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“La alimentación occidental actual es rica en calorías vacías y deficitaria en nutrientes”

 

Ana Isabel Gutiérrez Salegui es licenciada en Psicología con las especialidades de Clínica y Psicología Social. Realizó un curso de especialización en Trastornos de la Conducta Alimentaria en el año 1997 y en 1999 publicó su primer libro sobre este tema. Profesora de la Escuela Internacional de Ciencias de la salud del Consejo General de Enfermería desde el año 2002, su libro “Consume y calla”, publicado en 2014, supone su primera incursión en el mundo de los libros de divulgación general.

¿Los crecientes problemas de salud en una sociedad como la actual son consecuencia del escaso tiempo que dedicamos a la cocina y a comer?
Una gran parte de la responsabilidad de las enfermedades prevalentes actuales, tanto físicas como psicológicas, se debe a que nos hemos convertido en una sociedad que corre. Hablo de correr para llegar al trabajo, correr por los pasillos del supermercado para hacer la compra, correr para llegar a tiempo a recoger a los niños al colegio, correr siempre correr.
Antes la preocupación fundamental era que hubiera dos platos y postre en la mesa y no repetir el menú muy a menudo. Nadie pensaba en carencias nutricionales, prevenir el colesterol, aportar nutrientes esenciales y mucho menos en si estaban cubiertas las necesidades diarias recomendadas.
Y tan importante era lo que se comía, como la manera de comerlo. Todos juntos, sentados, hablando, comunicándonos y nadie, absolutamente nadie, se levantaba de la mesa hasta que no se hubiera terminado de comer. Esa manera de entender la comida, como un rito familiar, no sólo alimentaba, también educaba y moldeaba.
Un meta-análisis de 24 estudios llegó a la conclusión de que las personas que comen distraídas, ya sea viendo la televisión, navegando por Internet, jugando con el móvil o leyendo, comen más y durante más tiempo sin darse cuenta. De hecho, llegan a ingerir un 10% más y hasta un 25% en la siguiente ingesta, ya que nuestro organismo siente que en la anterior no hemos comido lo suficiente.
Todo esto unido a los cambios producidos en la industria alimentaria, siempre en pos de ganar más dinero sin importar la calidad de lo que venden, han provocado que se disparen la obesidad, el colesterol, la hipertensión arterial, el síndrome metabólico, la diabetes y los trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia.
¿Hay un cambio en los hábitos alimentarios con un abandono progresivo de la saludable y equilibrada dieta mediterránea?
Hasta hace poco los conocimientos en materia culinaria se trasmitían de generación en generación. Nuestras madres, nuestras abuelas, no tenían ni idea de nutrición, no hacían cursos de cocina, ni necesitaban suplementos de ningún tipo para hacernos crecer fuertes, sanos y sin asomo de grasa.
El cambio en los hábitos ha ido de la mano de los cambios sociales ( la incorporación de la mujer al trabajo y el crecimiento de las grandes urbes) que convirtieron la gestión del tiempo en una cuestión primordial. Ya no se podía ir al mercado todos los días, había que optimizar ese tiempo tan escaso. Avanzó el terreno de los conservantes y se comenzó a hacer la compra para toda la semana. O cada quince días. Eso suponía añadir más conservantes para que los productos duraran más tiempo. Vaticinando el filón surgió un nuevo mercado: bollería, derivados de lácteos, comidas pre-cocinadas, preparados deshidratados…
Las legumbres, base fundamental de nuestra dieta, con sus largos tiempo de preparación se fueron abandonando por alimentos “más rápidos” y nutricionalmente peores.
La mayoría de las dietas tradicionales son ricas en nutrientes y pobres en calorías, incluyendo aquí nuestra maltrecha dieta mediterránea, que en poco se parece ya a la original. La alimentación occidental actual parece ser la única que ha conseguido invertir esta relación, rica en calorías vacías y deficitaria en nutrientes.
Cualquier dieta tradicional se basa en dos puntos fundamentales, productos frescos, obviamente de temporada y tiempo y ganas para cocinarlos.
Así, a día de hoy, muchos niños y adolescentes no sabrán cocinar cuando crezcan, porque no lo han visto hacer nunca. Sus conocimientos sobre alimentación los marcan los anuncios publicitarios y sus habilidades culinarias se limitan a calentar al microondas, al uso de la sartén o a llamar al tele-algo.
¿Somos conscientes de las consecuencias negativas para la salud de los hábitos de alimentación tan poco saludables que llevamos?
No estoy disparado al azar cuando señalo en mi libro a las empresas alimentarias como responsables de uno de los mayores problemas de salud que tenemos en nuestro país. Aunque resulte difícil de creer, España ya supera a los Estados Unidos en cifras de obesidad infantil, y la culpa de esta epidemia la tienen, casi en exclusiva, la mala alimentación y el sedentarismo.
Los pediatras ya advierten sobre las altas cifras de colesterol infantil, cuya incidencia alcanza, por el momento, a un 22% de la población infantil española. Un niño con colesterol alto es un niño que corre el riesgo de padecer problemas cardiovasculares de forma temprana.
¿Prestamos suficiente atención a las etiquetas nutricionales de los alimentos?
