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Publicado en Lawyerpress.com, 04.12.15 

EL FENÓMENO MOBBING EMERGE CON FUERZA EN NUESTRO PAÍS, PESE AL ESCEPTICISMO DE LOS JUECES EN SUS RESOLUCIONES 

Luisja Sánchez 

Jornada en el ICAM, organizada por su Sección Laboral, donde se analiza su vertiente psicológica y jurídica en este entorno actual de crisis. Ochenta abogados en lista de espera. Dos debates intensos, el de hace unos meses y éste, que culminaba tras tres horas intensas, donde el mobbing fue el protagonista. Un tema que interesa tanto a juristas que tienen que enfrentarse con situaciones de este tipo, como a trabajadores y profesionales que pueden llegar a sufrirlo. En esta oportunidad, Carlos Javier Galán, presidente de la Sección de Derecho Laboral del ICAM volvió a moderar el debate, que contó con los mismos protagonistas de la anterior edición, celebrada hace tan solo un mes, y que volvió a abarrotar el salón de actos de la entidad colegial madrileña con los mismos ponentes. 

Intervino en primer lugar, Ana Isabel Gutiérrez, psicóloga y experta en temas periciales, que ofreció una ponencia muy explícita sobre cómo afecta esta práctica al trabajador y que medios tiene para probar que está sufriendo de mobbing. 

Por su parte, el abogado Juan Ignacio Marcos, que coordina una iniciativa pionera como es el Observatorio Vasco sobre Acoso, profundizó en la vertiente jurídica de esta práctica y en cómo los jueces a través de sentencias muy recientes están considerando que el mobbing es un elemento que emerge en las empresas.

La creación del Observatorio Vasco sobre Acoso, hace ya trece años, ha supuesto un antes y un después en la concepción del mobbing, una práctica cada vez más frecuente en las empresas y que además de acabar con la salud de muchos profesionales culmina con su salida de la empresa, machacados psicológicamente. Es precisamente el País Vasco, el lugar de España donde las sentencias de la Sala Social empiezan a dar visibilidad a este fenómeno. “Las empresas tienen en su mano acabar con el mobbing. Depende de la propia dirección de la empresa, no ser permisivo con estos sujetos. Normalmente se les aparta o cambia de lugar, pero vuelven a generar problemas hasta que se les expulsa”, comentó Juan Ignacio Marcos en su exposición. 

Hablar de mobbing es hacerlo de conductas hostiles de un tercero para otra persona, a la que puede generar muchos síntomas depresivos y otras cuestiones para su salud y lo que realmente busca es que esa persona abandone la empresa, harta de ese machaque a todos los niveles. “Creo que cuando hay que enfrentarse con un caso de este tipo en un juicio, lo mejor es no hablar de mobbing sino presentar los hechos con todas las pruebas que tengamos y que sea el propio juez quien decida”; apuntó. También describió los diferentes daños que pueden reclamarse en esa demanda desde carácter patrimonial; moral, lucro cesante, daños personales o incluso de honor. “Las últimas sentencias estimativas dejan claro lo complicado que es establecer los llamados daños morales”, subrayó. 

Por su parte, Ana Isabel Gutiérrez en su exposición, centró el tema desde un punto de vista clínico del sufridor del acoso. Señalo que con la salida de la crisis había más ánimo en denunciar estas prácticas deleznables. Habló también del mobbing como esa conducta hostil y persistente con un gran componente psicológico que quiere generar la salida de esa persona de la organización en la que se encuentra. Habló del mobbing ascendente, poco proclive, y del descendente y horizontal, donde jefe y compañeros se encargan de que ese profesional viva un calvario laboral. En otro momento de su ponencia describió el inicio de este tipo de conductas totalmente reprobables desde pequeñas acciones “Este hostigamiento puede durar años y mina psicológicamente a la persona que lo sufre. Al final esa persona si no tiene precauciones puede meterse en una espiral depresiva que en determinados casos conduce al suicidio como escapatoria”, recordó. 

Y es que el mobbing cuando llega a una persona la cambia por completo. “Es posible que alterne comportamientos aislados en el trabajo con episodios de agresividad en su entorno familiar, junto con alteraciones del sueño, falta de apetito y otros trastornos que pueden cronificarse en el tiempo”, apuntó. El dato que dio de que las bajas por mobbing suponen unos 138 dias por año llamó poderosamente la atención de la actualidad de esta lacra. Para esta experta la persona que sufre este tipo de situación en determinados momentos puede derivar en acoso sexual en algunas situaciones. “Lo complicado de este tipo de conductas es tener las pruebas suficientes para lograr denunciar esta práctica. Ahora tanto los informes clínicos, como sobre todos los forenses aportan muchas pruebas del estado de ánimo de la víctima”. Ana Isabel concluyó su intervención dando ciertas recomendaciones para mitigar la fuerza de esta conducta hostil: “Debe contarse a la familia y tener el apoyo de ellos”, señaló.
Publicado en Lawyerpress.com, 13.10.15 
EL MOBBING Y SUS EFECTOS, A DEBATE EN EL ICAM 

La Sección Laboral de la entidad colegial, a punto de cumplir un año de vida, organiza un debate sobre esta lacra cada vez más presente en las relaciones laborales

Lleno total y un palpable interés de los asistentes en la jornada sobre Actuación Profesional del abogado ante casos de Mobbing convocada por la Sección de Derecho Laboral del Colegio de Abogados de Madrid. 

Su presidente, Carlos Javier Galán, se felicitó de poder contar con uno de los mayores expertos de nuestro país, el abogado Juan Ignacio Marcos González, que coordina una iniciativa pionera como es el Observatorio Vasco sobre Acoso y Discriminación, y con una psicóloga como Ana Isabel Gutiérrez Salegui, que une a un profundo conocimiento técnico de la cuestión su experiencia práctica como perito forense. 

