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Por Ana Isabel Gutiérrez Salegui, psicóloga forense

Publicado en el blog jurídico ¿Hay Derecho?, 01.10.14

Desde hace algún tiempo parecen haberse extendido en nuestro país las prácticas delictivas relacionadas con préstamos hipotecariosEl fenómeno ha cobrado relevancia mediática y hemos visto cómo muchas familias denuncian haber sido víctimas de este tipo de estafas, que persiguen apoderarse de un inmueble con un ínfimo desembolso económico.
Para ello, los estafadores tendrán que conseguir antes que el propietario, en situación de apremiante necesidad económica, hipoteque su vivienda, firmando ante notario un préstamo con un capital superior al que realmente recibe, unos intereses de demora desproporcionados, un valor de tasación fijado sin ningún criterio de mercado y un plazo de devolución mucho más breve del convenido verbalmente.
¿Es difícil lograr engañar a alguien hasta ese punto? Veremos que no tanto.
Los afectados se mueven luego entre la autoculpabilización por haber caído en la trampa y la doble victimización que se deriva de la incomprensión social y de la escasa atención judicial a sus denuncias. Pero, como tuve ocasión de exponer en las jornadas celebradas en el Colegio de Abogados de Madrid sobre estafas hipotecariasla operativa que despliegan estos delincuentes está sumamente elaborada no sólo desde un punto de vista legal o económico, sino también psicológico.
En una amplia denuncia interpuesta ante la Fiscalía de la Audiencia Nacional, redactada por Carlos Javier Galán, abogado que se ha destacado por la denuncia pública de estas prácticas, se describe, a partir del testimonio de centenares de afectados, el modus operandi más frecuente por parte de estas redes. En lo que se narra acerca del comportamiento de los prestamistas e intermediarios para consumar estas estafas, nada es casual. Ni siquiera aquellos detalles que podrían parecernos menos relevantes. Vamos a analizarlo brevemente a la luz de la psicología.