Te voy a contestar con otra pregunta: ¿Entendemos las etiquetas nutricionales?. De hecho, una encuesta realizada sobre alumnos de la Universidad Complutense de Madrid demostró que menos de la mitad de ellos sabían distinguir entre términos como prebiótico, probiótico, ecológico, natural o transgénico.
Sin contar con que los controles sobre el etiquetado parecen ser insuficientes, ¿son los envases y las etiquetas un reflejo fiel del producto?. En E.E.U.U, en el año 2010, lo que comenzó siendo un simple trabajo escolar de unos chavales de 17 años, reveló que muchos productos alimenticios no contenían los componentes indicados en sus etiquetas. De 66 productos alimentarios comprados en establecimientos locales, 11 no contenían lo que señalaban sus etiquetas.
Otro estudio encargado en 2012 por Freshfel, la asociación que representa el sector de frutas y hortalizas frescas en Europa, titulado “¿Dónde está la fruta?”, revelaba que la imagen y el nombre de la fruta fresca se emplean a menudo como reclamo en productos que no la contienen o lo hacen en cantidades mínimas, sobre todo lácteos, dulces y bebidas. Casi uno de cada cinco artículos analizados no contenía nada de fruta, mientras que otro 32% tenía un porcentaje inferior al 10% del peso total del producto. El informe concluía que solo el 13,5% estaban realmente autorizados a utilizar imágenes de fruta fresca en el envase o etiquetado.
Parece que solamente nos fijamos en ciertos reclamos como producto light, 0% de grasas, 0% de azúcares… ¿son realmente beneficiosos para la salud?
Hace algunos años, la aparición de los “productos light” provocó que miles de personas abrieran las puertas de sus frigoríficos a productos a los que creían haber tenido que renunciar para siempre por su alto contenido en azúcares, grasas o ambas cosas a la vez.
Mucha gente, entendió que los productos Light no engordaban, lo cual es mentira, incluso que eran más sanos que los productos no Light, siendo esta afirmación una media verdad.
Para aumentar la confusión, normalmente “lo light” viene acompañado de frases como “bajo en grasa” o “sin azúcares añadidos”, lo cual, no significa que no los lleven sino que en el proceso de fabricación no les echan más. Adicionalmente bajo en grasas no significa que sea bajo en calorías, puede llevar muchos azúcares y no les están mintiendo en absoluto. El problema es que para la inmensa mayoría de la gente bajo en grasas es sinónimo de hipocalórico.
Normalmente yo recomiendo que si pone en el paquete “bajo en grasas” miren la cantidad de azúcares, y si la referencia es sobre los azúcares le echen un vistazo a la cantidad de grasas y sobre todo a la calidad de las mismas. Según nuestra normativa para que un producto sea “light” solo debe cumplir dos requisitos:
1-Que exista el mismo alimento en su versión no-light.
2-Que se reduzca al menos un 30% la cantidad de calorías del producto original.
Como ven no se tiene en cuenta la composición del mismo, lo saludable o no de un alimento no se puede medir sólo en la cantidad de calorías que aporta, nos estamos olvidando de la calidad de las mismas.
Alimentos anticolesterol, enriquecidos Omega 3, sin gluten…¿hacia dónde vamos?
Vamos hacia una “medicalización” de la alimentación. Lo cual es de por sí enfermizo. Además, muchas veces esas alegaciones de salud y esos componentes no han demostrado en absoluto su eficacia.
Recientemente, una exhaustiva revisión de los estudios realizados sobre los omega 3 y publicada en el ‘British Medical Journal’ arrojaba como resultado final del análisis, que los ácidos grasos omega 3 no tienen ningún efecto sobre la mortalidad ni sobre los problemas cardiovasculares, independientemente de que se consuman con la dieta o en forma de suplementos alimenticios. Sólo mantenían la prescripción sobre embarazadas y personas que hubieran sufrido un infarto. Claro que la cantidad semanal recomendada se puede tomar en tres sardinas o en diez litros de leche.
El mercado de los alimentos funcionales entró en nuestros frigoríficos haciéndonos creer que eran “buenos para algo” o “que favorecían procesos normales”. Tras ser prohibidas esas afirmaciones por la EPSA, ya que en su mayoría no eran ciertas, los trucos que están utilizando para seguir poniéndolas es añadir vitaminas o similares que sí han sido aceptadas, pero que se encuentran de manera habitual en nuestra dieta. Es decir, que no las necesitamos si comemos con normalidad, de forma variada y equilibrada.
¿Este tipo de etiquetas responden a una obsesión por mantener el peso idóneo, mantenerse joven y tener una buena imagen?
Nos han convencido de que “cuidarse” es equivalente a “estar delgado” y esto no es exactamente así, sin contar con que nuestro cuerpo cambia con el desarrollo, con la edad y, en el caso de las mujeres, con el embarazo. También se obvia la cantidad de “delgados enfermos” o “falsos delgados”. Según Steve Blair, profesor de la Universidad de Carolina del Sur, los obesos en buena forma física pueden estar más sanos que los delgados en mala forma. La imposición de cánones de belleza irreales y un concepto de la salud y bienestar centrado únicamente en lograr una talla (pequeña) han dado lugar a los ‘falsos delgados’, personas que se mantienen delgadas a base de hacer ejercicio pero comen poco y mal.

