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En Abril de este año se realizó en Oviedo el curso “Actuación de Enfermería ante la Violencia en la Infancia” en la sede del CODEPA (Colegio Oficial de Enfermería de Asturias).
El Curso perteneciente al Programa de Formación Continuada de la Escuela Internacional de Ciencias de la Salud fue impartido por Ana Isabel Gutiérrez Salegui, profesora colaboradora de la misma y autora del manual.

Los temas abordados fueron los siguientes:

INTRODUCCION
El maltrato infantil en la historia
Derechos de los niños
Concepto, tipos y epidemiología
Etiología
Aspectos Sociales y Legales

MALTRATO FÍSICO
Conceptos. Tipos
Detección – Indicadores y de maltrato
Diagnóstico Diferencial. – Diagnóstico

NEGLIGENCIA
Conceptos. Tipos
Detección – Indicadores de maltrato

MALTRATO EMOCIONAL
Conceptos. Tipos
Detección – Indicadores de maltrato

ABUSO SEXUAL
Conceptos. Tipos
Detección – Indicadores de maltrato
Diagnóstico Diferencial – Diagnóstico

PREVENCIONAL DEL MALTRATO INFANTIL
Papel del personal de Enfermería
Notificación y Registro

Por Ana Isabel Gutiérrez Salegui
Publicado en el blog jurídico ¿Hay Derecho?, 10.04.14.
 
En el año 2013 un grupo de ex-alumnas y alumnas de un colegio de Madrid, el Valdeluz, decidieron denunciar a su profesor de música por abusos sexuales continuados. El hecho, hasta aquí triste pero no sorprendente, tornó en escándalo cuando se supo que, desde al menos el año 2007, presuntamente siempre, el Colegio y la Comunidad de Madrid habían tenido conocimiento de los hechos y no habían tomado ninguna medida.
 
Convención Internacional de los Derechos del Niño: el Artículo 19, Protección del abuso, dice lo siguiente: “Los Estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo”.
 
El caso Valdeluz sigue dejándonos asombrados por la cantidad de incoherencias y despropósitos que hemos escuchado y el uso torticero de la Ley que parece haberse realizado. No sé si la sociedad es realmente consciente de la monstruosidad que supone que los delitos de un abusador de menores sean conocidos por las autoridades y no se produzca una denuncia automática, más teniendo en cuenta la alta tasa de reincidencia de este tipo de agresores.
 
En el caso Valdeluz, como en otros casos similares, a lo mejor primero hay que aclarar conceptos. La aparición de la palabra adolescente para denominar a esa etapa que hay entre la niñez y la etapa adulta, puede llevar a confusión a algunas personas y minimizar ante la sociedad la percepción de la gravedad de los delitos cometidos.
 
Recordemos, pues, que, según nuestra legislación, las personas que no han cumplido los 18 años son menores de edad y están sujetos a la tutela de sus progenitores y a la protección de todas las instituciones. Exceptuándose solamente aquellos casos en los que, por vía judicial, y nunca antes de los 16, el menor ha sido declarado menor maduro.
 
Que la adolescencia esté siendo adelantada por intereses espurios de la sociedad de consumo, no puede hacernos perder el Norte: una niña de 13 años maquillada y con tacones no pierde su condición de niña de 13 años. El mito de Lolita ampara y justifica a los pederastas y difumina la gravedad de un delito totalmente injustificable.
 
Hay que recordar también la definición de la O.M.S de año 1999 sobre maltrato a los menores: “El maltrato o la vejación de menores abarca todas las formas de malos tratos físicos y emocionales, abuso sexual, descuido o negligencia o explotación comercial o de otro tipo, que originen un daño real o potencial para la salud del niño, su supervivencia, desarrollo o dignidad en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder.”
 
La introducción que, en principio, no parece excesivamente relacionada con el tema sobre el que deseo poner el acento, viene dada por el tratamiento informativo del caso Valdeluz y de otros similares, en los que la palabra adolescente amortigua de cara a la sociedad los hechos. Disculpen, pero la verdad descarnada es ésta: un profesor presuntamente ha abusado de un número de niñas a las que impartía clase y de las que era directamente responsable.
 
Las primeras noticias sobre el caso nos horrorizaron a todos, como siempre que se descubre un caso así: un profesor había sido acusado de abusar de un número indeterminado de niñas en un colegio de Madrid. La viva imagen del lobo entre los corderos. Pero las siguientes declaraciones nos espeluznaron aun más, sobre todo a los profesionales que trabajamos con personas que han sufrido abusos en la infancia.
 
