, que cosechó una excelente acogida tanto en asistencia de público como en valoración de contenidos, fue clausurada por Carmen Pérez Andújar, Secretaria de la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Madrid y consejera electa del Consejo General de la Abogacía Española.

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