Articulo original en zainduzaitez

Publicado en abc

alejandra rodríguez / madrid
Día 30/07/2014 – 14.07h
La imposición de cánones de belleza irreales y un concepto de la salud y bienestar centrado únicamente en lograr una talla (pequeña) han dado lugar a los ‘falsos delgados’.
Todo el desbarajuste que rige en relación a la conducta alimentaria, la presión social para mantenerse eternamente joven y delgado, la imposición de cánones de belleza irreales y un concepto de la salud y bienestar centrado únicamente en lograr una talla (pequeña) han dado lugar a los ‘falsos delgados’ o TOFI; Thin outside fat inside, sus siglas en inglés.
«Se trata de gente que tiene un peso normal o incluso bastante delgada que sin embargo presenta analíticas y valores clínicos absolutamente desastrosos, así como un riesgo cardiovascular elevadísimo», explica Ana Isabel Gutiérrez.
Los expertos señalan la educación como la clave: replantear el concepto de qué es estar sano y rebajar la presión sobre la imagen
El problema es que estos falsos delgados son muy difíciles de identificar, ya que sus niveles altos de colesterol y triglicéridos, su hipertensión, su grasa visceral o su resistencia a la insulina no se ven; muy al contrario, lucen una imagen saludable simplemente porque no tienen kilos de más.
Los especialistas opinan que el ‘quid’ de la cuestión es el «caos alimentario» reinante, demás de la pérdida de hábitos de vida saludable. «Actualmente, lo que entendemos como cuidarse conlleva estar constantemente a dieta, mantenerse delgado a toda costa y sin esfuerzo aunque para ello haya que recurrir a métodos surrealistas y llevar una vida que es de todo menos saludable; el cóctel es explosivo», explica la psicóloga. ¿Y la solución?
Como casi siempre, la clave reside en la educación. Los expertos coinciden en que es necesario rebajar la presión sobre la imagen, regular la publicidad y llevar a cabo un replanteamiento total de lo que verdaderamente es estar sano y cómo conseguirlo
Link del artículo:abc

(…) En la mesa también contamos con la intervención de Ana Isabel Gutiérrez. La primera idea que destacó es que si hacemos un computo de los niños y adolescentes que sufren algún tipo de “malnutrición”, que no desnutrición, por malos hábitos alimentarios nos salen unos datos bastantes desesperanzadores.  