LA ESTAFA

La estafa suele ser definida como un delito que se ejecuta contra el patrimonio o la propiedad y que se perpetra por medio de un engaño, a través del cual, una persona o grupo, utilizan diferentes estrategias y mentiras para disminuir la percepción de la victima, provocando que ésta cometa un acto de disposición sobre su patrimonio que le ocasiona un perjuicio económico a sí misma o a terceros.
Engañar a una persona puede ser producto de la suerte o de vulnerabilidades previas de la victima concreta. Cuando se trata de un numeroso grupo de afectados es habitual tener detrás un cuidadoso diseño del modus operandi, estudiado para disminuir la atención, la percepción y solventar las precauciones y dudas que, en cualquier persona, cuando está en juego su patrimonio y el de su familia, aparecen.
Si bien aparentemente en el análisis individual parece que puede haber diferencias entre casos, al realizar una apreciación conjunta de toda la casuística se observan con facilidad los patrones comunes. Para ser más concretos, la existencia de un grupo de víctimas, con diferentes perfiles socio-educativos, distintas profesiones y circunstancias, nos indica que, más allá de las diferencias individuales de esa casuística, adaptadas a las circunstancias anteriores, tenemos un estudiado método de distracción y malabarismo psicológico.
En la estafa el modus operandi se articula en torno a la psicología de la víctima, en cómo conseguir que una persona, en las circunstancias adecuadas, por predisposición (situación de necesidad económica) o  creadas artificialmente (ansiedad ante una espera forzada,) disminuya sus defensas (juicio crítico) y acceda a meterse inconscientemente en la trampa que se le ha urdido. Comúnmente se suele decir que en las estafas tiene gran parte de implicación la avaricia de la víctima, pero en el caso que nos ocupa es más bien la situación de desesperación la que, como vamos a explicar, interfiere en la capacidad para hacer que una persona pase por alto aspectos que podrían alertarla sobre un posible engaño. En la avaricia, el sentimiento de base es el deseo; en la extrema necesidad, la ansiedad y el miedo. El estrés continuado de estos sentimientos afecta de forma severa a la atención, concentración, memoria y capacidad de solución de problemas, como demostraron Hayes, JP y Colbs (2012). Sobra decir en este punto que, el marco de la crisis económica actual, con la cuasi imposibilidad de perspectivas laborales, favorece y agudiza este estado psicológico.
La “victima perfecta” para este tipo de engaños tiene una necesidad económica acuciante y una situación en la cual los cauces habituales de préstamo económico le son denegados.
La captación de la victima se realiza a través de páginas de Internet fundamentalmente, cuidadosamente diseñadas para dar una imagen de profesionalidad y seriedad, produciéndose el “efecto halo” descrito por Thorndike (1920) por el cual se produce un sesgo cognitivo que hace que percibamos algo o a alguien como fiable, legal y serio si su imagen nos lo trasmite. Actualmente en marketing esta técnica es muy usada como estrategia para mejorar la percepción de algunos productos. Buscando la explicación en la lógica, la teoría del “efecto halo” se basa en la falacia por asociación, una falacia inductiva por la cual inferimos que las cualidades de un objeto específico se corresponden con las de un grupo general. Las falacias por asociación son un caso especial de ignoratio elenchi que se resumen en el siguiente esquema:
– El elemento A pertenece al grupo B.
– A posee una característica determinada.
– Por lo tanto, todos los elementos de B poseen dichas características.
Para comprender el resto del proceso, es necesario continuar realizando un ejercicio mental de empatía. Contextualizando, las víctimas frecuentemente llevan a la espalda un largo camino de problemas económicos y de búsqueda de soluciones frecuentemente denegadas o infructuosas. Se encuentran en una situación de miedo, estrés, desesperanza y ansiedad. En muchas ocasiones, esto se agrava por la autoimposición de guardar silencio ante familiares, clientes o proveedores, bien por proteger a sus seres queridos, o bien por salvaguardar la imagen de su negocio. Éste es uno de los factores que va a jugar a favor de los estafadores. A muchas víctimas les será imposible consultar la toma de decisiones, dada la ocultación de la situación a su entorno. En otros casos, la imposibilidad de consultar con un abogado vendrá impuesta por la dificultad de pagar sus honorarios.
En este estado psicológico y económico es cuando se produce la llamada de aceptación del préstamo. El hecho de poner su domicilio como aval hace que la persona no perciba que, en ninguno de los casos, se han producido las averiguaciones encaminadas a determinar la capacidad de pago del prestatario.
Hay que ser consciente de que este modus operandi ha sido diseñado y pulido a lo largo de años con el objetivo de hacer desaparecer la mínima suspicacia o resistencia psicológica y ni un solo componente se ha dejado al azar, como vamos a ver analizando la secuencia habitual de los hechos.
FACTOR 1: LA SORPRESA
Las citas en notaría por parte de estas redes delictivas se conciertan con muy poca antelación, generalmente con uno o a lo sumo dos días de antelación.
Normalmente la persona, que ha sufrido denegaciones de préstamos por parte de bancos con anterioridad, no se ha asesorado ni pedido a alguien que le acompañe, ya que no quiere arriesgarse a otra negativa.
El hecho de estar en situación económica desesperada (y que muchas veces se oculta a familiares, amigos o clientes por motivos obvios) impide pedir consejo.
La falta de capacidad económica disuade también de consultar con un abogado o un asesor.
FACTOR 2: LA INMEDIATEZ
“Siempre se le informa de que tiene concedido su préstamo, la solución a su problema, pero se le advierte de que, en caso de no poder firmar ese día, la operación se tendrá que aplazar “sine die”, alegando diversas excusas para ello (viaje del prestamista, posibilidad de que se adelante otro prestatario y luego no se encuentre capital, etc., etc.)” (De la denuncia ante la Fiscalía de la AN).
Este factor coloca a la víctima en una disyuntiva: si no accede seguirá en su situación de desesperada necesidad (consecuencia segura), si accede puede encontrarse con una situación de riesgo (consecuencia posible). La opción es elegir entre un miedo y un miedo mayor. Aquí se ponen en marcha los mecanismos psicológicos asociados a la negación del riesgo que pueden expresarse de variadas formas. La más simple de ellas, la negación directa: “a mi no me va a pasar”.
La negación puede definirse como impensabilidad. En los diferentes estudios sobre riesgo percibido en marketing, se reseña siempre que “cuanto más urgente sea la necesidad, menos evaluación se realizará”,ergo en un estado de necesidad extrema la evaluación se minimiza y las dudas se disipan a través de los mecanismos de disminución de la “disonancia cognitiva” (Festinger, 1957).