En las primeras declaraciones, según los medios de comunicación, el director del Colegio y el Jefe de estudios afirmaron conocer los hechos, al igual que el psicólogo y el Centro Especializado en Abusos Sexuales a la Infancia (CIASI) de la Comunidad de Madrid, al que había sido derivada una de las menores en el año 2007. Me consta que todos sabemos matemáticas, estamos en el año 2014: hablamos de siete años de conspiración de silencio, en los que no se hizo nada y en los que, siempre presuntamente, se ha continuado abusando de niñas indefensas. Para los que nos dedicamos a esto, estaba claro que, de ser cierto, no sólo se había podido incurrir en un delito de encubrimiento, sino de complicidad, ya que quien tiene conocimiento de un posible delito futuro y no lo evita es cómplice. Todos aquellos abusos sucedidos con posterioridad al año 2007 no habrían sido posibles sin el silencio de todos los implicados.
 
Esto que, desde la lógica, la ética y la moral -valores todos tan escasos hoy en día-, habría sido, de mediar vergüenza, motivo de dimisión de todos los implicados y, de no mediarla, motivo de destitución fulminante, así como de imputación por parte de la Justicia, continuó con un vergonzoso ejercicio de relatividad moral y legal. Según los protagonistas, “la obligación de denunciar es de los padres”, “el secreto profesional no deja revelar una cosa así” y el absolutamente delirante “no denunciamos para proteger a los demás niños”. Rizando el rizo afirmaron que “la ley no lo deja claro”.
 
Parece mentira que yo, una simple ciudadana y psicóloga forense, tenga claro que la interpretación de la ley queda reservada a los jueces y sin embargo estos doctos señores no lo sepan. No obstante, como verán ahora, La Ley, con mayúsculas, lo deja muy claro, empezando por la Carta Magna. La Constitución española menciona de forma explícita la protección a la infancia en su artículo 39 apartados 2 y 4: “2. Los poderes públicos aseguran, asimismo, la protección integral de los hijos, iguales éstos ante la ley con independencia de su filiación, y de las madres, cualquiera que sea su estado civil. 4. Los niños gozarán de la protección prevista en los acuerdos internacionales que velan por sus derechos”.
 
No obstante, creo que hemos estudiado distintas leyes, ya que la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en su artículo 262 es poco dada a ambigüedades: “Los que por razón de sus cargos, profesiones u oficios tuvieren noticia de algún delito público, estarán obligados a denunciarlo inmediatamente al Ministerio fiscal, al Tribunal competente, al Juez de instrucción y, en su defecto, al municipal o al funcionario de policía más próximo al sitio, si se tratare de un delito flagrante. Los que no cumpliesen esta obligación incurrirán en la multa señalada en el artículo 259, que se impondrá disciplinariamente.”
 
También la Ley Orgánica 1/1996 de protección jurídica del menor y de modificación del Código Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Criminal constituye un amplio marco jurídico de protección a la infancia que en el articulo 13 trata sobre la obligación de la denuncia y de mantener la confidencialidad: “1. Toda persona o autoridad, y especialmente aquellos que por su profesión o función, detecten una situación de riesgo o posible desamparo de un menor, lo comunicarán a la autoridad o sus agentes más próximos, sin perjuicio de prestarle el auxilio inmediato que precise (…)”.
 
Y, por si fuera poco, la normativa específica de centros docentes también lo contempla. La obligación de comunicar aquellos casos de malos tratos de los que se tenga conocimiento está recogida en diferentes y numerosas legislaciones como, por ejemplo, en el caso de los profesores y centros docentes, el Real Decreto 732/1995, de 5 de mayo, por el que se establecen los derechos y deberes de los alumnos y las normas de convivencia en los centros, que en su Titulo II sobre los derechos de los alumnos establece en el artículo 18 que: “Los centros docentes estarán obligados a guardar reserva sobre toda aquella información de que dispongan acerca de las circunstancia personales y familiares del alumno. No obstante, los centros comunicarán a la autoridad competente las circunstancias que puedan implicar malos tratos para el alumno o cualquier otro incumplimiento de los deberes establecidos por las leyes de protección de los menores.”
 
