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‘Violencia de género’ Category

Publicado originalmente en JUPSIN

YO, TU, ELLA, NOSOTRAS, VOSOTRAS….ELLAS. 

MUJERES ANTE LOS DELITOS SEXUALES

No estás segura de cuando fue, eras muy pequeña, cinco o seis años, como otras veces corriste detrás de la pelota y al levantar la cabeza estaba allí, tras el seto del parque, tenía algo en la mano y gemía como si se ahogara, no sabías interpretar qué estaba haciendo, pero te quedaste paralizada, algo en ese hombre te dio miedo. Gritaste llamando a papá y en ese momento él salió huyendo.

Seis años después ni siquiera recordabas ese día. Estrenabas sujetador y adolescencia a la vez. Camino del colegio escuchaste un silbido – “te la metía hasta el fondo”-. Te giraste asustada para ver la cara de un señor, como tu padre, de su misma edad, que te miraba con ojos babosos y te hacía gestos obscenos. Volviste a sentir miedo. Tambien sentiste asco.

No había pasado ni un año cuando te dieron permiso por primera para ir a esa fiesta en la casa de una amiga, iba a ir el chico que te gustaba y lo que más os emocionaba era que no habría padres, ni adultos y por fin podríais hacer cosas “de mayores”. Habíais escondido unas botellas de ron en el armario en un descuido de sus padres, os la había comprado su hermana mayor, cómplice necesaria para esa “travesura”. 
Esa noche, bebiste por primera vez, estabas muy mareada y cuando él te llevó hacía una de las habitaciones no sabías muy bien que decirle, querías estar con él, pero sólo querías que te besara.  Cuando metió sus manos bajo tu camiseta y te resististe te dijo “si no quieres me enrollo con otra”. No sabías que hacer, tú no querías eso pero él te gustaba mucho. Te dio otra copa. Para cuando metió las manos bajo tu falda ya estabas demasiado borracha como saber que estaba ocurriendo.
Al día siguiente te sentías fatal, vacía, sucia, tú  solo querías que te besara, no deberías haber entrado en la habitación con él, por primera vez te sentiste culpable.

No volviste a salir con esos chicos. Te daba vergüenza. Es posible que ni siquiera él fuera consciente de que se había aprovechado de tu estado. Y a ti nadie te había explicado lo que era una agresión sexual, pensabas que era lo que salía en las películas…pues eso…un desconocido que te asalta en una calle oscura, te tapa la boca, te desnuda a la fuerza.

Años después, ya en la Universidad tenías cuidado para no volver sola a casa, aunque estuvieras cerca, preferías coger un taxi, andar sola por las calles oscuras te hacía sentir insegura y tampoco querías que te acompañaran amigos, ni conocidos… te habías visto en demasiadas ocasiones teniendo que apartar a “tu eventual protector” mientras se lanzaba a besarte en el portal. Demasiadas situaciones incomodas que te resultaba violento manejar.  

Pasó el tiempo. Comenzaste en tu primer trabajo, un día, tu superior te invitó a comer, no sabías muy bien que pensar, ni si era algo que hacía normalmente con los “nuevos”. Tampoco querías preguntar y arriesgarte a quedar como una pánfila ignorante. A lo mejor sólo quería hablar de trabajo…
No era lo que imaginabas. Comenzaste a sentirte incomoda desde el momento que te dijo lo guapa que le parecías. No sabías donde meterte cuando empezó a contarte que hacía años que dormía en otra habitación porque su mujer era una “estrecha”. Cuando propuso tomar una copa te escabulliste diciendo que tenías que entregar un informe, se rio y te dijo que no era necesario, después de todo el jefe era él. Ya no tenías argumentos.

A partir de ese día intentaste esquivarle, pero aprovechaba cualquier momento para tocarte el brazo, rozarte o arrinconarte entre la pared y la máquina de café. Tenías miedo a que un NO rotundo se convirtiera en carga extra de trabajo o pudiera ser un problema para la renovación del contrato. En la cena de Navidad te llamó calientapollas al oído  mientras te agarraba el brazo. Todo el mundo miraba hacia otro lado. También era su jefe… Le apartaste de un empujón y a partir de ese día comenzó el infierno. Petición de informes a última hora, cambios de turno imprevisto que te obligaban a reorganizarte,  negativas a impartición en cursos de la empresa…. Acabaste en la consulta del psiquiatra, pero sólo le dijiste que “te costaba mucho dormir y llorabas a todas horas”. Tras darte una baja que no deseabas llegó el despido. Improcedente, pero no tenías fuerzas ni ganas para pelearlo en un tribunal y mucho menos para volver a ver la cara de ese hombre que había acabado por darte un profundo asco. Además…¿Quién te iba a creer? No tenías pruebas.