La disonancia cognitiva es un estado de tensión y ansiedad que se produce cuando hay discrepancias o contradicciones entre decisiones, creencias o comportamientos. En la teoría de la disonancia cognitiva, el resultado entre caminos opuestos de pensamiento será el que requiera el menor estrés emocional, en nuestro caso el miedo menor, menos acuciante o menos probable.
Generalmente todos, en una situación de disonancia cognitiva, tendemos inconscientemente a disminuirla para recuperar el equilibrio. Y, para reducirla, podemos comportarnos o argumentar a favor de la decisión tomada, para darnos tranquilidad y convencernos del porqué de esas decisiones, dado que deseamos bajar el nivel de ansiedad que nos produce tal disonancia. De esta manera, analizaremos lo que nos ocurre desde la atención selectiva, dando importancia a los datos que avalen la decisión que queremos tomar e ignorando aquellos que nos generen dudas. En este punto cumplen un papel fundamental la elección del marco -una notaria- y la aparición de referencias a instituciones o entidades bancarias de prestigio.
La disminución de cualquier percepción de riesgo y aumento de ansiedad y miedo se optimiza estratégicamente a través de la idea de que “si no te decides puedes perder la oportunidad”. Esta artimaña, ampliamente utilizada en marketing y en técnicas de venta, la describe perfectamente Vélez León en su libroEl síndrome del gato lleno“El cierre de la venta debe ser provocado por el vendedor a menos que el cliente lo solicite inmediatamente”. Entre las cuatro estrategias de cierre que explicita están:
– Cierre por oportunidad: el vendedor establece una situación de urgencia, necesidad o de unidades limitadas, para crear prisa en el cliente y hacer que éste opte por realizar el pedido.
– Cierre derivado: el vendedor hace entender al cliente que pospondrá la venta, pues existe gran demanda del artículo o algún otro cliente está esperando realizar un pedido urgente.  
FACTOR 3: DISPARAR LA ANSIEDAD MEDIANTE LA ESPERA
“No siempre, pero en un número de ocasiones elevado y muy significativo, estando ya sentados para firmar -no en la sala de espera de notaría, sino ya dentro en la propia sala de reuniones y en la mesa donde se llevará a cabo luego la firma-, de pronto los intermediarios atienden una llamada y alegan alguna excusa por la que el prestamista se retrasa: un atasco, una reunión previa que se ha complicado, etc. Todos esperan pacientemente en la mesa donde ya pensaban firmar de inmediato durante un largo período de tiempo, una o dos horas e incluso en algunas ocasiones más. A veces la víctima tiene previsto regresar a su lugar de origen y tiene ya billete de tren o de avión con hora para ello, que teme que pueda perder…”. (De la denuncia ante la Fiscalía de la AN).
Tras esa larga espera, que reaviva las incertidumbres, inevitablemente la víctima “bajará la guardia”, estará deseando ya firmar “como sea”.
Las alteraciones de la atención, han sido estudiadas entre otros por Eysenk en el Instituto de Psiquiatría de Londres, siendo sus trabajos la referencia en el área. En estudios llevados a cabo sobre voluntarios sanos, pudo demostrar que el componente psicológico de la ansiedad es fuente de fenómenos cognitivos parasitarios, que disminuyen la posibilidad de un correcto tratamiento del estímulo (en este caso la información) y alteran específicamente la capacidad de memoria inmediata operatoria. La competencia entre  información pertinente o adecuada (estímulo)  e información inadecuada (ansiedad), modifica la selectividad de los procesos atencionales y necesitaría un mayor esfuerzo de atención por parte del sujeto. Esto se traduce por una menor eficacia, especialmente observable en tareas más complejas” (Psygnos)
FACTOR 4: LA CONFIANZA EN EL ENTORNO
El escenario en el que nos movemos es fundamental para aumentar o disminuir los niveles de alerta y percepción de riesgo. Una cosa tan simple como es la ausencia de luz puede hacer que sintamos miedo en la misma calle que horas antes transitábamos apaciblemente.
El escenario elegido para desarrollar los hechos, una notaria, hace que la persona perciba como ridícula cualquier prevención previa que haya podido pasarse por su mente.
La profesión notarial goza de bien ganado prestigio social, los ciudadanos tienen una percepción de fiabilidad y de confianza ante un notario.
Y la víctima no sospecha lo que más tarde descubrirá: que unos pocos notarios muy concretos enturbian esta imagen porque están siendo, en estos casos, la excepción a la regla general.
Dentro de los estereotipos socialmente forjados, resulta tan difícil dar crédito a que te puedan estafar “ante notario” como a que te puedan robar en una comisaría o que te pueda apuñalar una monja.
Automáticamente cualquier idea de ese tipo queda clasificada como “idea irracional”. Y, por lo tanto, es descartada.
FACTOR 5: LOS AVALES DE ENTIDADES BANCARIAS
“… Se le hace firmar lo que los presuntos estafadores llaman una “oferta vinculante”, un documento falso, supuestamente expedido por una entidad bancaria, donde al prestatario se le muestra el capital que se han comprometido a entregarle y la forma de devolución futura en mensualidades”. (De la denuncia ante la Fiscalía de la AN).
Cumple la misma función que la elección del entorno: cuando más conocidas sean las referencias que nos enseñan, más contribuirá a tranquilizar las pocas reticencias que, a esas alturas del desarrollo de los hechos, puedan quedar.
Y si nos enseñan un documento con el sello de un banco conocido y que sí recoge las condiciones pactadas verbalmente, ayuda al engaño.
Resulta entonces fácil que el afectado piense que eso es lo mismo que poco después ratificará en la extensa escritura que firmará ante notario, sin percatarse de que el contenido de ésta ya nada tendrá que ver con el de ese documento privado, que no le será entregado y que jamás volverá a ver.
CONCLUSIÓN
Como puede observarse a través de las múltiples denuncias, los elementos repetitivos configuran un escenario que no es casual, sino estudiado para conseguir un objetivo ilícito, una escena teatral desarrollada para engañar al protagonista.
Desde el punto de vista psicológico se trata del equivalente mental a poner una venda en los ojos, es llevar a una persona a un estado en el cual sea fácilmente engañado “porque su cerebro no puede ver”.
En estas circunstancias la víctima -y quiero recalcar que podríamos ser cualquiera de nosotros si estuviéramos atrapados en una “tela de araña similar”-, firma, sin sospechar ni por asomo que haya caído en la trampa perfectamente urdida de una red de estafadores.
Publicado en el blog Ciencia Crítica de ElDiario.es