Claro que, ante la avalancha de criticas y comentarios en las redes sociales, argumentaron que ellos se referían al Código Penal. Pues lo siento, pero el Código Penal también es bastante explícito en que los delitos contra menores son perseguibles de oficio, aunque si hubieran hecho su labor, que era poner en conocimiento de Fiscalía los hechos, ya se lo habría contado la propia Fiscalía.
 
Por su parte el psicólogo que se ampara en el “secreto profesional” también debería saber que nuestro secreto profesional no contempla ocultar delitos contra las personas. No somos abogados defendiendo a un cliente. Y que, ante cualquier duda ética, moral o de criterios de actuación. tenemos una organización colegial a la cual consultar. “Artículo 8.- Todo/a Psicólogo/a debe informar, al menos a los organismos colegiales, acerca de violaciones de los derechos humanos, malos tratos o condiciones de reclusión crueles, inhumanas o degradantes de que sea víctima cualquier persona y de los que tuviere conocimiento en el ejercicio de su profesión”.
 
Todos estos señores, además de mostrar un despreocupante desconocimiento de las Leyes (estoy obviando la interpretación de algo peor, que sería no preocuparse por los menores, los abusos, las consecuencias de los abusos y las posibles futuras víctimas) han provocado una consecuencia funesta. En estos momentos es posible que muchos directores, docentes, psicólogos o ciudadanos piensen que, efectivamente, no hay obligación de poner en conocimiento de las autoridades el conocimiento o la sospecha de los abusos a menores.
 
La respuesta de la Administración aclarando este punto, explicando las leyes y planteando la línea correcta de actuación para futuros casos está tardando. Un documento que fuera enviado a todos los centros docentes, públicos y privados, a los Colegio Profesionales para que los remitieran a sus colegiados y que fuera publicado en los medios de comunicación. Sinceramente no sé a que están esperando.
 
Claro que esto pondría contra las cuerdas al director, al jefe de estudios, al psicólogo y la Comunidad de Madrid, revelando que lo han hecho rematadamente mal. A lo mejor es por eso.
La actividad formativa se desarrolló del 18 al 22 de noviembre de 2013, organizada por la Escuela Internacional de Ciencias de la Salud, abordando las siguientes materias:

– El maltrato infantil en la historia.
– Derechos de los niños.
– Concepto de maltrato, tipos y epidemiología.
– Etiología.
– Aspectos sociales y legales
– Concepto de maltrato físico.
– Detección e indicadores.
– Diagnóstico diferencial.
– Negligencia.
– Concepto y tipos de maltrato emocional
– Detección e indicadores.
– Concepto  y tipos de abuso sexual.
– Detección e indicadores.
– Diagnóstico diferencial.
– Prevención del maltrato infantil.

Del 21 al 23 de junio de 2013, el Centro de Referencia Estatal de Atención a Personas con Enfermedades Raras y sus Familias (CREER), ubicado en Burgos y dependiente del IMSERSO, acogió un encuentro de la asociación madrileña DEDINES, que agrupa a padres y madres de niños con plurisdiscapacidad. 
Entre las variadas actividades organizadas para los menores (sesiones de estimulación sensorial, arteterapia…) y sus familias (talleres de intercambio de experiencias, de psicología, etc…), la psicóloga Ana Isabel Gutiérrez Salegui participó activamente impartiendo las siguientes actividades:

1. Escuela de Padres o Salud psicológica.
– Uso de estrategias emocionales y cognitivas adaptadas para aceptar la situación personal y familiar y canalizar acciones de manera constructiva.
– Actuaciones correctas.
– Manejo de la Asertividad para solucionar de manera efectiva situaciones de comunicación difícil en la familia, colegio, en general.
– Salud física estructural del cuidador.
– Modificación de conducta.
– Tratamiento de la epilepsia y pautas para el sueño.

2.- Tratamiento del estrés.
– Qué es el estrés y porque se produce.
– El estres en las familias de personas con discapacidad.
– Técnicas cognitivas y emocionales para mitigar el estrés.
– Taller práctico de relajación y respiración.

3.- Taller hermanos.
– Sensibilización y conocimiento de los hermanos con discapacidad.
– Desarrollo de emociones positivas hacia los hermanos con discapacidad.
– Cómo favorecer pautas positivas de interacción.

Se hicieron eco de esta actividad diversas webs especializadas como las de Somos Pacientes, CREER, DEDINES, o medios locales como Noticias de Burgos o Canal 54.