Así, señaló, entre los jóvenes el Estudio Enkind (2004) nos sitúa como el cuarto país de Europa en Obesidad infanto-juvenil, con un porcentaje de niños-adolescentes con sobrepeso del 26%. Por otro lado, la prevalencia de T.C.A como la Anorexia, la Bulimia o los T.A.N.E se sitúa en torno a un 3,3% y un 5,5% (Rojo y col 2003, Pelaez, Labrador y Raich 2007). Si incluimos entidades subclínicas y síndromes parciales estas tasas se incrementan en mujeres hasta valores próximos al 15-18% (AVALCAB 2007).


Todos estos cuadros, continuó, están basados en unos malos hábitos, por exceso, por defecto o por conductas anómalas. Igualmente todos ellos tienen y tendrán en el futuro de estos niños repercusiones físicas, psíquicas y sociales. Por ello, y ante el gran coste humano, sanitario y social se impone una política activa de prevención a los tres niveles, primaria, secundaria y terciaria. La prevención dada la edad de los sujetos afectados sólo se puede vertebrar su conseguimos aunar los esfuerzos de los centros sanitarios, educativos y a la familia como encargada principal de la implantación de los hábitos alimentarios. Los conocimientos los poseemos nosotros pero la educación en los hábitos sólo la pueden realizar ellos.

En pocos años, aseguró Ana Isabel, hemos pasado de tener un grave problema con la Anorexia, la Bulimia y los TANE (cuadros atípicos o incompletos) a tener un problema aún mayor con la Bulimia, los TANE y la Obesidad. Es evidente que esto no es sólo un problema de las familias. La escasez de tiempo, la publicidad engañosa sobre alimentación, el vacío legal en la regulación de productos para perder peso, el control relativo que se hace de los comedores escolares, la pérdida de los hábitos familiares unidos al cambio social, y el hecho de que los T.C.A afecta cada vez a edades más tempranas…todo ello implica un cambio en el enfoque de intervención, debemos evolucionar para coordinar la labor Sanidad-Educación, convertir a los tutores y docentes en agentes de Salud y trabajar con las familias en lugar de con el “paciente-niño”.

Por otro lado, dice, se hace imprescindible una regulación en materia de publicidad relacionada con la alimentación y de los productos “adelgazantes”.

En la prevención, afirma, debe participar todo el mundo. Sanidad, escuela, medios de comunicación, sociedad y familias. Todo esto debe realizarse de forma coordinada para no solaparse ni dejar “agujeros”. No se trata de intervenciones puntuales sino de desarrollar un programa eficaz a largo plazo. Hasta ahora la eficacia de la Prevención en T.C.A ha sido cuestionada ya que determinadas intervenciones han encontrado resultados contrarios a los esperados. Cuando se habla de prevenir la aparición de trastornos alimentarios hay que tener en cuenta que hablar de los trastornos en sí no evita que se caiga en ellos. Porque la información no cambia la conducta.

Recordó también que existen proyectos muy buenos en nuestro país, pero incomprensiblemente, que un proyecto tenga resultados positivos no implica que se plantee realizarlo en la comunidad de al lado. “Y eso es un fallo, el “pionerismo” en materia de salud está haciendo mucho daño, si todos trabajáramos en la misma dirección para mejorar las iniciativas existentes y para coordinarnos en lugar de competir podríamos avanzar muchísimo”. 

En Salamanca, destacó, existe el programa desarrollado por el equipo de Marta Manzano García que está desarrollando una intervención en Salud que abarca muchos más campos además de los T.C.A, ese es un ejemplo de programa a imitar e implantar en otros lugares.

Y es que queda un largo camino por recorrer a la profesión enfermera en este ámbito. La primera pieza es la formación específica. Los trastornos alimentarios son muy complejos y su detección e intervención a veces resulta muy, muy difícil. Hay que trabajar con conocimientos específicos y con habilidades propias de la psicología, sin contar con que no trabajamos con un “paciente”, sino con menores y que tenemos que incluir a la familia en la intervención ya que sin ella, bien sea porque hay que enseñarle o porque ellos mismos tienen que cambiar muchas cosas, es inviable. 