Meses después, ya recuperada, comenzaste a salir con un amigo del novio de una amiga, al principio todo era perfecto, como en las películas, hasta que empezó a decirte que cuando salías con tus amigas “ibas buscando guerra vestida así” y te pedía que le enviaras fotos de donde y con quien estabais. Al día siguiente siempre estaba enfadado y te obligaba a hacer cosas en la cama que no te apetecían. Parecía como si te estuviera haciendo pagar haber salido sin él. No querías decirle que no porque  no querías que se enfadara más. Y accedías por miedo a que se fuera dando un portazo y te castigara con su silencio.

Conseguiste dejarle. “Maltrato psicológico” le decías tus amigas. Lo de la cama  no se lo contaste a nadie, después de todo tú podías haberte negado…O quizás no. Prefieres no preguntártelo a ti misma….
Una mujer a lo largo de su vida se enfrentará con toda probabilidad a algunas de estas situaciones, es posible que pasé por varias de ellas o por otras incluso peores. Son los delitos contra la libertad sexual.

En el año 2015 se denunciaron en España más de 9000, de los cuales 1227 fueron violaciones. Una mujer violada en nuestro país cada siete horas.  Pero la inmensa mayoría de los delitos contra la libertad sexual no se denuncian.

La violencia sexual puede aparecer en la vida de la mujer en cualquier ámbito, aunque es el marco de la relación de pareja donde más pasan desapercibidos, ya que muchas veces las propias víctimas consideran el hecho de que su pareja abuse sexualmente de ella sistemáticamente como algo normal porque “son necesidades de los hombres”. Por otro lado, muchos agresores no tienen conciencia de estar haciendo algo mal, ya que tenemos identificada la agresión sexual con el uso de la fuerza y en mucha menor medida con la coacción o con aprovechar la poca capacidad de defensa en casos de consumo de alcohol o drogas.

Los delitos contra la libertad sexual engloban una serie de casos como agresiones, abuso, exhibicionismo, proxenetismo, acoso sexual e imposición del uso o no de anticoncepción.

Tanto en el caso de agresión sexual como en el abuso y el acoso, el factor común es la falta de consentimiento de la víctima en la realización de la conducta sexual sea del tipo que sea, o que este consentimiento no sea real, esté mediatizado por el engaño, el chantaje, el miedo a las represalias, el miedo a una paliza, el abuso por superioridad, la ingesta de sustancias, enfermedad mental… etc.

La diferencia entre agresión y abuso está en la existencia en la primera del empleo de violencia o intimidación, con o sin acceso carnal o penetración anal, oral o de objetos. En el abuso no hay violencia o intimidación pero sí falta de consentimiento o “consentimiento viciado” y puede existir o no acceso carnal o penetración anal, oral o de objetos.

Las fiestas populares, o las celebraciones masivas son un momento especialmente peligroso desde el punto de vista de las agresiones sexuales y los abusos, como sucedió en Colonia la pasada Nochevieja.

En nuestra sociedad el consumo de alcohol sirve tanto para culpabilizar a la víctima como para exculpar al agresor, en un doble rasero difícilmente comprensible.

Es relativamente frecuente que en casos de mujeres el acoso laboral o mobbing tenga como precedente una situación de acoso sexual. Hay dos tipos de acoso sexual en el trabajo de los cuales, el segundo es el más silenciado.
       1-Acoso quid pro quo: El abuso desde una posición de poder para lograr beneficios sexuales.  La respuesta al acoso sirve de base, implícita o explícitamente, para decisiones relacionadas con el acceso de dicha persona a la formación profesional o al empleo, a la continuidad del contrato de trabajo, a la promoción profesional, al aumento de salario, etc. (González de Rivera, 2002) 
     2-Acoso sexual ambiental (hostile environment harassment):Se genera cuando se crea un clima de trabajo hostil y sexual, lo suficientemente grave e intenso como para alterar las condiciones laborales del trabajador y crear un entorno laboral abusivo. En muchas ocasiones este ambiente laboral inadecuado puede ser aceptado como una costumbre o una situación normal en nuestra cultura. Es un acoso más sutil pero cualquiera puede observar si mira lo que le ocurre a muchas camareras en bares de copas o a ingenieras en una obra.