El pasado 3 de diciembre los psicólogos Rafael Chicharro Tejada y Ana Isabel Gutiérrez Salegui, promotores de la iniciativa Rara Avis para formación a cuidadores de personas con discapacidad, participaron en el acto organizado por el Ayuntamiento de Getafe con ocasión del día de la discapacidad.
 
Ambos profesionales ofrecieron una charla-coloquio sobre Discapacidad y dependencia en la infancia, que fue seguida con interés por padres y madres de menores con discapacidad.
 
Éste es el video de la actividad: 
 
Ana Isabel Gutiérrez Salegui intervino en el programa Tolerancia cero de Radio 5-RNE, que dirige y presenta Marta Gómez Casas, emitido el 28 de junio y reemitido el 30 de ese mismo mes. Uno de los reportajes de esta edición, elaborado por la redactora Patricia Costa, estuvo dedicado a conocer el caso de una mujer gitana víctima de violencia de género. El juez ha otorgado la custodia de los hijos al padre que los sustrajo y les impidió ver a su madre durante más de un año, porque considera inconveniente someterles a un nuevo cambio.

El espacio contó con el testimonio de la afectada, así como de su madre (también víctima de violencia de género en su día) y, además de recabarse la opinión profesional de la psicóloga Ana I. Gutiérrez se recogió también el parecer de un abogado, Carlos Javier Galán.

Ana Isabel Gutiérrez recordó que Mercedes [nombre supuesto por razones de seguridad] no sólo sufrió violencia por parte de su pareja y de la familia de éste, sino que ha sido revictimizada por las instituciones.

La psicóloga, empeñada desde hace años en una lucha personal para que las mujeres gitanas denuncien la violencia machista, cree que no se puede enviar este mensaje desde la Justicia. Explica que, durante muchos años, la afectada se resistió a denunciar, porque en su entorno social y cultural si lo haces es el mismo grupo familiar el que le arrebata a los hijos. Significa que no va a tener a una persona persiguiéndola, sino a muchas más. El argumento de la sentencia para dar la custodia al padre es no introducir cambios en la rutina de los mejores, pero de esta forma legitima una situación que parte de un hecho delictivo o cuasidelictivo, como fue la sustracción de los menores por su padre.

Éste es el audio completo de este espacio. El reportaje al que hacemos referencia está a partir del minuto 41:39.
 

El próximo 25 de mayo, la psicóloga Ana Isabel Gutiérrez Salegui, participará en el Colegio Profesional de Diplomados en Enfermería de Salamanca en la Mesa Redonda titulada Enfermería y escuela, corresponsables de una buena práctica en salud, moderada por Luis Sánchez Tercero, enfermero, y que cuanta también con la participación de Marta Manzano García, enfermera, y Félix López Sánchez, catedrático de psicología de la sexualidad en la Universidad de Salamanca. La intervención inicial de Ana I. Gutiérrez versará sobre Importancia de la Educación para la Salud en la prevención de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). La actividad se enmarca en las Jornadas Castellanoleonesas La enfermería en la Escuela, un desafío de futuro, que organiza el Colegio.

El programa completo de las Jornadas es el siguiente:

JUEVES 24 DE MAYO

16 h. Conferencia inaugural. El reto de la prevención del siglo XXI. Dña. M. José Rico Ferrán. Enfermera, Promotora de Salud Escolar Conselleria de Sanidad Valencia.

17 h. Acto inaugural.

17:15 h. Primera Mesa Redonda. La salud y la enfermedad en el entorno escolar. Moderadora: Dña. M. Carmen Sánchez Macarro.

La importancia de la Educación para la Salud en los centros escolares desde edades tempranas. Ilmo. Sr. D. Agustín Álvarez Nogal. Director General de Salud Pública. Dña. M. José Fresnadillo Martínez. Concejala de Salud Pública y Consumo del Ayuntamiento de Salamanca. Dña. Manuela Rosellón Rebollero. Directora Provincial de Educación y Ciencia de Salamanca.
Atención primaria versus Enfermería escolar. D. José M. Sánchez Martín. Enfermero, Diputado de Centros asistenciales.
Conciliación de la vida familiar y escolar en niños/adolescentes con enfermedad crónica. Dña. Marina Cordón Rodríguez. Enfermera.

