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Manuel González González, de 55 años, vuelve a sentarse en el banquillo por el intento de asesinato de dos sexagenarias de su localidad natal

Manuel González González, de 55 años, trató de matar a 16 mujeres y una de ellas perdió la vida. Todas eran de un perfil parecido: morenas, bajitas, con el pelo largo y ropa ceñida. A todas las apuñalaba en las nalgas con todo tipo de cuchillos, dardos… era carnicero, por lo que tenía dónde elegir. Pero no se contentaba con eso. Su obcecación por su primera novia, le llevaba a buscar a mujeres de perfiles físicos parecidos, para violarlas y, en definitiva, hacerlas sufrir. Esa era su verdadera obsesión.

González cometió sus delitos en la década de los 90 y fue condenado a 167 de cárcel por matar a una mujer y violar a otras 16 en Barcelona. Pero la justicia puso fin a la doctrina Parot y en 2013 regresó a la calle. No tardó en reincidir. Pero el crimen fue diferente. Intentó quemar a dos sexagenarias.

Esta semana ha vuelto a sentarse en el banquillo de los acusados en la Audiencia de Sevilla, acusado de haber incendiado en marzo del 2017 la vivienda de María Dolores Vidal, hermana de José Luis Vidal, el exalcalde de su localidad natal, Almadén de la Plata, por lo que la acusación pide 15 años de prisión.

Su primera y única novia llegó a denunciarle por intentar secuestrarla y para abusar de ella. Según declaró a la policía, González tenía obsesión por el sexo anal, lo que podría explicar el por qué atacaba a todas las mujeres y trataba de apuñalarlas en el año.

Ana Isabel Gutiérrez, psicóloga forense, afirma que el loco del chándal sufrió una hipoacusia -una sordera congénita- cuando tan solo tenía cinco años, momento que coincide con su traslado de Sevilla a Barcelona. Según la psicóloga, este problema auditivo le impidió integrarse en la nueva ciudad, no supo o no pudo encontrar vías de comunicación para socializar.

En ese momento comenzó su odio visceral con las mujeres, pero sobre todo con las que se parecían a ella. Pensaba que cualquier mujer bajita, con el pelo largo, moreno y con ropa ceñida merecía sufrir, y la atacaba. Su objetivo era empalarla con un objeto punzante y mantener relaciones sexuales con ella, algo que no logró con su novia. Los forenses determinaron que padecía parafilia sádica o, lo que es lo mismo, que disfrutaba viendo sufrir a las mujeres, sobre todo a las que se parecían a su ex.

El loco del chándal actuó en un radio de 5 kilómetros, en la zona del Baix Llobregat de Barcelona. Entre 1991 y 1993, asesinó a Carmen Díaz, una mujer de 31 años, y violó a otras 16. A todas las víctimas las abordaba por la calle vestido con un chándal o ropa deportiva y las terminaba apuñalando en el culo.

Dos años después, la Audiencia de Barcelona le condenó a 175 años de prisión. González nunca reconoció su culpa y dijo que todo era un montaje. Dos años después, el Supremo le rebajó la pena a 169 años y a pagar una indemnización de cerca de 280.000 euros (46 millones de pesetas de los de entonces). En prisión se negó a recibir tratamiento y los forenses tenían claro que si salía podía volver a delinquir. Como así fue.

Ahora, González se vuelve a sentar en el banquillo de los acusados y sigue manteniendo que es inocente a pesar de que según la Fiscalía y la acusación particular, a las 1,42 horas de la madrugada del 12 de marzo de 2017, el acusado se personó en el domicilio de la hermana del exalcalde de Almadén y “roció con gran cantidad de gasolina la puerta de madera que da acceso a la vivienda”, así como las ventanas adyacentes a la misma, también de madera y con ventanas de plástico, para a continuación prender fuego al combustible y abandonar el lugar, dejando “atrapada” en el interior de la casa a la mujer, impedida y finalmente rescatada por unos vecinos.

Mientras la Fiscalía reclama para el acusado 15 años de prisión por un delito de incendio con peligro para la vida de las personas, así como que indemnice con 11.180 euros a la víctima; y la acusación particular 18 años por la misma tipificación, la misma indemnización y otra más de 50.000 euros por las “secuelas psíquicas” sufridas por la mujer, el abogado defensor de Manuel González González ha planteado dos cuestiones previas en demanda de la nulidad de dos pruebas incluidas en el procedimiento judicial.