– La publicidad alimentaria juega a vender productos utilizando medias verdades y mentiras completas
– Muchas veces incluso violando la legislación vigente
– Las estratagemas psicológicas para vendernos productos ineficaces son diversas
– Una alimentación adecuada es suficiente, y prácticamente ninguno de los productos con substancias añadidas son necesarios para llevar una vida sana
Imagine un mundo en el que casi a cada paso intentaran engañarle con el fin de sacarle dinero. Imagine un mundo en el que comiera, o se metiera cosas en el cuerpo sin saber lo que son, ni las consecuencias que puedan tener para su salud en el futuro aunque en realidad éstas sean perjudiciales. Imagine que además lo hace porque alguien en quien usted confía le dice que es bueno para su salud. Imagine que le dan supuestos argumentos científicos para convencerle, avales de prestigiosas asociaciones o instituciones. Imagine además que usted cree que hay una ley que le protege y que además se le dice que dicha ley se cumple aunque no sea así. 
Pues abra los ojos: ¡vive en ese mundo! 
Dedique un día a contar conmigo los anuncios que le prometen prevención, salud, belleza, aspecto de juventud o delgadez. No olvide contar a los presentadores de programas colando “consejos publicitarios” más o menos disimulados. Sí, los anuncios de toda la vida en televisión, radio, revistas, marquesinas, folletos buzoneados en su propia casa o entregados en mano por la calle, las pantallas que le saltan en cada página que visita en Internet, los enlaces que aparecen en sus redes sociales…le voy a dar el cómputo total, en el mundo occidental el ciudadano medio ve hasta 3000 anuncios publicitarios por día, aunque no sea consciente de ello. 
Pues ahora le digo que la inmensa mayoría son camelos, un extenso abanico que abarca verdades a medias y mentiras completas. Desde hace siglos charlatanes y curanderos han vendido pociones y ungüentos milagrosos para conseguir casi lo mismo, antes el anzuelo era divino ¿Cuántas de nuestras abuelas creían a pies juntillas en el agua de Lourdes o en los cordones de San Blas? Sustituyamos ahora la intervención divina por una supuesta “Ciencia que todo lo puede” y ¡ale hop!, tienen delante a los timadores del siglo XXI. La gran diferencia es que en aquella época nadie sospechaba que en aquel futuro lejano en el que nosotros vivimos ahora dichos charlatanes y curanderos iban a estar amparados por el equivalente al sheriff del condado. 
Como denuncian Ben Goldacre y Michael Pollan en sus respectivos libros Mala Ciencia y El detective en el supermercado, el “nutricionismo” nos ha llevado a una “medicalización” de los alimentos y a una especie de “neurosis alimentaria colectiva” que en lugar de hacernos comer mejor, nos provoca una confusión absoluta con respecto a alimentos y elementos, y cuando no, nos lleva directamente a sufrir consecuencias negativas para nuestra salud, física y mental. Incluso para nuestra “salud” económica, dado que la inmensa mayoría de estos productos están encarecidos con respecto a sus homólogos “normales”, no funcionales, no light o “no algo”. En algunos casos, según CEACCU este incremento puede ser hasta del 200 %. Esa descomunal diferencia de precio es una de las razones por la cual, el mercado de los alimentos funcionales, cerró el ejercicio del 2011, ya en plena crisis económica, con unas ganancias de 2900 millones de euros en el conjunto del mundo occidental y todo por hacernos creer que son “buenos para algo”. 
Pero primero hay que crear la necesidad, convertir en enfermedades lo que siempre ha sido normal, tergiversar el concepto de prevención, acomplejar a muchísimas personas escupiéndoles a la cara defectos que no tienen a base de hacerles compararse con perfecciones que no existen. Estoy hablando del photoshop y otras formas de modificar la imagen ¡por supuesto! 
¡Y ahora procedamos a analizar dicha manipulación! 
Primero, la inmensa mayoría de las alegaciones de salud han sido rechazadas por la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) porque no han podido probar sus supuestos beneficios, como es el caso de los Bifidus o los Lactobacilus, entre otros ¿Pero quién lee la página web de la EFSA? Por eso, aunque usted no se haya dado cuenta, muchos productos, no sólo lácteos, lo que dicen ahora es que “ayudan al normal funcionamiento del organismo”. Al normal funcionamiento del organismo ayuda casi cualquier alimento, les informo, dado que “no comer” es lo que desestabiliza el organismo. De hecho, tras ese rechazo uno de los trucos que están utilizando para seguir alegando sus “supuestos beneficios”, es añadir vitaminas o similares que sí han sido aceptadas, pero que se encuentran de manera habitual en nuestra dieta. O sea, que no los necesitamos si comemos con normalidad. Como ejemplo, con un sólo plátano usted estaría ingiriendo vitamina A, B1, B12, B3, B5, B6, B7, B9, C, D, E, K. 
Claro que a lo mejor se ha dejado engañar también en alguna ocasión por esos anuncios de pastillas de vitaminas, minerales y “oligocosas”, con la idea de que “las vitaminas son buenas” y “no pueden hacerle daño”. ¡Se equivocan! Primero porque las carencias vitamínicas o avitaminosis las debe diagnosticar un médico y en base a una analítica, no por el “método del aojismo” y segundo porque sí pueden hacerle daño. Aunque nadie le haya hablado de ello, las hipervitaminosis existen y potencialmente pueden ser graves. En el registro de cuatro años de la FDA (Agencia americana de Seguridad en alimentación y medicamentos) se recibieron más de 6,300 informes con 10,300 reacciones negativas, entre ellas 115 fallecimientos y más de 2,100 hospitalizaciones, 1,000 enfermedades agravadas con complicaciones, 900 visitas a urgencias y otros 4,000 casos más leves adicionales provocados por suplementos vitamínicos y productos similares. 
Todo ello sin contar con que si usted lleva una dieta normal (rica en frutas y verduras, y acompañada con algo de carne y pescado) esos suplementos son innecesarios, como bien afirma en su página el Ministerio de Sanidad de nuestro país. ¿pero quien lee la página del Ministerio? También la Harvard School of Public Health lo deja bastante claro en su informe Supplement studies: sorting out the confusion: “En el mejor de los casos la compra de estos productos sólo dañará tu economía”. En el peor ya hemos visto como puede afectar su salud. 
Lea usted los ingredientes de cualquier producto elaborado de cualquier supermercado. ¿Tiene usted la garantía de que todos esos ingredientes son realmente necesarios para obtener el producto final? Incluso si muchas de esas substancias añadidas son inertes a su salud, ¿Sabe que va a pagar más por ese producto final sólo porque lleva más ingredientes? Pues bien, ahí está una de las fórmulas empleadas por la industria alimentaria, añadir ingredientes que permiten encarecer el producto pero ofreciendo realmente lo mismo. Si además alguno de estos ingredientes puede usarse como atrayente mediante la propaganda falaz que aquí se denuncia, pues mucho mejor (para el fabricante, ¡claro!). 
Hay muchas formas de camelarle e inducirle a engaño, como esos zumos tan sanos con vitaminas añadidas y cero por ciento de grasa que contienen 37 gramos de azúcar, bastante más de la Cantidad diaria recomendada por la O.M.S. ¡Cuidado al leer la etiqueta! ponen las cantidades en 100 ml, pero es que el tetra-brick individual que usted le está dando a su hijo tiene 330 ml. ¡Multiplique por tres y pico las cifras que lea! 
Otro ejemplo son los alimentos “sin”. Si se dan cuenta, últimamente todo es sin algo, aunque la moda más extendida es la del “sin azúcar” o “sin azúcar añadida”, como es el caso de muchos “zumos” o más bien “bebidas líquidas nutritivas” presentadas en tetra brik. Lea en ese caso las cantidades de grasa, aunque a lo mejor, usando otra de las tácticas recurrentes pone “lípidos”, con lo cual a la inmensa mayoría de la gente le pasarían desapercibidas. 
Para los alimentos muy bajos en calorías (ni azúcar, ni grasas) existe otra palabra mágica, que es “light”, y últimamente para los refrescos, la palabra “zero”. Pues bien, como ya se ha tratado en este blog, estos productos contienen edulcorantes artificiales que podrían ser bastante nocivos para su salud. Lo mejor es sin duda no consumir ni ese exceso de calorías que no necesita, ni esa bebida sustitutiva. Y por favor, compruebe los ingredientes de un refresco “light” y otro “zero”, ¿nota alguna diferencia? ¡claro que no! “zero”, es un “nuevo palabro” inventado para venderle lo mismo. 
Podría seguir hasta convertir este artículo en una enciclopedia de la manipulación, sólo les digo que casi nada que vaya envuelto se libra de algún truco y muchos de ellos pueden perjudicar tremendamente la salud. Reflexionen un momento, a pesar de tener supermercados “medicalizados”, y de que casi todo se publicite como “natural y saludable” tenemos unas elevadísimas tasas epidémicas de obesidad, diabetes, hipertensión y obsesiones relacionadas con la comida y la imagen, y no solo afectan a los adultos, si miramos las cifras del estudio Aladino del año 2011, el 44,5 % de nuestros niños tenía sobrepeso u obesidad. 
Sólo hay una manera de evitar ser víctimas de estas estratagemas y es informándose adecuadamente, leyendo y recuperando el espíritu crítico con quien sólo pretende vendernos sus productos sacando el máximo beneficio posible. 
Y sólo hay una manera de mantener la salud y prevenir las enfermedades relacionadas con la alimentación; y es seguir practicando los hábitos saludables que sí funcionan, como comer recetas tradicionales con hortalizas, legumbres, cereales, verduras y frutas, y en menor medida pescado y carne, moverse, andar, subir escaleras, practicar algún deporte más o menos habitualmente, no consumir tóxicos, alcohol, tabaco y otras drogas, y dormir adecuadamente. Lo siento ¡los milagros no existen! aunque las empresas se lo quieran hacer creer. 
Ésta es una historia que se sabe hace tiempo. Sin ir más lejos, hace casi 30 años, músicos que le podrían parecer de lo más estrambótico, como Eskorbuto, la han venido denunciando
Pero por último, si me permiten una sugerencia, y si quieren saber más sobre este tema, lean mi libro, Consume y calla, que es fruto de un tremendo esfuerzo de investigación, búsqueda de datos y lectura de esas páginas científicas e institucionales que nadie se lee y en el que intento desenmascarar los intereses de una industria que está jugando con mi salud, con la suya y con la de sus hijos.
(Ilustración: Limit Food, de Werens)  
Publicado en Vit301, Health & Bio Magazine, nº 3, mayo 2014