18:45 h. Ponencia. La enfermería escolar en la Comunidad de Madrid. Dña. Natividad López Langa. Vicepresidenta de la Asociación Madrileña de Enfermería en Centros Educativos (AMECE).

19:15 h. Comunicaciones libres.

VIERNES 25 DE MAYO

9:30 h. Segunda Mesa Redonda. Enfermería y Escuela, corresponsables de una buena práctica en salud. Moderador: D. Luis Sánchez Tercero. Enfermero.

La importancia de la Educación para la Salud en la prevención de trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Dña. Ana I. Gutiérrez Salegui. Psicóloga.
Consumo de drogas y violencia de género en la adolescencia. Dña. Marta Manzano García. Enfermera.
¿Por qué los adolescentes asumen riesgos en la conducta sexual? ¿Qué podemos hacer? D. Félix López Sánchez. Catedrático de Psicología de la Sexualidad (USAL).

10:45 h. Coloquio.

11:15 h. Ponencia. Peligros de internet: navegación saludable. D. Alfonso Valdunciel Bustos. Profesor Colegio Salesianos de San José (Salamanca).

12: 15 h. Coloquio.

12:30 h. Tercera Mesa Redonda. El niño con enfermedad crónica en la Escuela. Moderadora: Dña. M. José García Romo.

La enfermedad crónica en el niño. D. Ángel Martín Ruano. Pediatra.
Atención de Enfermería en el ámbito educativo de alumnos con enfermedades crónicas. Dña. Sara Rodríguez Soriano. Enfermera de Colegio concertado (Madrid).
Profesor, su opinión también cuenta. Profesor de Colegio Público.
Experiencia de una madre con hijo con problema crónico.

13:30 h. Coloquio.

16:30 h. Cuarta Mesa Redonda. Aspectos psicológicos del niño en la Escuela. Moderadora: Dña. Emma Lourenço Núñez. Técnico del Plan Municipal sobre Drogas.

Niños con hiperactividad y déficit de atención. Dña. Miriam Morán Rufo. Psicóloga Asociación Salmantina de Niños Hiperactivos (ASANHI).
Acoso escolar entre iguales. Dña. María Sánchez Holgado. Agente de Igualdad.

17:30 h. Coloquio.

17:45 h. Conferencia de clausura. Es posible adquirir hábitos saludables en la Escuela. Objetivos de estrategia NAOS.

La psicóloga Ana Isabel Gutiérrez Salegui, profesora de la Escuela de Ciencias de la Salud, vuelve a desarrollar su actividad docente para profesionales sanitarios en la ciudad de Sevilla, en esta ocasión impartiendo el curso Prevención de conductas de riesgo en adolescentes.
El curso, de 40 horas de duración, se desarrolla del 21 al 24 de mayo de 2012, en horario de mañana y tarde, en el Colegio Oficial de Diplomados en Enfermería de Sevilla.
Reportaje publicado en ElMundo.es, 08.04.12

 

Moda | Cánones femeninos

BELLEZAS DE AYER, HOY ¿Y SIEMPRE?

  • El bisturí y el Photoshop contribuyen a crear un modelo que no existe
  • El peso de las ‘bellas’ ha bajado hasta cuatro puntos en tres décadas
  • Los expertos denuncian riesgos para la salud física y mental
  • Las mujeres bellas clásicas eran reales y seguían siendo guapas
  • Ahora el atractivo se asocia a una actitud sexualmente agresiva

Alejandra Rodríguez. Madrid.

Ser guapa ya no es lo que era, y para demostrarlo no hay que irse a la prehistoria, ni a las bellezas helénicas ni mirar a las gracias de Rubens. Producto de la evolución de la especie se van produciendo una serie de cambios en la morfología de los individuos derivados de las modificaciones en los hábitos de vida, en la alimentación, en la actividad física… que hacen que nuestro cuerpo vaya siendo diferente a través de los siglos.

Sin embargo, basta con echar un vistazo a las fotografías de las mujeres consideradas bellas de hace sólo unas décadas y compararlas con las imágenes de las diosas de la belleza actuales para darnos cuenta de que la transformación ha sido especialmente profunda en los últimos cincuenta años.

Naturalmente, las modas y las tendencias vienen, van, desaparecen, se transforman, vuelven otra vez… y eso en sí no es malo. En todas las épocas el ser humano ha empleado adornos en forma de ropa, complementos, maquillajes, peinados… para verse mejor y que le vean mejor.