Gutiérrez Salegui detalló de forma didáctica los elementos que caracterizan al mobbing, diferenciándolo de otras situaciones (estrés, burn out, falso mobbing, simulaciones, etc.). Explicó gráficamente y con ejemplos reales las fases por las que suele atravesar la víctima, desde la desorientación inicial hasta los daños psíquicos, físicos y morales que puede llegar a sufrir. La psicóloga subrayó la importancia de una buena pericial en estos casos y cuál ha de ser su contenido recomendable. Finalmente, ofreció algunos consejos para adecuadamente a las víctimas de acoso cuando acuden al despacho del abogado. 

Juan I. Marcos repasó las principales cuestiones controvertidas en lo sustantivo y en lo procesal. Con apoyo en referencias legales, en resoluciones judiciales, en su propia experiencia práctica y en la labor desarrollada en el Observatorio, analizó las actuaciones extrajudiciales indicadas en estos casos, las vías de actuación judiciales posibles y cuestiones tales como las medidas cautelares, los medios de prueba, el contenido del petitum, las dificultades en la valoración de los daños, la problemática en la ejecución de sentencias o incluso las actuaciones habituales con las que los denunciados por acoso “contraatacan” a la víctima. 

 A las exposiciones de los ponentes siguió un amplio coloquio en el que los presentes tuvieron ocasión de plantear múltiples cuestiones, tales como los criterios de prescripción, la posibilidad de denuncia a las personas concretas responsables del acoso junto con la empresa junto con numerosas consultas de índole práctica. 

Ante la gran cantidad de personas que no obtuvieron plaza, la Sección de Derecho Laboral ha anunciado la convocatoria en breve de una segunda edición. 

Esta Sección cumplirá en breve un año de actividad, en el que ha desarrollado jornadas gratuitas sobre temas tan variados como la LRJS, el Derecho Social Internacional, la jurisprudencia sobre la reforma laboral, la Seguridad Social, las empresas de Economía Social, la igualdad en las relaciones laborales, los TRADE o la actuación de detectives privados, entre otros, con ponentes de calidad y una gran participación. 
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La noticia en otros medios: 
Otrosí.net, 09.10.15 
El próximo 8 de octubre, a las 18 horas, tendrá lugar en el Salón de Actos del Colegio de Abogados de Madrid, una jornada sobre Actuación profesional del abogado ante el mobbing, con la participación de Ana Isabel Gutiérrez Salegui, psicóloga y perito forense, y Juan Ignacio Marcos, abogado ejerciente y coordinador del Observatorio Vasco de Acoso Moral en el Trabajo. El acto será presentado por Carlos Javier Galán, presidente de la Sección de Derecho Laboral  del ICAM. 
Entre otras materias se abordarán:
– Qué es el mobbing. Tipos. Fases. Elementos y síntomas. Diferencias con otras figuras 
– Actuaciones extrajudiciales frente al acoso en el trabajo 
– Acciones judiciales en jurisdicción penal, social y contencioso-administrativa. Procedimiento de tutela de derechos fundamentales y otros procesos (ordinario, despido, modificación sustancial, sanciones, extinción a instancia del trabajador).
– Medios de prueba y su problemática. Contenido de la pericial 
– Valoración de daños 
– Ejecución de sentencias 
– Actuaciones frecuentes de la empresa o personas demandadas frente a la víctima del acoso 
– Pautas y sugerencias cuando llega un caso de acoso laboral al despacho.
La asistencia es abierta a colegiados y no colegiados, y gratuita, pero previa inscripción en seccionlaboral@icam.es.

Artículo publicado en Para tod@s, todo.

La psicóloga Ana Isabel Gutiérrez Salegui desmonta los productos que “enriquecen a la industria y no mejoran nuestra salud”. “Nos han hecho creer que el que no se cuida a día de hoy es como un toxicómano de los años setenta”, sostiene la autora.

Somos lo que comemos. Cuántas veces hemos escuchado esta frase. Pero si hacemos un recorrido por las estanterías de un supermercado, lo que comemos tiene más que ver con el aire que con otra cosa.
Con bífidus, con Omega 3, sin colesterol ni grasas saturadas, sin gluten, libre de lactosa,  ayuda a reforzar nuestras defensas… Son las etiquetas con las que nos bombardean día a día. Parece que los productos normales, han dejado de serlo y que para resultar atractivos tengan que presumir también de supuestas bondades que, en realidad, no tienen, pero con las que “engañan” al consumidor para incentivar su compra.
Ana Isabel Gutiérrez Salegui, psicóloga experta en trastornos de la conducta alimentaria, se encarga ahora de desmontarlos en un libro cuyo título  advierte ya de lo que vendrá después, Consume y Calla (Editorial Foca), en el que desenmascara a una industria a la que responsabiliza de “las enfermedades de la sociedad occidental”. Diabetes, hipertensión, bulimia, anorexia… Lo hace a través un trabajo pormenorizado en el que nos descubre los trucos y estrategias a los que recurre la industria alimentaria para crearnos la necesidad de consumir determinado tipo de productos.
Gutiérrez empieza a disparar. Le toca al Omega 3, tan pregonado en leches, yogures, embutidos e incluso huevos. “La cantidad que contienen estos productos es mínima en comparación, por ejemplo, con el que tienen una sardina, y el efecto en la salud también lo es. Tendríamos que tomar seis litros de leche para notar resultados. Pero, en realidad, se acaba perjudicando la salud, porque la gente deja de tomar cosas que sí son saludables y equilibradas, por ejemplo esa sardina”.
En este caso, los perjuicios para la salud vienen por defecto. Pero en otros, el consumo de ciertos productos sí se ha demostrado perjudicial por sí mismo. “Un simple diurético o laxante te puede acabar matando de un paro cardíaco si pierdes demasiado potasio”. Ambos productos se anuncian con tranquilidad.
En el acto de consumir entra en juego todo un aparato de la persuasión, más complejo de lo que pensamos. Y dentro de él, esta experta no se corta al hablar de responsabilidades.  “Aquí tenemos una especie de círculo perverso, maquiavélico. Empieza en los medios, que nos presionan de forma brutal para que estemos delgados, jóvenes y sanos. El que no se cuida a día de hoy es casi el equivalente a un toxicómano de los años setenta”, lamenta Gutiérrez,
“Tenemos obsesión por estar jóvenes, guapos y sanos. Ese es el pack. Y esos mismos medios, nos publicitan además unos productos que nos prometen estar así. Nosotros, que tenemos el cerebro lavado, nos lo creemos, porque confiamos en que exista una regulación para que no haya mentiras, y nos fiamos también de las empresas y los establecimientos que nos lo venden. Si nos lo venden en farmacias, dices, esto tiene que ser bueno. No es que sea malo, pero bueno tampoco”.
De controlarlo se encargan ciertos organismos, como la Agencia Española del Medicamento o la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA). Esta agencia empezó en 2007 a realizar comprobaciones de los productos, ante el auge de estos alimentos funcionales y la preocupación de los consumidores por su efectividad. Algunas marcas se someten incluso voluntariamente a ellos, aunque el veredicto no resulte a veces de su agrado. Sólo en 2010, emitió un resultado negativo sobre más de 800 supuestas propiedades saludables de estos alimentos. En algunos casos, por no estar científicamente demostradas. En otros, por no ser suficientes para publicitarlas. Ocurrió, por ejemplo, con productos que decían ayudar a regular la tensión a través de los péptidos de la leche.