LIBROS
CONSUME Y CALLA
ALIMENTOS SALUDABLES Y FUNCIONALES A DEBATE

Todo el mundo quiere que nos cuidemos, todos los productos parece que nos ayudan a ello. Sin embargo, las principales causas de enfermedad y muerte en nuestra sociedad tienen que ver con lo que comemos y cómo lo hacemos: hipertensión, bulimia, diabetes, colesterol, anorexia y obesidad. 

Un libro sobre la manipulación publicitaria en alimentación y cosmética, así como las repercusiones sociológicas, legales, económicas y, lo más importante, sobre nuestros hábitos y nuestra salud. 


Canal Enfermero, la televisión online del Consejo General de Enfermería, realizó una entrevista a Ana Isabel Gutiérrez Salegui sobre su libro Consume y calla
La psicóloga está muy vinculada a la organización colegial de enfermería, entre otras actividades por su labor docente en la Escuela Internacional de Ciencias de la Salud
El periodista Alipio Gutiérrez charla con la autora sobre este libro que denuncia la manipulación existente en el ámbito de la nutrición y la cosmética.

Publicado en los diarios del grupo Vocento: ABC, El Correo, El Diario Vasco, Hoy de Extremadura, El Norte de CastillaEl Diario Montañés, El Comercio de Gijón, La Verdad de Murcia, La Rioja, Las Provincias de la Comunidad Valenciana, Ideal de Granada, Sur de Málaga, La Voz de Cádiz, 06.06.14.


Salud
LOS TIMOS DEL MARKETING NUTRICIONAL

Alejandra Rodríguez

Ni lo ‘light’ es siempre sano ni un batido puede sustituir todas las verduras que debemos tomar. La psicóloga Ana Gutiérrez publica un libro en el que destierra los mitos de algunos productos milagro que lo único que adelgazan es el bolsillo. 

Falta de formación específica, poco juicio crítico, avaricia empresarial, marketing salvaje, esnobismo, condicionantes socioeconómicos y culturales, … todas estas circunstancias y alguna más han dado como resultado un escenario en el que el usuario, en teoría más informado y protegido que nunca, está a merced de todo tipo de triquiñuelas de mercadotecnia encaminadas a transmitir una sensación de salud que, en muchas ocasiones, nada tiene que ver con la realidad.

De esta manera, un yogur ha dejado de ser un simple yogur, el champú ya no es sólo un líquido para limpiar el cabello, la leche ya no es sólo leche y el pan tampoco es únicamente pan. Prácticamente todos los productos (alimentos y cosméticos, sobre todo) que pueblan las estanterías de los supermercados dicen ofrecer algo más; concretamente un algo más dirigido a mejorar nuestra salud. 


Echando mano de un gran sentido del humor y de ejemplos cotidianos y perfectamente identificables, Ana Isabel Gutiérrez Salegui, psicóloga forense especializada en trastornos de la conducta alimentaria, ha escrito Consume y calla (Editorial Foca), un libro directo y coloquial en el que hace un repaso de los casos más flagrantes de manipulación del consumidor por parte de la industria del sector.

Según la autora, su objetivo no es aterrorizar al lector, sino todo lo contrario. “Se trata de recuperar el sentido crítico y la sensatez a la hora de comprar, para no dejarnos llevar por ese flautista de Hamelín de los reclamos publicitarios que nos dan a entender que tomando tal o cual producto vamos a asegurarnos una salud de hierro, porque no es así hasta que no lo demuestren científicamente”, explica. 