En primer lugar, ha solicitado la nulidad del registro practicado por la Guardia Civil en el patio cochera de la vivienda con la que cuenta la familia del acusado en Almadén, saldado con la localización de una garrafa de gasolina parcialmente vacía, al haber sido realizada sin “orden judicial”, abogado ni “autorización” expresa y formal de la madre del acusado como titular del inmueble; así como la nulidad del testigo protegido cuya comparecencia está prevista en el juicio al no contar con datos de él para comprobar que no actúe por motivos “espurios”.

Tras ello, ha prestado declaración el acusado, condenado tiempo atrás a una multa de 2.550 euros por quebrantar su condena al acercarse al exalcalde de Almadén José Luis Vidal y proferir amenazas en su contra, pese a la orden de alejamiento que pesaba sobre él.

González se acogió a su derecho a no responder y sólo respondió a su abogado, al que le negó ser el a otro de los hechos porque esa noche estaba en Martorell (Barcelona). Además, alertó de que a su entender “hay un interés grande” en que él siga “en prisión”, pues a cuenta de los hechos, fue ordenado su ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza por presuntos delitos de incendio con riesgo para la vida física de las personas, medida mantenida hasta la fecha. “La prórroga de los dos años de prisión es el reflejo del juicio. Ha estado todo muy bien preparado para que yo siga en prisión”, insistió.

FUENTE: https://www.larazon.es/

En los análisis de conducta de Manuel González se registran rasgos de hasta tres tipos diferentes de trastorno de personalidad: trastorno antisocial, trastorno paranoide y trastorno psicopático de personalidad.

 

 

En un informe de prisión al que ha tenido acceso laSexta, los psiquiatras afirman que Manuel González tiene “un trastorno por sadismo sexual” y que “se le ha propuesto realizar programas de tratamiento” sin que haya accedido en ningún caso.

La forense afirma que el ‘Loco del chándal fue diagnosticado con una parafilia sádica: “Consistía en sentir placer viendo sufrir a las personas a las que acuchillaba, sino no había orgasmo”.

En su análisis de conducta se registran rasgos de hasta tres tipos diferentes de trastorno de personalidad. El primero de ellos es un trastorno antisocial, no tiene empatía ni ningún tipo de interés por las personas. Por otro lado sufre trastorno paranoide, donde encontraríamos el rencor y la violencia: “Esa necesidad de volver de forma muy agresiva cualquier hecho real”. Además, estaría el trastorno psicopático de personalidad.

Una de sus víctimas ha narrado cómo la atacó en Equipo de Investigación: “Vino corriendo por detrás mía, e inmediatamente que oí los pasos ya noté que me pinchaban, noté mucho dolor, me giré le empecé a dar golpes de carpeta, le dije que me dejara en paz”.

Manuel González la pinchó en la zona genital: “Me cogió por el hombro acercó la mano un poco hacia el cuello y me clavó un punzón abajo, o sea en el labio de fuera, entonces me quedé con el punzón clavado y esta persona echó a correr”.

Ana Isabel Gutiérrez, psicóloga forense, ha narrado algunos de los daños físicos que el ‘Loco del chándal’ ocasionó a sus víctimas: “Él va desde atrás y con el arma penetra atravesando desde la zona perianal. En algunos casos falla y da en glúteo, pero intenta penetrar por la zona perianal llegando incluso a atravesar pues eso hasta los intestinos, atravesar útero… incluso en uno de los casos llega a salir al orificio de salida de la punta del cuchillo en la zona genital”.

“La trayectoria siempre es ascendente, siempre”, ha aclarado. Una técnica que provocó “pérdidas sanguíneas severas” hasta el 30% de sus víctimas. En su mayoría, 15, sobrevivieron, pero con daños físicos y psíquicos: “Estamos hablando de una zona corporal que tiene distintos usos , y además son usos cotidianos, estamos hablando de orinar, de defecar. Podemos encontrar con casos de esterilidad en algunos casos, y en otros casos ha habido que realizar una colostomía, una salida del intestino a través de una válvula y una bolsa para hacer que las heces salgan por así depositándose en una bolsa”, ha explicado la psicóloga forense.

Un práctica que debe realizarse “cuando no tenemos un normal funcionamiento intestinal, o ha quedado muy dañada la zona del recto y la zona del ano, y debe hacerse la salida por ahí, dado que sino pues moriríamos”.

Pero también un ‘modus operandi’ muy estudiado por el agresor. “La zona perianal es una zona simbólica, evidentemente si tú estás obsesionado con determinadas prácticas sexuales, vas a hacer una simulación, o vas a intentar proyectar en tu conducta en aquello con lo que estés obsesionado”, ha explicado Ana Isabel Gutiérrez.