En muchas ocasiones no hay conciencia de delito ni por parte de los autores ni por parte de las víctimas, el trasfondo cultural nos trasmite “que las cosas son así”. La ausencia de lesiones visibles, físicas, es un hándicap para entender el impacto sobre las víctimas, ya que al no haber daño psíquico la percepción social es de que “no les han hecho nada”.

Casi todos estos delitos tienen en común la dificultad probatoria, ya que muchas veces se trata de situaciones “palabra contra palabra” y en la que la mujer será sometida, en caso de interponer denuncia a la ordalía del “juicio social paralelo”. Donde será, con toda probabilidad, cuestionada su responsabilidad sobre los hechos, siendo uno de los pocos delitos, junto con la violencia de género, en que los mitos sociales presuponen culpabilidad a la víctima. 

Ya es hora de que aprendamos que no hay que enseñar a las mujeres a defenderse, hay que enseñar a los hombres a no agredir.

 
Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal.
Artículo 185
El que ejecutare o hiciere ejecutar a otra persona actos de exhibición obscena ante menores de edad o personas con discapacidad necesitadas de especial protección, será castigado con la pena de prisión de seis meses a un año o multa de 12 a 24 meses.
Artículo 181
1. El que, sin violencia o intimidación y sin que medie consentimiento, realizare actos que atenten contra la libertad o indemnidad sexual de otra persona, será castigado, como responsable de abuso sexual, con la pena de prisión de uno a tres años o multa de dieciocho a veinticuatro meses.
2. A los efectos del apartado anterior, se consideran abusos sexuales no consentidos los que se ejecuten sobre personas que se hallen privadas de sentido o de cuyo trastorno mental se abusare, así como los que se cometan anulando la voluntad de la víctima mediante el uso de fármacos, drogas o cualquier otra sustancia natural o química idónea a tal efecto.
3. La misma pena se impondrá cuando el consentimiento se obtenga prevaliéndose el responsable de una situación de superioridad manifiesta que coarte la libertad de la víctima.
4. En todos los casos anteriores, cuando el abuso sexual consista en acceso carnal por vía vaginal, anal o bucal, o introducción de miembros corporales u objetos por alguna de las dos primeras vías, el responsable será castigado con la pena de prisión de cuatro a diez años.
Artículo 1841. El que solicitare favores de naturaleza sexual, para sí o para un tercero, en el ámbito de una relación laboral, docente o de prestación de servicios, continuada o habitual, y con tal comportamiento provocare a la víctima una situación objetiva y gravemente intimidatoria, hostil o humillante, será castigado, como autor de acoso sexual, con la pena de prisión de tres a cinco meses o multa de seis a 10 meses.

2. Si el culpable de acoso sexual hubiera cometido el hecho prevaliéndose de una situación de superioridad laboral, docente o jerárquica, o con el anuncio expreso o tácito de causar a la víctima un mal relacionado con las legítimas expectativas que aquélla pueda tener en el ámbito de la indicada relación, la pena será de prisión de cinco a siete meses o multa de 10 a 14 meses.

Artículo 178
El que atentare contra la libertad sexual de otra persona, utilizando violencia o intimidación, será castigado como responsable de agresión sexual con la pena de prisión de uno a cinco años.

Denuncia. Por mi, por ti, por ella….por nosotras, por  vosotras, por ellas

Perfilación de víctimas de delitos violentos. Más allá del análisis forense.


En una inmensa mayoría de actos criminales las víctimas no son aleatorias. Hay algún factor, característica o rasgo directamente relacionado con el hecho de que el actor se fije como objetivo esa persona concreta. 

Incluso en los casos de asesinos seriales, donde muchas veces la relación entre víctima y agresor puede ser nula, podemos encontrar características en la victima que nos señalan la firma del agresor, las necesidades emocionales y psicológicas que está cubriendo y que pueden orientarnos hacia un posible sospechoso o hacía su perfil, ayudando a acotar la búsqueda del autor.

Más allá de los datos que puede aportar una víctima superviviente, en los casos de mayor dificultad como pueden ser víctimas incapaces de comunicarse, afectas de demencia, de amnesia postraumática psicógena o en coma, están los casos en los que la víctima está muerta o incluso desaparecida, punto este último que nos sitúa en la duda de si efectivamente ha sido víctima de un delito, o se trata de una desaparición voluntaria, inducida o no.