Uno de los casos más conocidos fue el que obligó a Danone a retirar su publicidad sobre los beneficios del Actimel en las defensas, por considerar que inducía al engaño. La empresa aportó  varios estudios científicos para avalar el producto, pero finalmente acabó modificando su publicidad. Si bien dejando claro, que no dudaba de su eficacia.

Mensajes trampa
Para esquivar posibles sanciones, los cerebros del márketing de estas empresas han elaborado toda una serie de “mensajes trampa”, capaces de situarse en la legalidad, consiguiendo en los consumidores el efecto deseado.  “En la publicidad nos dicen… Cuida tu corazón. Pero en realidad nos están diciendo que lo cuides tú, no que lo cuide el producto. De esta forma, el mensaje que emiten puede ser perfectamente legal, pero el que la gente comprende es totalmente distinto”, dice Gutiérrez, apuntando a un caso fácilmente reconocible. “Todos conocemos un anuncio de un embutido que lleva un corazón dibujado. Esto es legal, no nos está diciendo nada, pero la gente lo interpreta como que es bueno para el corazón”.
La picaresca reside incluso en el tamaño de las letras. Así, la parte del envoltorio o de la publicidad donde se nos dice que el producto no tiene ciertas propiedades está escrita en caracteres diminutos y en un color que no contrasta con el fondo. La ley lo permite, claro, pero se trata de algo de dudosa moralidad de cara al cliente.
“Hay anuncios que permite la ley, otros que cumplen la normativa pero inducen al engaño y luego hay muchos otros que directamente vulneran la normativa existente en materia de publicidad alimentaria”, sostiene la autora.
Así, por ejemplo, la normativa prohibe que en la publicidad de alimentos salgan médicos, “o gente que parezca médicos, aunque sean actores”… pero todos conocemos casos en los que sí aparecen. También están prohibidos aquellos que publiciten “seguridad de alivio o curación cierta”, sobre todo en temas de obesidad e insomnio. En muchos casos, esto se vulnera. “Son alimentos, no medicamentos, y por tanto no se puede decir que son terapéuticos para una enfermedad”. De hecho, ¿Cuántos llevan el aval del Coelgio de Médicos? “Ninguno”, sentencia.
En otros casos, los productos son estafas en toda regla. “Son productos que anuncian: pierda 19 kilos en 10 días. Las fotos de antes y después y los testimonios de supuestos pacientes también están prohibidos”.  Y basta abrir una revista para encontrarse con dos o más comerciales que ensalzan las virtudes de un producto para bajar de peso o mantener las arrugas a raya, amparándose en los testimonios de varios “supuestos” clientes.
Vulnerar la ley sale más barato que no hacerlo
Aunque la normativa actúe, da la sensación, en cambio, de que vulnerarla sale a estas empresas más barato que no hacerlo, porque los ingresos obtenidos con estos productos superan ampliamente las cuantías de las multas. “Se suele decir que mientras la multa se abarata, a la industria le interesa arriesgarse”. Porque por el simple hecho de que un alimento ponga dos palabras,  “sin gluten”, ya se da vía libre a cobrar  más, aunque resulte un engaño. “Es como decir pera sin gluten y te lo cobramos más. La gente no sabe que las peras no tienen gluten”.
Los mecanismos no resultan a veces suficientes para controlar todos los productos del mercado, y falta conciencia de consumo responsable. “el problema es que mientras en otros países, como EEUU, se denuncia de oficio y hay un seguimiento, aquí no pasa nada. Allí la gente ve algo y por sistema denuncia. Pero aquí tiene que ser algo bestial para que llame la atención”.
Así, recuerda, por ejemplo, el anuncio de una conocida marca de pasta donde se trasladaba que mientras las ensaladas se ponían mustias, los macarrones con verdura no. La Asociación de Usuarios de la Comunicación elevó una queja a la Asociación para la Autorregulación de la Comunicación Publicitaria por entender que se transmitía a los consumidores un mensaje que menoscababa “el crédito en el mercado de dicho tipo de ensaladas”. Casos como este son excepcionales.
¿Cómo evitar entonces que nos engañen? “Con más información y educación, y un control más estricto por parte de las instituciones. Una cosa es que te timen a nivel económico, pero esto puede tener consecuencias para la salud”, advierte, en referencia, por ejemplo, al auge experimentado en los últimos años en trastornos de anorexia y bulimia. “Lo raro hoy en día es tener gente normal. Tenemos obsesos, gente con trastornos de imagen. Estamos en una sociedad en la que comemos con culpabilidad. Y en este marco tenemos que tener mucho cuidado con este tipo de publicidad”.  Se considera que en España existen más de 300.000 pacientes con este tipo de trastornos de la alimentación, una cifra que en los últimos años se ha multiplicado por diez.
En esta sociedad obsesionada que dibuja la autora, amenazan cada cierto tiempo determinadas fobias. “Durante un tiempo, las proteínas estuvieron demonizadas porque se pensaba que provocaban agresividad y todo tipo de enfermedades. Después, con la Dieta Dukan, le tocó el turno a los hidratos de carbono Y ahora estamos con el gluten o la lactosa”.
El poder del lobby alimentario
El poder de la industria alimentaria va más allá de dirigir nuestro brazo hasta un lugar determinado de la estantería. También está detrás de muchas de las regulaciones del sector. Basta un recorrido por las cifras para darse cuenta de su enorme influencia. Sólo las industrias agroalimentarias-30.000 en España- facturan anualmente 84.000 millones de euros.  “El lobby presiona contra las regulaciones. Pasó, por ejemplo, con la ley de alcohol de la ministra de Sanidad, Elena Salgado. La industria del vino hizo tal presión que no se llevó a efecto. Y era una campaña bastante adecuada desde el punto de vista de la salud pública, no por el vino en sí, sino, por ejemplo, por el calimocho, responsable de muchos problemas de salud que tenemos en los jóvenes por el botellón ”.
Salgado negó presiones, pero el proyecto quedó enterrado después de que en las sucesivas reuniones no se lograse un acuerdo con el sector vinícola, muy crítico porque no se les diferenciase del resto de bebidas alcohólicas.  [Fuente: Antropología y nutrición]