 

Fuente: https://www.lasexta.com/

Equipo de Investigación, en 2020

“Intentó secuestrarla a punta de navaja para mantener relaciones sexuales”: así reaccionó el ‘loco del chándal’ cuando su expareja cortó con él

En un programa de Equipo de Investigación de 2020 que se volvió a emitir este viernes, la psicóloga forense Ana Isabel Gutiérrez explicó cómo era el ‘loco del chándal’ durante su juventud y señaló que su historial de delitos sexuales comenzó tras una ruptura amorosa.

Ana Isabel Gutiérrez, psicóloga forense, estudió la mente de Manuel González, más conocido como el ‘loco del chándal’ y contó a Equipo de Investigación cómo era el perfil de González durante su infancia y su juventud: “Con cinco años tiene que cambiarse de comunidad, y a eso hay que añadirle que sufrió una hipoacusia -una sordera congénita-, por lo que tenía dificultades de comunicación“, señaló Gutiérrez.

Además, la psicóloga afirmó que dentro de la biografía de Manuel González solo se le conoce una pareja. Sin embargo, “parece que no fue una relación satisfactoria ni desde el punto de vista relacional, ni desde el sexual”, indicó.

 

“En un momento en el que ella pretende abandonarle, él intenta secuestrarla a punta de navaja con el objetivo de mantener relaciones sexuales. No lo consigue y parece que hay una denuncia, pero realmente no se encuentran antecedentes penales, por lo que es posible que ella retirara la denuncia o que se archivara”, explicó Ana Isabel Gutiérrez a Equipo de Investigación.

Además, la psicóloga dijo que la expareja de Manuel González declaró que el ‘loco del chándal’ tenía cierta obsesión por las prácticas del sexo anal. Fue a partir de la ruptura de esta joven cuando comenzó el historial de delitos sexuales de Manuel González.

 

*El contenido al que hacer referencia la información forma parte de un programa de Equipo de Investigación de 2020 que laSexta ha vuelto a emitir este viernes

Fuente: https://www.lasexta.com/

En los análisis de conducta de Manuel González se registran rasgos de hasta tres tipos diferentes de trastorno de personalidad: trastorno antisocial, trastorno paranoide y trastorno psicopático de personalidad

En un informe de prisión al que ha tenido acceso laSexta, los psiquiatras afirman que Manuel González tiene “un trastorno por sadismo sexual” y que “se le ha propuesto realizar programas de tratamiento” sin que haya accedido en ningún caso.

La forense afirma que el ‘Loco del chándal fue diagnosticado con una parafilia sádica: “Consistía en sentir placer viendo sufrir a las personas a las que acuchillaba, sino no había orgasmo”.

En su análisis de conducta se registran rasgos de hasta tres tipos diferentes de trastorno de personalidad. El primero de ellos es un trastorno antisocial, no tiene empatía ni ningún tipo de interés por las personas. Por otro lado sufre trastorno paranoide, donde encontraríamos el rencor y la violencia: “Esa necesidad de volver de forma muy agresiva cualquier hecho real“. Además, estaría el trastorno psicopático de personalidad.

Una de sus víctimas ha narrado cómo la atacó en Equipo de Investigación: “Vino corriendo por detrás mía, e inmediatamente que oí los pasos ya noté que me pinchaban, noté mucho dolor, me giré le empecé a dar golpes de carpeta, le dije que me dejara en paz”.

Manuel González la pinchó en la zona genital: “Me cogió por el hombro acercó la mano un poco hacia el cuello y me clavó un punzón abajo, o sea en el labio de fuera, entonces me quedé con el punzón clavado y esta persona echó a correr”.

Ana Isabel Gutiérrez, psicóloga forense, ha narrado algunos de los daños físicos que el ‘Loco del chándal’ ocasionó a sus víctimas: “Él va desde atrás y con el arma penetra atravesando desde la zona perianal. En algunos casos falla y da en glúteo, pero intenta penetrar por la zona perianal llegando incluso a atravesar pues eso hasta los intestinos, atravesar útero… incluso en uno de los casos llega a salir al orificio de salida de la punta del cuchillo en la zona genital”.

“La trayectoria siempre es ascendente, siempre”, ha aclarado. Una técnica que provocó “pérdidas sanguíneas severas” hasta el 30% de sus víctimas. En su mayoría, 15, sobrevivieron, pero con daños físicos y psíquicos: “Estamos hablando de una zona corporal que tiene distintos usos , y además son usos cotidianos, estamos hablando de orinar, de defecar. Podemos encontrar con casos de esterilidad en algunos casos, y en otros casos ha habido que realizar una colostomía, una salida del intestino a través de una válvula y una bolsa para hacer que las heces salgan por así depositándose en una bolsa”, ha explicado la psicóloga forense.