Este es el núcleo central de la perfilación de las víctimas, ayudar a desentrañar de la mano de los datos aportados por la investigación pero con los conocimientos teóricos de la victimología, qué ha podido ocurrir, cuales son las motivaciones implicadas y por último que tipo de persona debemos buscar como causante de los hechos. 
Contenidos: 
1-Objetivos en la perfilación de víctimas.

2- Datos relevantes en la elaboración de perfiles.

3-Integracion de perspectivas: Lo que la persona es realmente-Lo que su familia conoce-Lo que revela sus interacciones sociales.

4-Tipos de delitos más habituales en función de factores:

Sexo:
El hombre como víctima.
La mujer como víctima.
Edad:
Victimas hasta tres años.
Victimas menores hasta 12 años
Adolescentes.
Perfilación en la victima adulta.
Ancianos

Discapacitados.

5-La autopsia psicológica: ¿Accidente, suicidio o crimen?


Perfilación Criminal. 


6-Fundamentos teóricos.
Por otro lado están los perfiles criminales. Que características psicológicas o psicopatológicas poseen los autores de los mismos. A través del estudio de múltiples casos y desde la perspectiva nomotética se puede realizar una aproximación al perfil psicológico del causante en función de datos y características de la víctima, la escena, el modus operandi o el tipo de delito. Si bien cada investigación debe iniciarse con total ausencia de ideas previas, para evitar sesgos que nos confundan, los hallazgos obtenidos deben relacionarse con las tipologías desarrolladas, siendo la relación entre hallazgos y conocimientos teóricos quienes nos ayuden en la formulación de hipótesis, para lo cual es fundamental el conocimiento exhaustivo de los perfiles criminales.

7-Fuentes de información para realizar el perfil criminal.
La escena/s
La victima
Autopsia forense.
Modus operandi
Firma del autor
Medidas de precaución forense.

De las fuentes anteriores debemos ser capaces de intentar completar un perfil del criminal con la mayor exactitud posible, es verdad que en los casos de desapariciones o en los que desconocemos donde está la escena primaria y sólo tenemos una escena secundaria a la que ha sido trasladado el cadáver, la obtención de datos fiables se complica, no obstante, es fundamental que si se realizan inferencias o suposiciones sean reseñadas como tales.

Este es un resumen de las áreas que pretende abordar el Curso de Elaboración de Perfiles de IPIC (Instituto de Probática e Investigación Criminal) que se celebrará los próximos 3 y 4 de Marzo en el Club 567 Dirección: Calle de Velázquez, 12, 4º.  28001 Madrid
Precio: 100 euros
Organiza IPIC. Instituto de Probática e Investigación Criminal http://www.icriminal.org/
Información y matriculas: info@icriminal.org


Apenas hemos comenzado el año 2016 y ya el número de mujeres muertas ,”presuntamente” a manos de sus parejas o ex-pareja asciende a tres. Especifico: Escribo “presuntamente” dado que no hay aún sentencia de los casos.

Aunque las dudas puedan ser pocas, queda el escollo de la dificultad probatoria y el caracter garantista de nuestra justicia, ese concepto a veces tan dificil de entender del “in dubio pro reo”. Con quien no tenemos dudas es con las victimas, han sido asesinadas y para ellas ya no habrá garantismo, reinserción ni segundas oportunidades.

A pesar de las campañas realizadas desde que el sistema “abrió los ojos”, con la muerte de Ana Orantes, la cifra de mujeres maltratadas y asesinadas no disminuye, porque “la información no cambia la conducta”. Ni la de los agresores, ni la de esa sociedad que rehuye implicarse escondida mientras mira tras los visillos. 