La psicologa Ana Isabel Gutierrez participó recientemente en el debate sobre Violencia de Género en Area Rural en el programa de la Euskal Telebista “Como en casa en ningun sitio” presentado por Patricia Gaztañaga.
En él se debatió sobre los resultados del estudio encargado por  la Diputación de Bizkaia  a la Asociación pro Derechos Humanos Argituz

La intervención a partior del minuto 39:06.
Para ver el video completo pulsar aquí

“La alimentación occidental actual es rica en calorías vacías y deficitaria en nutrientes”

 

Ana Isabel Gutiérrez Salegui es licenciada en Psicología con las especialidades de Clínica y Psicología Social. Realizó un curso de especialización en Trastornos de la Conducta Alimentaria en el año 1997 y en 1999 publicó su primer libro sobre este tema. Profesora de la Escuela Internacional de Ciencias de la salud del Consejo General de Enfermería desde el año 2002, su libro “Consume y calla”, publicado en 2014, supone su primera incursión en el mundo de los libros de divulgación general.

¿Los crecientes problemas de salud en una sociedad como la actual son consecuencia del escaso tiempo que dedicamos a la cocina y a comer?
Una gran parte de la responsabilidad de las enfermedades prevalentes actuales, tanto físicas como psicológicas, se debe a que nos hemos convertido en una sociedad que corre. Hablo de correr para llegar al trabajo, correr por los pasillos del supermercado para hacer la compra, correr para llegar a tiempo a recoger a los niños al colegio, correr siempre correr.
Antes la preocupación fundamental era que hubiera dos platos y postre en la mesa y no repetir el menú muy a menudo. Nadie pensaba en carencias nutricionales, prevenir el colesterol, aportar nutrientes esenciales y mucho menos en si estaban cubiertas las necesidades diarias recomendadas.
Y tan importante era lo que se comía, como la manera de comerlo. Todos juntos, sentados, hablando, comunicándonos y nadie, absolutamente nadie, se levantaba de la mesa hasta que no se hubiera terminado de comer. Esa manera de entender la comida, como un rito familiar, no sólo alimentaba, también educaba y moldeaba.
Un meta-análisis de 24 estudios llegó a la conclusión de que las personas que comen distraídas, ya sea viendo la televisión, navegando por Internet, jugando con el móvil o leyendo, comen más y durante más tiempo sin darse cuenta. De hecho, llegan a ingerir un 10% más y hasta un 25% en la siguiente ingesta, ya que nuestro organismo siente que en la anterior no hemos comido lo suficiente.
Todo esto unido a los cambios producidos en la industria alimentaria, siempre en pos de ganar más dinero sin importar la calidad de lo que venden, han provocado que se disparen la obesidad, el colesterol, la hipertensión arterial, el síndrome metabólico, la diabetes y los trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia.
¿Hay un cambio en los hábitos alimentarios con un abandono progresivo de la saludable y equilibrada dieta mediterránea?
Hasta hace poco los conocimientos en materia culinaria se trasmitían de generación en generación. Nuestras madres, nuestras abuelas, no tenían ni idea de nutrición, no hacían cursos de cocina, ni necesitaban suplementos de ningún tipo para hacernos crecer fuertes, sanos y sin asomo de grasa.
El cambio en los hábitos ha ido de la mano de los cambios sociales ( la incorporación de la mujer al trabajo y el crecimiento de las grandes urbes) que convirtieron la gestión del tiempo en una cuestión primordial. Ya no se podía ir al mercado todos los días, había que optimizar ese tiempo tan escaso. Avanzó el terreno de los conservantes y se comenzó a hacer la compra para toda la semana. O cada quince días. Eso suponía añadir más conservantes para que los productos duraran más tiempo. Vaticinando el filón surgió un nuevo mercado: bollería, derivados de lácteos, comidas pre-cocinadas, preparados deshidratados…
Las legumbres, base fundamental de nuestra dieta, con sus largos tiempo de preparación se fueron abandonando por alimentos “más rápidos” y nutricionalmente peores.
La mayoría de las dietas tradicionales son ricas en nutrientes y pobres en calorías, incluyendo aquí nuestra maltrecha dieta mediterránea, que en poco se parece ya a la original. La alimentación occidental actual parece ser la única que ha conseguido invertir esta relación, rica en calorías vacías y deficitaria en nutrientes.
Cualquier dieta tradicional se basa en dos puntos fundamentales, productos frescos, obviamente de temporada y tiempo y ganas para cocinarlos.
Así, a día de hoy, muchos niños y adolescentes no sabrán cocinar cuando crezcan, porque no lo han visto hacer nunca. Sus conocimientos sobre alimentación los marcan los anuncios publicitarios y sus habilidades culinarias se limitan a calentar al microondas, al uso de la sartén o a llamar al tele-algo.
¿Somos conscientes de las consecuencias negativas para la salud de los hábitos de alimentación tan poco saludables que llevamos?
No estoy disparado al azar cuando señalo en mi libro a las empresas alimentarias como responsables de uno de los mayores problemas de salud que tenemos en nuestro país. Aunque resulte difícil de creer, España ya supera a los Estados Unidos en cifras de obesidad infantil, y la culpa de esta epidemia la tienen, casi en exclusiva, la mala alimentación y el sedentarismo.
Los pediatras ya advierten sobre las altas cifras de colesterol infantil, cuya incidencia alcanza, por el momento, a un 22% de la población infantil española. Un niño con colesterol alto es un niño que corre el riesgo de padecer problemas cardiovasculares de forma temprana.