Por otro lado, la implantación de la Enfermera en la Escuela sería un avance en el terreno de la Intervención TCA, es un profesional idóneo para coordinar Centro de Salud y Colegio, detectar posibles casos, plantear la derivación a especializada y seguir el control de los menores en tratamiento.

La reseña completa de la mesa redonda la puedes encontrar aquí

Ana Isabel Gutiérrez Salegui articipó como ponente invitada en la tercera edición del Foro Educativo que organiza anualmente el Centro de Estudios Superiores Don Bosco de Madrid, institución educativa adscrita a la Universidad Complutense y que imparte, entre otros, los actuales grados de Maestro y de Educación Social. Este III Foro estuvo dedicado a la puesta en común de experiencias en Buenas Prácticas Educactivas y se desarrolló los días 25 y 26 de febrero de 2011.

El acto inaugural del mismo contó con las palabras de bienvenida de Pilar Prieto Zurita, directora del centro, a quien siguió en el uso de la palabra el delegado de la UCM en el mismo Benjamín Fernández Ruiz. La intervención central corrió a cargo de María Jesús Suárez García, Vicerrectora de Departamentos y Centros de la Universidad Complutense y cerró esta sesión de apertura el Coordinador del Foro Juan Carlos Sánchez Huete.
El desarrollo del programa continuó con la ponencia marco Propuestas de Mejora de la Calidad en el Centro Educativo, a cargo del profesor Juan José Nieto Romero, y la mesa redonda Tecnología Educativa, ¿otra forma de hacer educación?, moderada por el profesor Santiago Atrio Cerezo (Universidad Autónoma de Madrid) y con la participación de expertos en la materia: Rafael Carrasco Polaino (Universidad Complutense de Madrid), David Lavilla Muñoz (Universidad Europea de Madrid), Domingo J. Gallego Gil (Universidad Nacional de Educación a Distancia) y Juan Manuel González Serrano (Colegio María Auxiliadora de Madrid).

Las sesiones matinales se cerraron con la expectación despertada por la presencia de Vicente del Bosque, quien, bajo el título Un ejemplo de buena práctica profesional, participó en un ameno e interesante coloquio, conducido por el periodista de la agencia Efe José Antonio Diego Cedenilla y el profesor de educación física Jesús Raúl Rebollo Cano. El seleccionador nacional atendió con brillantez y con extraordinaria amabilidad las cuestiones que le plantearon los conductores del acto y los asistentes sobre deporte, educación y familia.  

Por la tarde, el Foro dedicó su tiempo y espacio a los talleres sobre Salud corporal del docente (dirigido por la fisioterapeuta y osteópata Yolanda Mariñas Martínez), La voz: herramienta de trabajo docente (a cargo de la logopeda y neuropsicóloga Pilar Cervel Nieto), Animación a la lectura (por Zuzana Mažecová y Sonia Martín Varela), Taller de discapacidad (Rosa María Píriz Collado) y La inteligencia emocional en la escuela (Cristina Albendea Saornil). 
Tras los talleres, fue el turno de otra mesa redonda: Buenas prácticas e innovación, moderada por Manuel Riesco González (Doctor en Sociología) y con las intervenciones de Rodrigo Ferrer García (Doctor en CC. de la Educación), Pedro González López (Maestro), Basiliso Martínez Abril (Diplomado en profesorado y autor de numerosos libros de texto), Ricardo González Celpa (Preparador laboral de la Fundación Apascovi) y Miguel Ángel Lucea (Coordinador Pedagógico de la Asociación de Educadores Las Alamedillas). 
La actuación de la Rondalla El Capricho puso fin a esta primera jornada del foro.

El sábado 26 la ponencia final, Familia y Escuela: corresponsales de una buena práctica educativa fue impartida por la psicóloga Ana Isabel Gutiérrez Salegui, responsable de contenidos del portal Adolesweb, quien se centró en aspectos de educación para la salud, y por Iñaki Muñoz Salas, presidente de la asociación Disfam, que se refirió entre otras cuestiones a las dificultades de aprendizaje producidas por la dislexia. 