Una parte importante de la labor de sensibilización y de implicación de la sociedad en la lucha contra la violencia doméstica (englobando aquí los malos tratos a mujeres, niños y ancianos) es romper la idea de que “los trapos sucios se lavan en casa” o que los que “ocurre dentro de un hogar a los demás no les concierne”. El concepto de hogar como espacio privado debe mantenerse, pero si nos consta que se está cometiendo un delito, debe ser motivo suficiente para denunciar.
En un caso de malos tratos es improbable que familiares, vecinos o amigos no sospechen nada, al igual que en el caso del asesinato de  Kitty Genovese, en el que a posteriori se constató que 35 personas escucharon los gritos de socorro, pero nadie llamó a la policía. Este hecho dio lugar a posteriores estudios sobre conducta altruista y conducta prosocial. Tras estas investigaciones se postuló el “efecto espectador” (J.M Darley y B. Latane 1968)
Una de las explicaciones de este fenómeno es que, cuando se sabe que más gente es consciente de lo que está ocurriendo, los observadores asumen que otro intervendrá y el resultado es que al final todos se abstienen de hacerlo. El grupo hace que se difumine la responsabilidad. Además, dado que los demás están haciendo exactamente lo mismo, la gente concluye de las reacciones de los demás que la ayuda es innecesaria y que están haciendo lo correcto.
En el caso de que no hacer nada nos provoque malestar psicológico vendrán en nuestra ayuda los mitos sobre la violencia que disminuirán notablemente la Disonancia Cognitiva (Festinger 1957) En otras palabras, si nos sentimos mal por no hacer nada, podemos autojustificarnos recurriendo a algunas ideas muy extendidas sobre la violencia en la pareja, que acabarán por convencernos de que estamos haciendo lo correcto “ son cosas íntimas” “ si no le pega no es tan grave” “ a saber que habrá hecho ella”, “ a algunas mujeres les gusta”,” si no denuncia ella no lo voy a hacer yo”.
Es fundamental introducir en la sociedad la idea de que quien no denuncia es cómplice de los agresores ya que está colaborando, con su silencio, a que se mantenga la situación. 
*. Otra de sus denominaciones es “Efecto Genovese”.

La psicologa Ana Isabel Gutierrez participó recientemente en el debate sobre Violencia de Género en Area Rural en el programa de la Euskal Telebista “Como en casa en ningun sitio” presentado por Patricia Gaztañaga.
En él se debatió sobre los resultados del estudio encargado por  la Diputación de Bizkaia  a la Asociación pro Derechos Humanos Argituz

La intervención a partior del minuto 39:06.
Para ver el video completo pulsar aquí

CAPITULO EN EL LIBRO COMPILADO “LA ENFERMERIA ANTE LA VIOLENCIA DE GÉNERO. 
Consejería de Sanidad. Comunidad de Madrid

Ana Isabel Gutiérrez Salegui. Psicóloga.

PSICOLOGIA Y VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO: MÁS ALLÁ DE LAS HERIDAS

Índice del capitulo

1-      Cultura, roles de género y violencia.
2-      La sociedad cómplice de los agresores.
3-      Infradiagnóstico en Violencia: Factores asociados.
4-      Los malos tratos psicológicos en la génesis de la violencia y como factor mantenedor de la relación.
5-      Psicopatología de la mujer victima de malos tratos.
6-      Las secuelas psicológicas del maltrato. Cicatrices en la mente.
7-      Intervención desde los distintos niveles asistenciales.

8-      Los tratamientos psicológicos. Una asignatura pendiente de la Sanidad  Pública