¿Prestamos suficiente atención a las etiquetas nutricionales de los alimentos?
Te voy a contestar con otra pregunta: ¿Entendemos las etiquetas nutricionales?. De hecho, una encuesta realizada sobre alumnos de la Universidad Complutense de Madrid demostró que menos de la mitad de ellos sabían distinguir entre términos como prebiótico, probiótico, ecológico, natural o transgénico.
Sin contar con que los controles sobre el etiquetado parecen ser insuficientes, ¿son los envases y las etiquetas un reflejo fiel del producto?. En E.E.U.U, en el año 2010, lo que comenzó siendo un simple trabajo escolar de unos chavales de 17 años, reveló que muchos productos alimenticios no contenían los componentes indicados en sus etiquetas. De 66 productos alimentarios comprados en establecimientos locales, 11 no contenían lo que señalaban sus etiquetas.
Otro estudio encargado en 2012 por Freshfel, la asociación que representa el sector de frutas y hortalizas frescas en Europa, titulado “¿Dónde está la fruta?”, revelaba que la imagen y el nombre de la fruta fresca se emplean a menudo como reclamo en productos que no la contienen o lo hacen en cantidades mínimas, sobre todo lácteos, dulces y bebidas. Casi uno de cada cinco artículos analizados no contenía nada de fruta, mientras que otro 32% tenía un porcentaje inferior al 10% del peso total del producto. El informe concluía que solo el 13,5% estaban realmente autorizados a utilizar imágenes de fruta fresca en el envase o etiquetado.
Parece que solamente nos fijamos en ciertos reclamos como producto light, 0% de grasas, 0% de azúcares… ¿son realmente beneficiosos para la salud?
Hace algunos años, la aparición de los “productos light” provocó que miles de personas abrieran las puertas de sus frigoríficos a productos a los que creían haber tenido que renunciar para siempre por su alto contenido en azúcares, grasas o ambas cosas a la vez.
Mucha gente, entendió que los productos Light no engordaban, lo cual es mentira, incluso que eran más sanos que los productos no Light, siendo esta afirmación una media verdad.
Para aumentar la confusión, normalmente “lo light” viene acompañado de frases como “bajo en grasa” o “sin azúcares añadidos”, lo cual, no significa que no los lleven sino que en el proceso de fabricación no les echan más. Adicionalmente bajo en grasas no significa que sea bajo en calorías, puede llevar muchos azúcares y no les están mintiendo en absoluto. El problema es que para la inmensa mayoría de la gente bajo en grasas es sinónimo de hipocalórico.
Normalmente yo recomiendo que si pone en el paquete “bajo en grasas” miren la cantidad de azúcares, y si la referencia es sobre los azúcares le echen un vistazo a la cantidad de grasas y sobre todo a la calidad de las mismas. Según nuestra normativa para que un producto sea “light” solo debe cumplir dos requisitos:
1-Que exista el mismo alimento en su versión no-light.
2-Que se reduzca al menos un 30% la cantidad de calorías del producto original.
Como ven no se tiene en cuenta la composición del mismo, lo saludable o no de un alimento no se puede medir sólo en la cantidad de calorías que aporta, nos estamos olvidando de la calidad de las mismas.
Alimentos anticolesterol, enriquecidos Omega 3, sin gluten…¿hacia dónde vamos?
Vamos hacia una “medicalización” de la alimentación. Lo cual es de por sí enfermizo. Además, muchas veces esas alegaciones de salud y esos componentes no han demostrado en absoluto su eficacia.
Recientemente, una exhaustiva revisión de los estudios realizados sobre los omega 3 y publicada en el ‘British Medical Journal’ arrojaba como resultado final del análisis, que los ácidos grasos omega 3 no tienen ningún efecto sobre la mortalidad ni sobre los problemas cardiovasculares, independientemente de que se consuman con la dieta o en forma de suplementos alimenticios. Sólo mantenían la prescripción sobre embarazadas y personas que hubieran sufrido un infarto. Claro que la cantidad semanal recomendada se puede tomar en tres sardinas o en diez litros de leche.
El mercado de los alimentos funcionales entró en nuestros frigoríficos haciéndonos creer que eran “buenos para algo” o “que favorecían procesos normales”. Tras ser prohibidas esas afirmaciones por la EPSA, ya que en su mayoría no eran ciertas, los trucos que están utilizando para seguir poniéndolas es añadir vitaminas o similares que sí han sido aceptadas, pero que se encuentran de manera habitual en nuestra dieta. Es decir, que no las necesitamos si comemos con normalidad, de forma variada y equilibrada.
¿Este tipo de etiquetas responden a una obsesión por mantener el peso idóneo, mantenerse joven y tener una buena imagen?
Nos han convencido de que “cuidarse” es equivalente a “estar delgado” y esto no es exactamente así, sin contar con que nuestro cuerpo cambia con el desarrollo, con la edad y, en el caso de las mujeres, con el embarazo. También se obvia la cantidad de “delgados enfermos” o “falsos delgados”. Según Steve Blair, profesor de la Universidad de Carolina del Sur, los obesos en buena forma física pueden estar más sanos que los delgados en mala forma. La imposición de cánones de belleza irreales y un concepto de la salud y bienestar centrado únicamente en lograr una talla (pequeña) han dado lugar a los ‘falsos delgados’, personas que se mantienen delgadas a base de hacer ejercicio pero comen poco y mal.