Y es que, según han avisado los especialistas en la materia, el continuo bombardeo de este tipo de mensajes está favoreciendo la aparición de obsesiones relacionadas con el cuidado personal a través de la alimentación que están muy lejos de ser saludables; eso por no hablar de que tampoco es barato, ya que los productos que te prometen este extra de salud cuestan más que sus versiones convencionales.

CONSECUENCIAS PARA LA SALUD

Con todo, lo verdaderamente rechazable de esta situación no es tanto el perjuicio económico que supone su compra sino las consecuencias que eso puede tener para nuestra salud presente y futura. “Ciertamente las empresas están legitimadas para vender sus productos, para publicitarlos y hay que decir por adelantado que también hay muchas cosas que hacen bien”, matiza Gutiérrez Salegui. 

“No obstante, para lo que no están legitimadas es para engañar deliberadamente al consumidor haciéndole creer que está enfermo, que se encuentra en riesgo de estarlo o que sus alimentos van a mejorar alguna condición clínica”. 

¿Y cómo es posible que se transmita una información supuestamente avalada científicamente si no es cierta? Se preguntarán ustedes que, como la gran mayoría de la población asume que la publicidad puede exagerar, pero no asimila que, además, también pueda mentir. 

Pues por los recovecos legales existentes, por la laxitud de las sanciones cuando se rompen unos códigos deontológicos diseñados para cumplir el expediente y por artimañas publicitarias tales como transmitir una idea en letras grandes y matizarla en tipografía minúscula escondida en el etiquetado, usar tecnicismos que incluso a los especialistas les resulta difícil descifrar, dar explicaciones complejas prácticamente irrelevantes, establecer asociaciones sin fundamento, basarse en investigaciones diseñadas a medida, recurrir a rostros populares como prescriptores para subirse al carro de su credibilidad… Y así un largo etcétera.

En definitiva, y aun admitiendo que la población debería tomarse más en serio la responsabilidad que tiene sobre sus decisiones de compra, cada vez más anómalas, lo que preocupa a los expertos es la desprotección de ciertos colectivos que aún no tienen juicio crítico o la formación suficiente para ejercer dicha responsabilidad; como son los niños, los adolescentes y las personas mayores.

PÚBLICO FÁCIL

“Son un blanco fácil para las estrategias engañosas porque si fidelizas a un niño tienes a un consumidor para toda la vida. La gente mayor es muy reacia al cambio, de manera que si le convences, lo haces para siempre. Además los adultos que les cuidan suelen caer en la trampa del chantaje emocional de si no les das estos a tus hijos eres una mala madre o si permites que el abuelo viva sin tomar esto otro eres un mal hijo”, argumenta la experta quien, además, recuerda que “confiamos en las autoridades, en la Administración y en los medios de comunicación; no nos entra en la cabeza que nos traicionen o que antes de lanzar un mensaje no hayan hecho un trabajo previo para comprobarlo y ampararnos”. 

“Consume y calla” nos ayuda a darnos cuenta de que aunque las estratagemas han evolucionado desde la época de los vendedores de crecepelo que se movían en carromato, la charlatanería sigue estando ahí, aunque con otro envoltorio.

REGLAS DE ORO PARA IR AL SÚPER

Términos engañosos. No te dejes cegar por términos como “natural”, “tradicional”, “casero”, “bio”… En sí no implican que el alimento sea mejor o más saludable y en muchas ocasiones faltan a la verdad. 

Ojo con lo “light”. Este vocablo únicamente indica que tiene menos calorías que sus versiones convencionales. No quiere decir que no engorde, que sea sano o que no lleve cantidades excesivas de ingredientes de los que no hay que abusar. 

Cuidado con el 0%. Que un producto no tenga, por ejemplo, rastro de grasa no quiere decir que esté libre de azúcares o de aditivos poco recomendables… y viceversa. 

Alegaciones de moda. “Sin colesterol” o “sin gluten” se han extendido a productos que de todas formas no lo llevan. Por ejemplo, el pan no debe contener colesterol: ¿para qué especificarlo? 

El engaño de los 2, 3 ó 4 en 1. No pienses que un zumo o un batido va a reunir en un vaso las propiedades de la fruta, los cereales, el pescado y las legumbres, todo a la vez: no es cierto. Tampoco un brebaje de color naranja tiene que ser necesariamente zumo exprimido.

(Fotografía: Óscar Chamorro. Vocento).
Publicado en el suplemento La Otra Crónica, de El Mundo, 31.05.14.

Adelgazar: no existen los milagros
LAS DIETAS: EL NEGOCIO ENGAÑOSO DE MUCHAS FAMOSAS

– Caritina, Terelu Campos, Chabelita, son algunas de las “celebs” que anuncian productos 
– Se cobra hasta 60.000 euros por amadrinar un método para adelgazar 
– ‘Lo más grave es que se presten a vender algo que no está comprobado”, denuncian 
Seis marcas han presentado en el último mes nuevos productos con famosos

Pilar Vidal / José Luis Romo / Antonio Diéguez

Llega el verano y hay quien se prueba la ropa de la temporada pasada con aprensión. Ya es tarde para tomarse la operación biquini en serio, pero desde la televisión rostros famosos como los de Terelu Campos, Chabelita, Isabel Sartorius o Caritina Goyanes animan a perder peso de forma fácil y rápida. Por sus curvas no parece tan sencillo como explican pero, al menos, para ellas es rentable: tratan de quemar grasa mientras engordan su cuenta corriente. Las firmas dietéticas son conscientes de su poder de persuasión entre los consumidores y pagan hasta 50.000 euros a un famoso por anunciar sus productos. Esa cantidad es, por ejemplo, lo que Belén Esteban cobra por promocionar el control de peso de Biocyte, el método con el que intenta rebajar los 18 kilos que engordó con su rehabilitación. Aunque Jorge Javier Vázquez o Carlos Moyá han llegado más alto por anunciar productos de este tipo. 