Abstrac: Antes de la violencia física aparece el maltrato psicológico, que es el que incapacita a la víctima para reaccionar. Mientras están inmersas en la relación, es el Síndrome de la Mujer maltratada uno de los factores que le impiden escapar de ella. Cuando la violencia física se acaba y el cuerpo cicatriza, quedan los recuerdos, los miedos, los pensamientos, las secuelas psicológicas.
Comprender los procesos psicológicos implicados en la génesis de la violencia, durante la relación y cuando termina, es fundamental para poder ayudar a las victimas, solo empatizando y entendiendo que ocurre en su mente podremos percibir su sufrimiento y sólo si lo percibimos podremos ayudar a sanar las “heridas invisibles”.
Adicionalmente comprender los componentes sociales que influyen en estos procesos es la única manera de poder empezar a cambiarlos. La violencia no es un problema de las víctimas, es un problema de toda la sociedad, junto con la intervención y apoyo a las victimas actuales debemos abordar la prevención de la violencia futura.
Construir una sociedad igualitaria y no sexista es un deber que tenemos que asumir como profesionales y como ciudadanos
Abstrac: Physical violence is preceeded by psychological abuse, which inhibits the victim from reacting. What is known as the Abused Woman Syndrome is one of the factors which prevents these women from escaping from a relationship in which they are immersed. When physical violence is over and the body heals from its wounds, the memories, fears, thoughts and psychological sequels are left.
In order to help the victims  it is vital to understand the psychological processes involved in the origin of violence, during the relationship and once it is over. It is only through empathy and understanding of what is going through the victim’s mind that we will be able to percieve their suffering and help heal the “invisible wounds”.
Aditionally, being able to understand the social components which impinge on these processes is the only way to start changing them. Violence is not the problem of the victims, it is a problem experienced by society at large. Not only must we work on the intervention and support of present victims but also address the prevention of future violence. 
Building an egalitarian and non-sexist society is a duty which we all have to undertake as professionals and as citizens.
Key Words: Sociedad, cultura, maltrato psicológico, depresión ansiedad, Síndrome de Estrés Postraumático, suicidio, secuelas.
Key Words: Society, culture, psychological abuse, depression, anxiety, Post Traumatic Estress Disorder, suicide, consequence.
CULTURA, ROLES DE GÉNERO Y VIOLENCIA
Cuando se habla de violencia de género la mayoría de las personas visualizan hematomas, golpes, cortes….  un collage de imágenes construido en nuestra mente con la información que recogemos día a día a través de los medios de comunicación.
Quizás esta percepción sesgada de lo que es la violencia en la pareja nos impide ver la realidad que nos rodea, al igual que se lo ha impedido a las mismas víctimas.
En el año 2000 la “Macroencuesta sobre la violencia contra las mujeres en el ámbito doméstico” del Ministerio de Asuntos Sociales (1) nos arrojaba unos datos que, por primera vez nos enfrentaban a la prevalencia real del problema en nuestra sociedad.
640.000 mujeres (un 4,2% de la población femenina mayor de 18 años) eran maltratadas habitualmente y un 12,4% adicional (1.865.000 mujeres) tenían criterios objetivos (habían sido golpeadas, empujadas o insultadas de forma habitual) para ser consideradas víctimas de malos tratos, aunque ellas no se definían como tales.
¿Cómo se explica esta “ceguera psicológica? Podemos entender que la sociedad no vea algo que tiende a ocultarse, a encerrarse entre las cuatro paredes de un mal llamado hogar. También podemos entender que no veamos lo que no queremos ver, que neguemos la existencia de algo si, aceptar que lo sabemos, nos coloca en el dilema ético y moral de tener que implicarnos.
Pero ¿Cómo es posible que las propias victimas desconozcan que lo son? Porque el criterio sobre lo que es el maltrato no es uniforme, en nuestra cultura la “anormalidad” en lo que respecta a malos tratos físicos, psíquicos y sexuales es un concepto muy vago.
Por un lado no podemos olvidar que “padecemos” una cultura sexista que impone un orden en base a formas de dominación relacionadas con el sexo de los sujetos, Así el substrato cultural justifica cierta “violencia contra la mujer”, amparado en el planteamiento paternalista del “fragilitas sexus”. Protección y corrección no dejan de ser derivaciones de esa visión paternalista. Proteger de los demás…y de sus propios errores.
La mujer, como ser dependiente y débil, debe ser “protegida” y cuando no acata las pautas que se han dictado “por su bien”, puede ser aleccionada. No en vano el “Derecho de Corrección” que amparaba a los maridos que “castigaban” a sus mujeres (el caso inverso no se contemplaba) ha seguido vigente, aunque en desuso, en el Código Civil español  hasta 1975.
La cultura modela los rasgos de personalidad inhibiendo aquellos que no se ajustan a los roles de género y potenciando los que sí se adecuan a los mismos. Así, estos roles definen como se deben comportar las personas en función del sexo y todo aquello que se salga de este estereotipo será definido como una anomalía. Sirvan como ejemplo las categorías “mariquita” y “marimacho” en las que nuestra sociedad engloba a aquellas personas que, perteneciendo a un sexo, poseen características atribuidas al otro.
Desde niños se nos asigna un rol en función de nuestro sexo biológico, y en función del mismo así somos tratados. La ropa en rosa, azul o los pendientes  * cumplen el papel de indicador y condicionan el trato que el grupo nos da. De esta manera, un bebé-niña será obsequiado con un comentario sobre su aspecto físico, en cambio a los niños se les regala un sonoro “machote” que alude a su virilidad….acompañado incluso, en casos extremos, de su correspondiente cachete. Desde muy pequeños esperamos que las conductas de niños y niñas sean diferentes porque “como todo el mundo sabe”los niños son brutos, descuidados, gamberros…y las niñas dulces, cariñosas y tranquilas. No nos damos cuenta de que esos rasgos no son innatos sino que se adquieren fundamentalmente a través del modelado y el aprendizaje vicario. A través de los modelos que ven en casa, en el colegio, en la televisión, los niños se van ajustando al estereotipo de género imperante.
Mas adelante, en la adolescencia los roles de género se percibirán en toda su intensidad, dobles mensajes sobre sexualidad (“las chicas buenas no hacen eso”), sobre peligrosidad ( “cuida de tu hermana”, ”que te acompañen al volver”), sobre conductas adecuadas (“ayúdame a recoger la mesa” “ no es un sitio para una chica”) que acabarán de determinar en la mente de los sujetos las pautas a seguir en función del sexo que le haya tocado.
Uno de los pilares que sustentan la violencia de género se encuentra en esta educación de doble rasero que inconscientemente seguimos perpetuando.
Hay conductas que no son aceptables dentro del rol femenino y por lo tanto “deben” ser corregidas por parte de la familia o de toda la sociedad. El concepto de “disciplina global” (Lorente 2001) (2)  explica como una persona que se sale de las “normas sociales vigentes”  se enfrenta al “castigo” del grueso de la sociedad en forma de crítica, desvalorizaciones u ostracismo y por supuesto, se le culpabiliza parcialmente de lo que ocurre. 
Los malos tratos y las agresiones sexuales son los únicos delitos en los que se presupone culpabilidad a la víctima, y “curiosamente”, ambos delitos, afectan mayoritariamente a las mujeres. “A saber lo que habrá hecho ella para que él se ponga así”, “no son horas para una chica” o “si no hubiera subido a su casa no le habría pasado”son verbalizaciones habituales en nuestra cultura.
Así, las mujeres muchas veces ocultan lo que les ocurre para evitar enfrentarse al juicio social que les asigna el doble papel de ser víctimas, y a la vez, cómplices del verdugo.
Es difícil conseguir que la violencia contra las mujeres sea una conducta percibida como reprobable y más aun erradicarla, sino eliminamos antes los roles de género, y ese hecho pasa porque la sociedad tome conciencia de que existen y de que están directamente implicados en la génesis de la misma.  
Los roles de género, arrastrados desde hace miles de años, siguen trasmitiéndose hoy en los juguetes, en los cuentos, en el papel de las mujeres en los medios de comunicación y a través del modelado.  Una educación no sexista se impone como primera medida preventiva de este tipo de violencia.