Articulo original en zainduzaitez

Enfermedad mental, la simplificación mediática para explicar la atrocidad 

 

Han transcurrido más de dos semanas desde el horrible suceso aéreo de Los Alpes que se cobró 150 vidas. La cobertura mediática de esta catástrofe se caracterizó en un primer momento por su inmediatez, favorecida a partes iguales por las nuevas tecnologías y por la transparencia y diligencia de las autoridades francesas al informar a la prensa.
Esa transparencia de las fuentes informativas no evitó, sin embargo, que se abriera paso el sensacionalismo, el otro rasgo distintivo de esta cobertura periodística. Reporteros de todo tipo de medios acudieron al aeropuerto de El Prat, no tanto a recabar datos desde el aeropuerto de origen de este fatídico vuelo, como a conseguir imágenes y testimonios de los allegados, seres queridos y familiares de los pasajeros del avión siniestrado, y del que ya se sabía que no había supervivientes. Los propios familiares de las víctimas pidieron a los medios que dejaran de sacarles a ellos y a sus seres queridos fallecidos.
La constatación, a los dos días, de que este horrible hecho fue un acto deliberado del copiloto del avión y las revelaciones sobre su pasado clínico abrieron paso franco a los medios para dar por hecha la relación causa efecto entre su estado mental y su decisión de estrellar un avión lleno de pasajeros en las montañas francesas.
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“Cuando asistimos a hechos violentos, atroces e inexplicables, atribuirlos a la enfermedad mental de quien los comete tiene un efecto tranquilizador”. Esta frase la pronunció recientemente el psiquiatra Andrés López Pardo, en unas jornadas de formación sobre Comunicación en Salud, celebradas en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.
López Pardo intervenía en una mesa redonda que abordaba el estigma social de la enfermedad mental y el papel de los medios. Ante los futuros periodistas el psiquiatra les reclamó que intenten no asociar la enfermedad mental con hechos violentos a la hora de elaborar la noticia, porque esta asociación carece de veracidad, como demuestran los datos, y sobre todo, porque consolida un estigma social que dificulta enormemente la recuperación de estos pacientes.
Nos tememos que su ruego tendrá escaso éxito. Con una sencilla búsqueda en internet se comprueba cómo los titulares periodísticos relacionan “esquizofrenia” o, genéricamente, “enfermedad mental”, a crímenes horribles.
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Los datos aportados por los expertos dicen que entre aproximadamente el 50% de la población sufre o ha sufrido algún trastorno mental a lo largo de su vida. Es obvio que esta circunstancia no les convierte en potenciales criminales.
La asociación de enfermedad mental con la maldad, el delito o la violencia esta fuertemente asentada en nuestra sociedad. Un mito o estereotipo al que contribuyen decisivamente los medios de comunicación, la principal fuente de información sobre esta materia para la ciudadanía.
Sin embargo, para los grandes medios de comunicación “lo importante no es educar a la ciudadanía, lo importante es tener audiencia”, como dijo en ese mismo foro de formación universitario el periodista especializado en salud, Alfonso Pedrosa. A esta circunstancia, añadió otro obstáculo: la falta de especialización de los periodistas derivada de la precariedad laboral.
Como sociedad madura y supuestamente informada, tenemos que asumir que existe la maldad, que existen personas que cometen atrocidades y que son capaces de discernir perfectamente el bien del mal, solo que son psicópatas, que no enfermos mentales. Y que por tanto, los actos de los que se informa no deberían atribuirse a la enfermedad, sino a la persona.
En un reciente artículo, la psicóloga Ana Isabel Gutiérrez Salegui reflexionaba precisamente sobre el tratamiento informativo de la enfermedad mental en accidentes o delitos. Al final del mismo, hace un certero llamamiento a los profesionales de la información que reproducimos: “Señores periodistas, dejen de ser “psicoamarillistas” y sean conscientes del daño que están haciendo a un colectivo vulnerable, estigmatizado y, en su casi totalidad, inofensivo“.
En aquellas jornadas formativas de la universidad hispalense, el pisquiatra contó una anécdota ilustrativa del estigma social que acompaña a la enfermedad mental: un paciente suyo, jardinero de una comunidad de vecinos, fue despedido de su trabajo a los pocos días de comentar con un propietario en una conversación informal lo bien que se encontraba y cómo estaba superando su enfermedad mental gracias al tratamiento y a lo mucho que le gustaba su trabajo.
Existen numerosos códigos deontológicos para el tratamiento mediático de los desastres y desgracias humanas, y también está a disposición de los periodistas, y de todo aquel que desee conocer mejor la enfermedad mental, la página http://www.1decada4.es. Una buena herramienta para ir acabando con la estigmatización de las personas con enfermedad mental y, así, contribuir a la superación de estas dolencias.