Un práctica que debe realizarse “cuando no tenemos un normal funcionamiento intestinal, o ha quedado muy dañada la zona del recto y la zona del ano, y debe hacerse la salida por ahí, dado que sino pues moriríamos”.

Pero también un ‘modus operandi’ muy estudiado por el agresor. “La zona perianal es una zona simbólica, evidentemente si tú estás obsesionado con determinadas prácticas sexuales, vas a hacer una simulación, o vas a intentar proyectar en tu conducta en aquello con lo que estés obsesionado”, ha explicado Ana Isabel Gutiérrez.

Fuente: https://www.lasexta.com/

El 80% de las personas con dolor, sin un origen concreto, padece algún tipo de trastorno depresivo, aunque suele parchearse con analgésicos

En una profesión sometida a altos niveles de estrés y competitividad como la abogacía, donde los vencimientos y señalamientos marcan el ritmo, la salud mental sigue siendo un tabú. Pocos profesionales se atreven a hablar en público de lo que les pasa, aunque en privado reconocen sufrir o haber sufrido depresión, ansiedad, fatiga, pérdida del pelo o consumir con cierta asiduidad fármacos como el Orfidal o el Lexatin. El miedo a los estigmas, a ser percibidos como letrados débiles -incapaces de defender los intereses de los justiciables- o a perder clientes, especialmente en el caso de los autónomos, los empujan a guardar silencio.

Pero normalizar en las conversaciones los problemas de salud mental es conveniente para “prevenirlos” o “curarlos”. Así lo considera la abogada Inmaculada Clemente, quien le pone voz a la depresión que sufrió para ayudar a otros compañeros que se encuentren en alguna situación similar. “Debemos hablar de ellos y ponerlos encima de la mesa” porque “son muy comunes en nuestra profesión. Cuando un abogado me cuenta ciertas cosas que ya he vivido, como que está sufriendo pérdidas de memoria, le digo que debe cuidarse” porque pueden ser síntomas que acaben convirtiéndose en alguna enfermedad.

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De hecho, la International Bar Association, una de las organizaciones de juristas más importantes del mundo, señaló en el informe Bienestar mental en la profesión jurídica: un estudio global, publicado el año pasado, que el 41% de los encuestados no discutiría sus preocupaciones de salud mental con su empleador por temor a que pudiese tener un impacto negativo en su carrera. Y uno de cada tres creía que su trabajo afectaba negativamente a su bienes­tar emocional.

“Entre los asuntos clave figuran la naturaleza estresante de la profesión, las exigentes demandas de trabajo, la mala conciliación y el alto nivel de presión. A pesar de la creciente concienciación, los abogados no sienten que los despachos estén respondiendo de forma efectiva. Los juristas más jóvenes, las mujeres o las personas con discapacidades podrían tener más dificultades”, subraya el estudio.

Parchear los síntomas

Las señales de alerta deben encenderse en el momento en el que aparecen síntomas como la “sensación de ir constantemente acelerado”, cuando se sufren pequeños “despistes” –normalmente debido a la dificultad para mantener la atención–, “problemas para conciliar el sueño” o “despertares nocturnos”, explica la psicóloga Ana Isabel Gutiérrez Salegui.

El problema es que a menudo se “parchean” con tratamientos sintomáticos, como analgesia para los dolores de cabeza, somníferos para los problemas de sueño o antiácidos para las molestias de estómago. Y, en otros casos, se recurre a ciertos hábitos, como el “consumo de alcohol” en grandes cantidades, de “drogas legales”, ya sea tabaco o psicofármacos, o “ilegales”, como el cánnabis o la cocaína. De esta forma, se retrasa la posibilidad de abordar el “problema real” mientras la situación se va agravando cada vez más, señala la psicóloga.

De hecho, diferentes informes reflejan que el 80% de las personas que acuden al médico con dolor, pero sin un origen concreto, padece algún tipo de trastorno depresivo, como alerta el estudio epidemiológico DeDo (depresión y dolor) de 2018 del Hospital 12 de Octubre de Madrid. En esta línea también se pronuncia otra publicación de la revista biomédica Jano, que llega a la conclusión de que los síntomas físicos dolorosos, como las molestias de espalda, hombros o el dolor de cabeza, aparecen como motivo de consulta en el 78% de las personas que presenta ansiedad y depresión conjuntamente.