* Perforar las orejas es un hecho completamente aceptado en nuestra cultura, hasta el punto que si nos dijeran que en otra sociedad marcan con un pequeño hierro candente en la frente a las niñas para que sean diferenciadas por el grupo social nos parecería “una bestialidad propia de salvajes machistas” , sin darnos cuenta de que nosotros hacemos algo similar.

El resultado del estudio apunta a una menor incidencia de esta violencia en los países mediterráneos que en los del norte, pero los expertos advierten de que la estadística puede ser engañosa: las razones pueden ser culturales, sociales y educativas y estar vinculadas precisamente a una menor tolerancia de estas sociedades nórdicas al maltrato. Entre los testimonios recabados, se incluyeron unas breves declaraciones de la psicóloga Ana Isabel Gutiérrez Salegui.
Éste es el video de la noticia:

La psicóloga Ana Isabel Gutiérrez Salegui intervino el pasado 28 de noviembre de 2012 en el acto organizado por el Grupo Municipal Socialista del Ayuntamiento de Getafe con ocasión del Día Internacional contra la Violencia contra la Mujer. 

Su participación no suponía identificación con un acto de un partido concreto, sino que era una muestra más de su compromiso permanente con una lucha social que nos compete a todos y en la que ha demostrado siempre su disposición a participar en cualquier iniciativa positiva, fuese quien fuese el organizador.
La conferenciante repasó de forma pedagógica diversas cuestiones relativas a esta lacra social: roles, educación, prevención, actuaciones legales, actuaciones psicológicas…

En el mismo acto, presentado por Isabel Padilla (Secretaria de Igualdad de la Comisión Ejecutiva Local del PSOE en Getafe), participaron también Carmen Toledano (diputada del PSOE en la asamblea de Madrid), Javier Juárez (periodista, autor del libro Desaparecidas en Ciudad Juárez y del blog Sin ellas no estamos todos) y Sara Hernández (portavoz del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Getafe).
Éste es el video completo de la intervención de Ana Isabel Gutiérrez Salegui:

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