BOMBARDEO MEDIÁTICO

En el último mes el bombardeo de famosas empeñadas en animarnos a ponernos en forma es constante. Hasta seis marcas han presentado actos, photocalls y campañas con su correspondiente madrina. La última cara conocida en sumarse a la cruzada antigrasa es la de la entrañable Caritina Goyanes. La que fuera musa de la dieta Dukan con escasa fortuna ha vuelto a la carga presentando la Banda Gástrica Virtual Hipnobanda. Se trata de un nuevo sistema basado en la hipnosis que no prohíbe alimentos, sino que enseña a comer sólo cuando se tiene hambre. Según dice a LOC, ha perdido 20 kilos en tres meses. “Para mí es justo la antidieta. A lo largo de mi vida he hecho todas las dietas y con ellas perdía peso pero, en cuanto las dejaba, sufría el efecto rebote. No me servían para nada”. Eso fue lo que le ocurrió con la Dukan. Recuperó los 26 kilos que perdió. Luego apostó por una dieta macrobiótica del doctor italiano Henri Chenot. Pasó dos semanas en el hotel Miramar de Biarritz, donde perdió ocho kilos gracias a la talasoterapia y a una dieta basada en proteínas y verduras. Sin embargo, asegura que la hipnosis es lo que mejor le ha funcionado: “No prohíbe comer nada, sino que simplemente pierdes el apetito y reeducas tu mente a comer cuando se tiene hambre”.

Con este historial yo-yo, recurrir a la hipnosis no parece descabellado. Sin embargo, Albert Lecube, coordinador del Grupo de Obesidad de la SEEN (Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición)se muestra escéptico cuando LOC le pregunta por él. “Esta técnica cae por su propio peso”, dice inconsciente de su chiste involuntario. Tal y como cuenta, no existen los milagros. Perder peso es muy difícil y por eso la gente busca soluciones rápidas y que no supongan esfuerzo. “Este germen es el que hace que cada mes aparezcan varias fórmulas para adelgazar”, según Lecube. Y con ellas famosas dispuestas a poner su imagen pese al efecto negativo que puede causar en la población.

La psicóloga Ana Isabel Gutiérrez acaba de publicar el libro Consume y calla en la Editorial Foca (muy irónico, sí). Para ella, la hipnosis que promociona Caritina “es un timo” y cree que aunque haya recibido una contraprestación económica por ser su imagen no debería seguir defendiéndola. “Hay mucha gente que va a ser víctima de este engaño. Afortunadamente, la hipnosis no tiene efectos secundarios pero hay otras dietas que anuncian los famosos que sí repercuten sobre la salud”. Precisamente, el anterior pagador de Caritina, Pierre Dukan, fue expulsado del colegio de médicos francés a principios de año por promocionar su polémica dieta, que puede causar importantes desequilibros en el organismo. 

NEGOCIO MILLONARIO

Los productos alimenticios y medicinales pensados para perder peso mueven cada año más de 2.000 millones de euros, según cálculos de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD). Una cifra in crescendo cada año. La organización ha calculado que una persona gasta entre 80 y 90 euros en productos dietéticos cuando comienza una dieta y en España, una de cada cuatro personas quieren adelgazar. Al comienzo de la crisis, en 2009, la empresa de medición de mercados Nielsen calculó que las compañías de este sector facturaron 224 millones. Y este business no se ha deshinchado. 

De ahí que las famosas patrias pasadas de kilos (o no, las delgadas también las anuncian como si lo necesitaran) hayan encontrado una nueva fuente de ingresos anunciando dietas. Recapitulemos. Desde que Rocío Carrasco la hiciera famosa, la Dieta de la Alcachofa ha reclutado a Jessica Bueno, Sonia Ferrer, María José Campanario, Carmen Martínez Bordiú, Toñi y Encarna Salazar y, por último, Chabelita Pantoja. A los reductores de peso y volumen se han apuntado Isabel Sartorius, Rosa de España, Terelu Campos o Vicky Martín Berrocal. 

Jorge Javier Vázquez después de ser muso de Obergrass y Weight Watchers, ha prestado su imagen a dos libros publicados por esta dieta americana, con la que el catalán se ha desprendido de siete kilos. En su pasada convocatoria con el método “Entulinea” de Weight Watchers, Jorge Javier analizó con LOC este boom de celebrities antigrasa y declaró que no hay que sentir pudor a la hora de aceptar estas ofertas publicitarias. “Cuando uno es consciente de que no es perfecto, se puede luchar contra eso”. Otra cosa son los desiguales resultados que esta listas de famosos han obtenido con los productos que anuncian… 

RESPONSABILIDAD SOCIAL

Según prosigue la psicóloga Ana Isabel Gutiérrez, “en este país se ha sobredimensionado el tema del famoseo y, si lo dice un rostro conocido, la gente ya cree que es verdad. Lo más grave es que se presten a vender algo que no está comprobado o que ni siquiera ellos mismos han probado, a los demás. Deberían cuestionarse la responsabilidad social. Es como si yo, que soy psicóloga, en lugar de tratar a enfermos, tratara a sanos también. Hay que rescatar la ética, un concepto abstracto y perdido”.

Dietas y productos milagro también son cuestionados por el doctor Lecube. “La Dieta de la Alcachofa… pues lo mismo que si yo pongo pepino, puedes inventarte la que quieras con cualquier alimento; piña, zanahoria… Tomando pastillas de alcachofas no adelgazas. Las de alcachofa no te hacen daño, pero hay multitud de píldoras que nadie sabe lo que llevan y que se venden como complementos nutricionales. Los permisos para comercializarlos son más laxos que los fármacos”, explica.