CUÁNDO EMPEZAR A PREOCUPARSE

Según los especialistas, este asunto empieza a adquirir tintes menos frívolos cuando la consecución de los ideales de belleza que rigen en cada momento se convierten en una esclavitud y no se vive nada más que por y para ellos.

Este fenómeno cada vez es más notable porque nuestra cultura sobrevalora la belleza externa y la juventud por encima de otras cualidades más perdurables. Por si esto fuera poco, los patrones de belleza vigentes (por no hablar de a lo que tendemos) cada vez son más difíciles de alcanzar, ya que por obra y gracia del bisturí, del photoshop o de ambas cosas a la vez se nos presenta como ideal un tipo de mujer que no existe.

Lo nocivo de todo esto no es la frustración (que ya es bastante grave) que se puede generar en un colectivo de mujeres adultas que ven que no pueden sacar adelante todas las obligaciones cotidianas encaramadas a unos tacones de vértigo, con un escote hasta el ombligo, una talla 36 de minifalda, una 110 de sujetador, unos pechos que desafían la ley de la gravedad, ni un solo gramo de celulitis y unos abdominales de luchador a pesar de haber tenido dos partos.

Normalmente, las mujeres equilibradas acaban superando este ‘síndrome de Superwoman’, aunque no faltan los casos esperpénticos de señoras que quieren aparentar ser unas veinteañeras cuando ya hace tiempo que soplaron más de 60 velas en sus tartas de cumpleaños.

“Es sorprendente la cantidad de casos de anorexia que estamos viendo en la menopausia. Hay señoras que quieren contrarrestar la acumulación de grasa que se da en esta época de ‘transición hormonal’ y acaban sufriendo un Trastorno de la Conducta Alimentaria; eso por no hablar de las aberraciones que se hacen en los quirófanos”, explica Ana Isabel Gutiérrez Salegui, psicóloga experta en este tipo de problemas.

Además, “no atienden a razones; si les dices que lo que pretenden hacerse no va con su cara o les propones algo menos ‘agresivo’ se dan la media vuelta y buscan a alguien que tenga menos escrúpulos”, relata un cirujano plástico que prefiere no dar su nombre porque atiende a bastantes pacientes a los que tiene que arreglar desaguisados de otros colegas.

Con todo, lo verdaderamente triste es que miles de niñas están recibiendo un mensaje equivocado que las convertirá en esclavas apenas comience a despuntar su pubertad, porque la trasformación no es sólo estética. Concierne también a la actitud.

LOS CAMBIOS ESTÉTICOS

Las mujeres que hace treinta, cuarenta o cincuenta años eran consideradas ideales de belleza se dedicaban casi siempre al cine. Eran fundamentalmente actrices, aunque podían hacer alguna incursión en el mundo de la publicidad. Lógicamente se cuidaban al máximo (tratamientos estéticos, manicuras, depilación, maquillaje, vestuario…) porque trabajaban con su imagen, pero eran mujeres de verdad.

Es cierto que las fajas apretaban excesivamente su cintura para hacerla parecer de avispa, pero existía proporción entre el pecho y las caderas. El volumen del escote podía incrementarse gracias a la lencería, pero se veían canalillos naturales, muslos proporcionados con el resto de la pierna, caderas, piel de naranja, algún michelín… y seguían siendo guapas.

Casi todos eran, en definitiva, artificios y adornos ‘de quita y pon’ y mejoras que se lograban con maquillaje, efectos de luces y sombras, vestuario… y otros ‘trucos’ de fotógrafo profesional. De hecho, la mayoría de las estrellas del momento eran retratadas regularmente en poses cotidianas sin tanta lentejuela y seguían siendo fácilmente reconocibles.

Por otro lado, no había un sólo arquetipo. Es decir, una gran diversidad de mujeres podían considerarse atractivas aunque su aspecto físico fuera muy diferente. Marylin Monroe no tiene nada que ver con Audrey Hepburn y ambas eran iconos de belleza con un estilo propio y diverso.

Ahora, las que se salen del canon raquítico y lucen curvas sin complejos (Jennifer Lopez, Sofía Vergara, Salma Hayek, Christina Hendicks…) tienen que pasarse la vida justificando el volumen de sus traseros, hablando de las dietas que hacen para estar espectaculares, de las fajas que se ponen o de que la vida es genial a pesar de ser ‘rellenitas’, cuando en realidad son mujeres perfectamente normales en cuanto al peso.