El artículo original aquí

En Abril de este año se realizó en Oviedo el curso “Actuación de Enfermería ante la Violencia en la Infancia” en la sede del CODEPA (Colegio Oficial de Enfermería de Asturias).
El Curso perteneciente al Programa de Formación Continuada de la Escuela Internacional de Ciencias de la Salud fue impartido por Ana Isabel Gutiérrez Salegui, profesora colaboradora de la misma y autora del manual.

Los temas abordados fueron los siguientes:

INTRODUCCION
El maltrato infantil en la historia
Derechos de los niños
Concepto, tipos y epidemiología
Etiología
Aspectos Sociales y Legales

MALTRATO FÍSICO
Conceptos. Tipos
Detección – Indicadores y de maltrato
Diagnóstico Diferencial. – Diagnóstico

NEGLIGENCIA
Conceptos. Tipos
Detección – Indicadores de maltrato

MALTRATO EMOCIONAL
Conceptos. Tipos
Detección – Indicadores de maltrato

ABUSO SEXUAL
Conceptos. Tipos
Detección – Indicadores de maltrato
Diagnóstico Diferencial – Diagnóstico

PREVENCIONAL DEL MALTRATO INFANTIL
Papel del personal de Enfermería
Notificación y Registro

 

 

Dedines realizo un Encuentro de la Asociación, los días 8-9 y 10 de Mayo en el Centro de Referencia Estatal de Atención a Personas con Enfermedades Raras y sus Familiares de Burgos (Creer).


En dicho encuentro se llevaron a cabo actividades para los padres y madres, mientras los niños hacían también actividades.


Talleres para adultos:

  • Charla de Asesoría Jurídica sobre patrominio, herencia… a cargo de Carlos Javier Galán Gutiérrez (Abogado de Área Jurídica – Alberche).
  • Vídeo-Forum y Taller de Emociones y Relajación, realizado por María Jesús Sanz Anaya. (Musicoterapeuta. Diplomada en Formación del Profesorado en la especialidad de Ciencias Humanas y Educación Musical)
  • Taller de Cohesión Social y Autoestima, impartido por Ana Isabel Gutiérrez Salegui, Psicóloga.
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CAPITULO EN EL LIBRO COMPILADO “LA ENFERMERIA ANTE LA VIOLENCIA DE GÉNERO. 
Consejería de Sanidad. Comunidad de Madrid

Ana Isabel Gutiérrez Salegui. Psicóloga.

PSICOLOGIA Y VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO: MÁS ALLÁ DE LAS HERIDAS

Índice del capitulo

1-      Cultura, roles de género y violencia.
2-      La sociedad cómplice de los agresores.
3-      Infradiagnóstico en Violencia: Factores asociados.
4-      Los malos tratos psicológicos en la génesis de la violencia y como factor mantenedor de la relación.
5-      Psicopatología de la mujer victima de malos tratos.
6-      Las secuelas psicológicas del maltrato. Cicatrices en la mente.
7-      Intervención desde los distintos niveles asistenciales.

8-      Los tratamientos psicológicos. Una asignatura pendiente de la Sanidad  Pública