Para atajar esta situación, la abogada Inmaculada Clemente insiste en que es necesario cuidarse mejor, aunque en el ejercicio de la abogacía, especialmente por cuenta propia, pueda parecer un oxímoron. “Si eres autónomo, ponerte de baja es terrible; si sufres un dolor físico, tienes que unirle el estrés emocional que te causa ir al hospital, saber que estás perdiendo horas de trabajo” mientras los plazos procesales se agotan, solicitar la suspensión de vistas al juzgado, que accedan a ella, o lidiar con los clientes para que entiendan que “no somos robots”.

Pero, pese a todo, considera que debe primar la salud de los letrados para poder ejercer debidamente el derecho de defensa de los justiciables. Después de casi veinte años pleiteando, y con una depresión mediante, está empezando a ponerse “límites” y a desconectar física y digitalmente “ahora”.

Levantar el velo

Desde el Consejo General de la Abogacía Española (CGAE) aseguran que son conscientes del velo con el que se tapan los problemas de salud mental en la profesión. Y advierten de que es “absolutamente necesario” levantarlo e identificarlos para ponerles solución. Lourdes Carballo, decana del Colegio de Abogados de Vigo y presidenta de la Comisión para la Defensa de los Derechos e Intereses de la Abogacía del CGEA, explica que “hay que hablar del estrés, de la depresión, del insomnio o de no comer adecuadamente”, ya sea por ansiedad, por saltarse comidas o por falta de apetito. “Una persona que tiene la sensación de estar acelerada debe ir al médico como lo haría si tuviera un esguince de tobillo” que le impidiese caminar, enfatiza.

Aunque la institución no cuenta actualmente con un programa específico para abordar estas cuestiones y que los abogados puedan compartir cómo se sienten sin miedo a quedar marcados personal o laboralmente, Carballo reconoce que “la necesidad existe”. Y ello porque los letrados les hacen llegar cada vez “más quejas” relacionadas con los “ritmos” a los que va la práctica profesional o con la falta de políticas de “conciliación”.

En este sentido, afirma que desde el CGAE están trabajando para que se lleve a cabo una modificación de las leyes procesales, que trascienda de los acuerdos entre colegios de abogados y tribunales superiores de justicia, que son meras “recomendaciones”, para suspender, además de las vistas, los procedimientos en caso de enfermedad de los letrados. De esta forma, los plazos no seguirían corriendo, por lo que podrían interrumpir la presentación de escritos mientras están convalecientes para “reponerse sin sentimientos de culpa”.

Otra medida que promueven es que se declaren inhábiles, además de los días del mes de agosto, que ya están previstos en el orden jurisdiccional civil, “los comprendidos entre la última semana de diciembre y la primera de enero”. Y ello “para poder descansar” física y digitalmente de una profesión de alto rendimiento como es la abogacía, en la que a diario se gestionan problemas con consecuencias directas en la vida de las personas.

DEPRESIÓN, ESTRÉS O FATIGA EN LOS DESPACHOS

Casos sobre las cláusulas suelo almacenados encima de una mesa y varias sillas. EFE
Casos sobre las cláusulas suelo almacenados encima de una mesa y varias sillas. EFE

Enfermedad profesional. Es la que aparece como “consecuencia del trabajo ejecutado por cuenta propia o ajena” en aquellas actividades recogidas en el Real Decreto 1299/2006, explica Pedro Molina, director legal de laboral de DLA Piper. Por ejemplo, las que derivan de la minería del arsénico o de la fundición de cobre. En el caso específico de los abogados, “no consta la existencia de patologías ligadas de manera exclusiva a este colectivo”. Sin embargo, “el estrés, la ansiedad, la depresión, el mobbing (trato hostil al que es sometido un profesional) o el burnout (o “síndrome del trabajador quemado”, referido a la cronificación del estrés laboral) afectan a estos profesionales con la misma intensidad que a otros con una fuerte carga de trabajo. Las enfermedades físicas relacionadas con ciertas posturas y largos periodos de quietud también se manifiestan en este colectivo”.

Accidente laboral. A pesar de que no se han regulado las patologías profesionales propias de los abogados, puede haber enfermedades “derivadas de accidente de trabajo”. Se trata de un suceso, íntimamente ligado a la actividad laboral, que produce en el trabajador un daño físico o psíquico. “Ahí sí que se reconocerían, por ejemplo, los infartos como causa directa del trabajo, las depresiones como consecuencia del ejercicio o, incluso, el estrés”, explica Daniel Sánchez Sellas, abogado del bufete Ceca Magán. De hecho, ya hay pronunciamientos al respecto, como una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Las Palmas de Gran Canaria de 2020, que declaró la existencia de accidente de trabajo de una letrada que sufrió ataques de ansiedad como consecuencia del estrés sufrido en su puesto.

Fuente: https://cincodias.elpais.com/cincodias/2022/04/01/legal/1648794201_890784.html

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