Habitualmente, los rasgos de la cara eran armónicos e iban en consonancia con el resto del cuerpo. Por ejemplo, una mujer de labios carnosos normalmente tenía el resto de rasgos grandes (Sofía Loren) y las de siluetas más afiladas lucían menos pecho (Katharine Hepburn).

“Ahora las chicas tienden a buscar lo mismo aunque no les favorezca y además, desean rasgos que a veces son impropios de las mujeres; como por ejemplo un cuerpo muy musculado y con abdominales muy marcados”, afirma Esteban de Pablos, psicólogo infanto-juvenil con consulta en Madrid, refiriéndose al hecho de que “en su época”, como dice él, que tiene alrededor de 50 años, las mujeres podían ser más delgadas o más rellenitas, pero ninguna era fibrosa, estaban más ‘mullidas’.

“No termina de entrarnos en la cabeza que una mujer acumula grasa en el vientre y las caderas por una cuestión hormonal que es la que determina la fertilidad y la capacidad para concebir y gestar un hijo; eliminar esa grasa a base de cirugía y gimnasio es extenuante y de forma muy frecuente acaba en un trastorno obsesivo con respecto a la comida, al ejercicio, a los retoques… poco recomendables”, aclara el especialista.

CAMBIO DE ACTITUD

“Paradójicamente, al tiempo que se ha ido produciendo eso que llaman liberación de la mujer, ésta ha ido convirtiéndose en una esclava mayor de su físico, que transforma incluso aunque para ello tenga que poner en riesgo su salud”, explica Ana Gutiérrez Salegui, especializada también en atención al adolescente.

Salegui es una de las profesionales que lleva años avisando acerca de la sexualización precoz de la infancia, un fenómeno estrechamente ligado a los cánones de belleza actuales y a la actitud frente al sexo contrario.

“Hace alrededor de seis años comenzamos a observar que las niñas que padecían anorexia venían a la consulta diciendo que querían pasar por quirófano para tener unos pechos grandes; querían ser esqueletos con grandes tetas, en pocas palabras”, apunta la experta.

Éste es sólo un ejemplo de la irrealidad a la que se aspira porque aunque de manera natural puede darse algún caso raro de chica delgadísima con pechos grandes, lo habitual es lo contrario, precisamente porque la mama está compuesta de grasa en un 80%.

“Luego observas que hay chicas que no conciben que les salga una arruguita en la tripa al sentarse, que entienden que una piel perfecta carece de poros y que los bikinis no se ciñen al cuerpo, sino que se posan sobre él”, relata De Pablos, algo en lo que coincide Salegui.

Y todo eso es culpa de los medios de comunicación y del uso abusivo que hacen del Photoshop, programa que ha cometido no pocas tropelías.

De todo esto lo que más nos tiene que preocupar es que estamos transmitiendo a nuestros hijos (y sobre todo a nuestras hijas) la idea de que una mujer puede dedicarse a lo que sea, pero no será nunca suficientemente válida si no es ‘sexy’ y no adopta una actitud provocativa, que es la que se fomenta en la mayoría de los posados fotográficos, vídeos musicales, letras de canciones… de las figuras femeninas que triunfan hoy en día.

Es paradójico que chicas que son buenas actrices, cantantes o bailarinas, que destacan en el mundo de los negocios y que son suficientemente inteligentes para desarrollar una carrera profesional exitosa, implicarse en causas solidarias, alcanzar logros fabulosos… al final tengan que medirse en fotografías sensuales en actitud ‘masculinizada’ (vestidas de policía, de militar, empuñando armas…), pero con un escote inflado y apenas cubierto, como ‘prueba de fuego’ para brillar de verdad.

Este clima en el que están creciendo los niños y niñas eleva muchísimo el riesgo de padecer trastornos de la conducta alimentaria, causa alteraciones de la percepción de su propio cuerpo y deja la autoestima por los suelos porque todo les lleva a adoptar una actitud sexualmente agresiva que en realidad no se corresponde con la madurez intelectual que tienen.

“Emocionalmente es un desastre porque confunden liberación con promiscuidad y descuidan la parte afectiva. No maduran sexualmente de forma adecuada porque hasta para desvincular la parte sentimental de la sexual hay que tener la cabeza bien amueblada”, resume Salegui.