Abstrac: Antes de la violencia física aparece el maltrato psicológico, que es el que incapacita a la víctima para reaccionar. Mientras están inmersas en la relación, es el Síndrome de la Mujer maltratada uno de los factores que le impiden escapar de ella. Cuando la violencia física se acaba y el cuerpo cicatriza, quedan los recuerdos, los miedos, los pensamientos, las secuelas psicológicas.
Comprender los procesos psicológicos implicados en la génesis de la violencia, durante la relación y cuando termina, es fundamental para poder ayudar a las victimas, solo empatizando y entendiendo que ocurre en su mente podremos percibir su sufrimiento y sólo si lo percibimos podremos ayudar a sanar las “heridas invisibles”.
Adicionalmente comprender los componentes sociales que influyen en estos procesos es la única manera de poder empezar a cambiarlos. La violencia no es un problema de las víctimas, es un problema de toda la sociedad, junto con la intervención y apoyo a las victimas actuales debemos abordar la prevención de la violencia futura.
Construir una sociedad igualitaria y no sexista es un deber que tenemos que asumir como profesionales y como ciudadanos
Abstrac: Physical violence is preceeded by psychological abuse, which inhibits the victim from reacting. What is known as the Abused Woman Syndrome is one of the factors which prevents these women from escaping from a relationship in which they are immersed. When physical violence is over and the body heals from its wounds, the memories, fears, thoughts and psychological sequels are left.
In order to help the victims  it is vital to understand the psychological processes involved in the origin of violence, during the relationship and once it is over. It is only through empathy and understanding of what is going through the victim’s mind that we will be able to percieve their suffering and help heal the “invisible wounds”.
Aditionally, being able to understand the social components which impinge on these processes is the only way to start changing them. Violence is not the problem of the victims, it is a problem experienced by society at large. Not only must we work on the intervention and support of present victims but also address the prevention of future violence. 
Building an egalitarian and non-sexist society is a duty which we all have to undertake as professionals and as citizens.
Key Words: Sociedad, cultura, maltrato psicológico, depresión ansiedad, Síndrome de Estrés Postraumático, suicidio, secuelas.
Key Words: Society, culture, psychological abuse, depression, anxiety, Post Traumatic Estress Disorder, suicide, consequence.
CULTURA, ROLES DE GÉNERO Y VIOLENCIA
Cuando se habla de violencia de género la mayoría de las personas visualizan hematomas, golpes, cortes….  un collage de imágenes construido en nuestra mente con la información que recogemos día a día a través de los medios de comunicación.
Quizás esta percepción sesgada de lo que es la violencia en la pareja nos impide ver la realidad que nos rodea, al igual que se lo ha impedido a las mismas víctimas.
En el año 2000 la “Macroencuesta sobre la violencia contra las mujeres en el ámbito doméstico” del Ministerio de Asuntos Sociales (1) nos arrojaba unos datos que, por primera vez nos enfrentaban a la prevalencia real del problema en nuestra sociedad.
640.000 mujeres (un 4,2% de la población femenina mayor de 18 años) eran maltratadas habitualmente y un 12,4% adicional (1.865.000 mujeres) tenían criterios objetivos (habían sido golpeadas, empujadas o insultadas de forma habitual) para ser consideradas víctimas de malos tratos, aunque ellas no se definían como tales.
¿Cómo se explica esta “ceguera psicológica? Podemos entender que la sociedad no vea algo que tiende a ocultarse, a encerrarse entre las cuatro paredes de un mal llamado hogar. También podemos entender que no veamos lo que no queremos ver, que neguemos la existencia de algo si, aceptar que lo sabemos, nos coloca en el dilema ético y moral de tener que implicarnos.
Pero ¿Cómo es posible que las propias victimas desconozcan que lo son? Porque el criterio sobre lo que es el maltrato no es uniforme, en nuestra cultura la “anormalidad” en lo que respecta a malos tratos físicos, psíquicos y sexuales es un concepto muy vago.
Por un lado no podemos olvidar que “padecemos” una cultura sexista que impone un orden en base a formas de dominación relacionadas con el sexo de los sujetos, Así el substrato cultural justifica cierta “violencia contra la mujer”, amparado en el planteamiento paternalista del “fragilitas sexus”. Protección y corrección no dejan de ser derivaciones de esa visión paternalista. Proteger de los demás…y de sus propios errores.
La mujer, como ser dependiente y débil, debe ser “protegida” y cuando no acata las pautas que se han dictado “por su bien”, puede ser aleccionada. No en vano el “Derecho de Corrección” que amparaba a los maridos que “castigaban” a sus mujeres (el caso inverso no se contemplaba) ha seguido vigente, aunque en desuso, en el Código Civil español  hasta 1975.
La cultura modela los rasgos de personalidad inhibiendo aquellos que no se ajustan a los roles de género y potenciando los que sí se adecuan a los mismos. Así, estos roles definen como se deben comportar las personas en función del sexo y todo aquello que se salga de este estereotipo será definido como una anomalía. Sirvan como ejemplo las categorías “mariquita” y “marimacho” en las que nuestra sociedad engloba a aquellas personas que, perteneciendo a un sexo, poseen características atribuidas al otro.
Desde niños se nos asigna un rol en función de nuestro sexo biológico, y en función del mismo así somos tratados. La ropa en rosa, azul o los pendientes  * cumplen el papel de indicador y condicionan el trato que el grupo nos da. De esta manera, un bebé-niña será obsequiado con un comentario sobre su aspecto físico, en cambio a los niños se les regala un sonoro “machote” que alude a su virilidad….acompañado incluso, en casos extremos, de su correspondiente cachete. Desde muy pequeños esperamos que las conductas de niños y niñas sean diferentes porque “como todo el mundo sabe”los niños son brutos, descuidados, gamberros…y las niñas dulces, cariñosas y tranquilas. No nos damos cuenta de que esos rasgos no son innatos sino que se adquieren fundamentalmente a través del modelado y el aprendizaje vicario. A través de los modelos que ven en casa, en el colegio, en la televisión, los niños se van ajustando al estereotipo de género imperante.
Mas adelante, en la adolescencia los roles de género se percibirán en toda su intensidad, dobles mensajes sobre sexualidad (“las chicas buenas no hacen eso”), sobre peligrosidad ( “cuida de tu hermana”, ”que te acompañen al volver”), sobre conductas adecuadas (“ayúdame a recoger la mesa” “ no es un sitio para una chica”) que acabarán de determinar en la mente de los sujetos las pautas a seguir en función del sexo que le haya tocado.
Uno de los pilares que sustentan la violencia de género se encuentra en esta educación de doble rasero que inconscientemente seguimos perpetuando.
Hay conductas que no son aceptables dentro del rol femenino y por lo tanto “deben” ser corregidas por parte de la familia o de toda la sociedad. El concepto de “disciplina global” (Lorente 2001) (2)  explica como una persona que se sale de las “normas sociales vigentes”  se enfrenta al “castigo” del grueso de la sociedad en forma de crítica, desvalorizaciones u ostracismo y por supuesto, se le culpabiliza parcialmente de lo que ocurre. 
Los malos tratos y las agresiones sexuales son los únicos delitos en los que se presupone culpabilidad a la víctima, y “curiosamente”, ambos delitos, afectan mayoritariamente a las mujeres. “A saber lo que habrá hecho ella para que él se ponga así”, “no son horas para una chica” o “si no hubiera subido a su casa no le habría pasado”son verbalizaciones habituales en nuestra cultura.
Así, las mujeres muchas veces ocultan lo que les ocurre para evitar enfrentarse al juicio social que les asigna el doble papel de ser víctimas, y a la vez, cómplices del verdugo.
Es difícil conseguir que la violencia contra las mujeres sea una conducta percibida como reprobable y más aun erradicarla, sino eliminamos antes los roles de género, y ese hecho pasa porque la sociedad tome conciencia de que existen y de que están directamente implicados en la génesis de la misma.  
Los roles de género, arrastrados desde hace miles de años, siguen trasmitiéndose hoy en los juguetes, en los cuentos, en el papel de las mujeres en los medios de comunicación y a través del modelado.  Una educación no sexista se impone como primera medida preventiva de este tipo de violencia.

* Perforar las orejas es un hecho completamente aceptado en nuestra cultura, hasta el punto que si nos dijeran que en otra sociedad marcan con un pequeño hierro candente en la frente a las niñas para que sean diferenciadas por el grupo social nos parecería “una bestialidad propia de salvajes machistas” , sin darnos cuenta de que nosotros hacemos algo similar.

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