El acto de clausura del Foro incluyó la entrega de los Premios Linda Lucotti a las mejores experiencias educativas, y la lectura, a cargo del coordinador Juan Carlos Sánchez Huete, de las conclusiones de este encuentro, además de la intervención final de Pilar Prieto. La guinda a las jornadas la puso Siro López, con el espectáculo de mimo El grito silencioso.
Éste es el resumen de la intervención de Ana Isabel Gutiérrez en este III Foro Educativo del CES D. Bosco, publicado en la web del mismo: 
“Dentro de las buenas prácticas está más allá de la formación, la capacitación para pasar por la vida cuidando de uno mismo y de los demás. La definición de Educación para la Salud dice que ésta es ‘toda aquella combinación de experiencias de aprendizaje planificada, destinada a facilitar los cambios voluntarios de comportamiento saludable’. A día de hoy nos enfrentamos con un gran colectivo de jóvenes cuyos mayores problemas provienen de hábitos inadecuados y valores erróneos.
Las principales causas de enfermedad y mortalidad entre jóvenes son los accidentes, las drogas y los trastornos alimentarios. La prevención de los mismos, desde el planteamiento de Prevención Primaria es una responsabilidad de todos. Es verdad que la implantación de hábitos y de conductas saludables depende directamente de los padres, pero muchos de ellos quizás necesitarían ser informados sobre la importancia real de determinados aspectos, como la alimentación y la obesidad infantil, o la influencia de la practica de deportes, individuales y de grupo, en el fomento de la autoestima y la posterior prevención del consumo de drogas. 
Cuando a Napoleón se le preguntó que cuándo comenzaría a educar a los niños respondió que ‘comenzaría por educar a los padres’. La coordinación entre profesores y padres es esencial a la hora de abordar aspectos fundamentales como la motivación, la Educación para la Salud o la educación en valores. 
El deporte, considerada como una ‘maría’ o un asignatura sin ningún tipo de utilidad durante mucho tiempo se revela hoy como una de las principales estrategias para prevenir los problemas anteriormente citados, así como algunas enfermedades consideradas hasta ahora, terreno exclusivo de los adultos y que están empezando a aparecer entre nuestros niños y adolescentes. El deporte, como base de un equilibrio psicofísico y de una mayor calidad de vida, es una asignatura que debe ser reivindicada y de la que debemos trasmitir su importancia e implicaciones tanto a los padres como a los alumnos”.
Publicado en La Opinión de Zamora, 11.04.07.

EL COLEGIO DE ENFERMERÍA CELEBRA UN CICLO DE CHARLAS CON EXPERTOS NACIONALES
Secreto y violencia profesional o la anorexia centran la programación
C.G.
Cinco expertos nacionales en materias como el secreto profesional, la violencia, el estrés o la anorexia centran el ciclo de conferencias organizado por el Colegio de Enfermería de Zamora con la colaboración de la Fundación Científica Caja Rural y que mañana se ponen en marcha en el salón de actos de la organización profesional. El presidente del Colegio, Andrés Pérez Santamaría, y el director de la Fundación Cienfícia, José Miguel Diego Gómez, presentaron ayer el ciclo de charlas, enmarcadas dentro de los convenios que la entidad financiera mantiene con loas organizaciones colegiales de las ramas sanitarias: médicos, enfermeros, farmacéuticos y veterinarios. La primera de las conferencias la pronunciará mañana, a partir de las seis de la tarde, Inmaculada García Palomero, enfermera y psicóloga y experta en bioética, que procede de Salamanca. Las siguientes charlas se producirán con una periodicidad mensual, aunque respetando los períodos vacaciones de verano, poco adecuados para este tipo de actividades de formación continua.
El 3 de mayo visitará Zamora Ana Isabel Gutiérrez Salegui, licencia en psicología clínica, social y del trabajo, así como técnico especialista en trastornos de la conducta alimentaria y prevención de la drogodependencia. El título de su conferencia es: “Trastornos de la alimentación como reto sanitario: anorexia, bulimia, obesidad, etc.”. El 19 de junio Juan Luis Soto de Lanuza, enfermero y psicólogo de Guadalajara, hablará sobre la “Violencia hacia el profesional de enfermería”. El mismo será el encargado de retomar el ciclo tras las vacaciones de verano, concretamente el 10 de octubre, en este caso para exponer el asunto del control del estrés en enfermería. Una última mesa redonda, en fecha aún por determinar, analizará la investigación y elaboración de guías y protocolos, que será moderada por el enfermero Luis Fraile y contará con participación zamorana.

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