QUÉ HACER

La solución a este conflicto creciente pasa, como casi siempre por la educación y la labor que los padres hacen con sus pequeños. De esta manera, hay que interesarse por sus inquietudes y procurar no poner demasiado énfasis en aspectos puramente físicos (decirle constantemente que de tal o cual manera va a estar más guapa o que los chicos no la van a querer si no está radiante).

Hay que centrarse más en aspectos de la personalidad y fomentar sus progresos en facetas intelectuales, solidarias, artísticas… y fomentar el talento por encima del aspecto externo.

Afortunadamente, ya hay loables iniciativas que procuran mostrar las virtudes y el atractivo de mujeres reales, sin retoques y sin misiones estéticas imposibles.

Es recomendable estar pendiente de hablar de estos temas y recordar que la mayoría de lo que vemos en la televisión y en los anuncios de las revistas no es real; de hecho, son muchas las voces que reclaman que se avise de los retoques fotográficos para no confundir a los más jóvenes. Finalmente, haga examen de conciencia y repase sus propias actitudes con respecto a estos temas. A todos nos gusta estar bien y que nos vean estupendos, pero no podemos hacer que nuestra vida gire en torno a eso únicamente.

“Los niños hacen lo que hacemos, no lo que decimos”, resume Salegui. Y es que ¿cómo decirle a una niña que no debe obsesionarse por ser delgada, ‘sexy’ y guapa cuando su propia madre se pasa la vida a dieta, observando cada pliegue de su cuerpo delante del espejo y no se permite salir a la calle con la cara lavada y una coleta?

El pasado 15 de marzo el  Runnymede College de Madrid programó dos conferencias sobre Menores y nuevas tecnologías, una para alumnos por la mañana y otra para padres y madres por la tarde, que estuvieron a cargo de Ana Isabel Gutiérrez Salegui.
La introducción a estas conferencias explica que “las nuevas tecnologías nos traen, además de avances y posibilidades educativas, riesgos y peligros contra los que es necesario prevenirnos y proteger a nuestros hijos. El primer problema es que, en ocasiones, vamos por detrás de ellos en el conocimiento y uso de las mismas, chat, redes sociales, P2P, webcams, phising, grooving, Ana y Mía, e-drugs… Ellos, los niños y adolescentes, han nacido y crecido acompañados por todos estos avances; a nosotros, a los adultos, nos ha tocado adaptarnos a ellos. El segundo problema es que nos cuesta aceptar que determinadas cosas ocurren: el acoso, los abusos, las agresiones a menores… Muchas veces el no querer ver aquello que nos horroriza nos impide poner las medidas de seguridad adecuadas. Vivimos con una venda en los ojos respecto a lo que nos da miedo que ocurra y eso acaba perjudicándonos a todos. Reprochamos a los adolescentes el exceso de confianza en el ‘a mí no me va a pasar’ y no nos damos cuenta de que nuestro ‘eso le pasa a los hijos de los demás’ es exactamente el mismo tipo de error y tiene las mismas consecuencias. Por otro lado, además de los delitos, hay otros peligros de los que debemos tener información, si queremos prevenir su aparición o detectarlos precozmente. Como las tecnoadicciones o el papel que juega el mal uso del ordenador en el fracaso escolar”.
“El 30 % significa 1 de cada 3, acoso de menor o mayor gravedad, de un tipo o de otro, con consecuencias graves o apenas perceptibles pero, en cualquier caso, acoso. Y todos pretendemos proteger a los menores, aunque no hay que confundir la protección con burbujas de cristal. Proteger en muchos casos significa que ellos sepan prevenir los peligros y que pidan ayuda sin miedo cuando lo necesiten. ¿Cómo hacer compatible el uso de las nuevas tecnologías con evitar los riesgos que hay en ellas? Es imprescindible la formación y coordinación de padres y educadores. En ocasiones, signos que a veces pasan desapercibidos en nuestro hogar, pueden ser detectados en el aula. También es importante que los adolescentes (y los adultos) sepan cuáles son la precauciones básicas y, por supuesto, en caso de detectar problemas, recurrir a un especialista para que valore la gravedad de caso, asesore sobre las medidas a tomar e inicie el tratamiento del mismo si es necesario. De no actuar así, las consecuencias de estos hechos pueden ser muy graves tanto para el menor como para su familia”.

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