Entre las famosas abundan los ejemplos poco éticos, Marisa Jara presentó 4321 Slimexcell en marzo de 2011, aunque antes perdió los 10 kilos con una dieta. Su separación con Chete Escribano motivó aquella contratación, con la que se embolsó 4.000 euros. Por su parte, Marina Danko, recién separada de Palomo Linares, en marzo de 2012, presentó los ultradrenantes de 4321 y por ello ganó 6.000 euros. Ciertamente se la vio más delgada. Sin embargo, confesó que su bajada de 9 kilos se debió a los disgustos. 

A ambos ejemplos se les puede considerar tramposos aunque hay otros que resultan directamente ineficaces. ¿Recuerdan a Carmen Martínez Bordiú promocionando La dieta de la Alcachofa en 2012? Prometió que bajaría varias tallas, sin embargo sigue manteniendo un aspecto muy saludable. En el mismo saco podríamos meter a Kiko Rivera que en diciembre dijo que bajaría 11 kilos gracias a los beneficios de Cardo Marian y todavía no hemos apreciado ningún síntoma de sus progresos. Aunque quizás el caso más paradigmático de todos sea el de Caritina, que lleva toda su vida a dieta (y promocionándolas) sin conseguir su anhelada esbeltez.

LA ESPERANZA

En la larga lista de famosas que han promocionado estos productos, quizás el único caso que da lugar a la esperanza sea el de Rosa López, también conocida como Rosa de España. La ganadora de Operación Triunfo sufrió un cambio físico espectacular que la llevó a posar incluso en las páginas de la revista erótica Primera Línea. Ha bajado 40 kilos en cinco años gracias, según ella, a las pastillas XL-S Medical. Le pagan 30.000 euros al año por ser su imagen. Sin embargo, los médicos insisten en que sin una dieta equilibrada y un ejercicio continuado esto hubiera sido imposible. 

En este adiposo panorama no todos los famosos se animan a la promoción de dietas. La actriz Teté Delgado, por ejemplo, se muestra partidaria de aquel refrán que reza: “El mejor aderezo es la carne sobre el hueso”. A pesar de su popularidad, nunca se ha prestado a cobrar por este tipo de productos aunque haya hecho dietas. Por su parte, Fernando Albizu que estrena la próxima semana obra en Microteatro Por Dinero (Madrid) ha sido una de las grandes revelaciones de esta temporada televisiva gracias a su agilidad para la danza en Mira quién baila. Sus más de 100 kilos no le impidieron atreverse con la rumba, el breakdance o el chachachá y, aunque quiere adelgazar por salud, tiene clara su postura. Nunca cobraría por promocionar un producto que no fuera eficaz. “Primero lo probaría. Si funciona, claro que lo haría. Pero en caso contrario, no porque sé lo duro que es adelgazar”. De hecho, él nunca se ha dopado con complementos ni pastillas. “Yo pesaba 160 kilos y quería estar sano. Para eso hay que hacer dieta equilibrada y deporte. Yo nací gordo y moriré gordo. Soy grandón”. A veces, sólo queda el estoicismo… y la fuerza de voluntad. 

TERELU CAMPOS: 50.000 EUROS Y POCOS RESULTADOS

El pasado mes de febrero, Terelu Campos (48 años) se propuso perder 10 kilos con Redu Peso, una firma que le pagó 50.000 euros por la campaña. Han pasado tres meses y la presentadora prefiere no hablar de kilos perdidos. “Yo les dije a los de Redu Peso que no voy a hablar de kilos. Creo que pertenecen a mi intimidad y me interesa más el volumen que he perdido que el peso. También he ganado kilos porque he musculado más, que he estado dos horas en el gimnasio durante tres meses. He perdido ocho centímetros”. Curiosamente, en la fotografía que ilustra la promoción de Redu Peso, ese contorno perdido parece más bien obra del photoshop. Pero la presentadora parece ajena a las críticas: “Con lo mayor que soy, me da igual lo que piense la gente. Prefiero perder ocho centímetros que cuatro kilos. Yo no tengo una meta, sino que quiero verme físicamente bien. También soy consciente de que no tengo 30 años. Ahora quiero verme bien y fuerte”. Por eso, Terelu se muestra muy interesada en el deporte últimamente. La revista “¡Hola!” incluso la relacionó con su entrenador personal, José Valenciano, algo que ella califica como «demencial» aunque se niegue a desmentir la relación. “Tampoco afirmo nada”, desliza misteriosa. Quizás con sus amores pueda jugar al despiste pero con los kilos… la báscula no engaña. 

CHABELITA PANTOJA: 30.000 EUROS PARA NUEVOS PECHOS

A sus 18 años, la hija de Isabel Pantoja ha abrazado el estrellato mediático con ganas. Después de su sorpresivo embarazo, Chabelita quería recuperar la línea y LaDieta de la Alcachofa le propuso sumarse a su plantel de famosas, con el morbo añadido de que su ex cuñada Jessica Bueno hubiera sido su predecesora en el cargo. El pasado martes 20 acudió a un photocall de la marca y, por la promoción, ha cobrado unos 30.000 euros. Una importante suma de dinero que en parte ha sido destinada para una operación de cirugía estética. Concretamente, un aumento de pecho. La hermana pequeña de Kiko Rivera pasó por quirófano el lunes y ahora se encuentra recuperándose de la intervención. Gracias a este paso, la nueva it girl de la prensa rosa ganará unos centímetros en la parte superior de su anatomía (algo que ella siempre había deseado) y si se emplea a fondo disminuirá otros centímetros en la parte inferior. Según ha podido saber LOC, la tonadillera está muy preocupada por este deambular de su hija adoptiva en el que ya se ha topado con el lado oscuro de la fama. El día que Chabelita presentó La Dieta de la Alcachofa ninguna marca de moda quiso dejarle ropa para la presentación. Finalmente, su estilista tuvo que recurrir a un modelo de ZARA para ese mono y cinturón tribal que se puede ver en la imagen. Quizás un nuevo cuerpo ayude a que las firmas de moda también la quieran fichar.

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