El 80% de las personas con dolor, sin un origen concreto, padece algún tipo de trastorno depresivo, aunque suele parchearse con analgésicos

En una profesión sometida a altos niveles de estrés y competitividad como la abogacía, donde los vencimientos y señalamientos marcan el ritmo, la salud mental sigue siendo un tabú. Pocos profesionales se atreven a hablar en público de lo que les pasa, aunque en privado reconocen sufrir o haber sufrido depresión, ansiedad, fatiga, pérdida del pelo o consumir con cierta asiduidad fármacos como el Orfidal o el Lexatin. El miedo a los estigmas, a ser percibidos como letrados débiles -incapaces de defender los intereses de los justiciables- o a perder clientes, especialmente en el caso de los autónomos, los empujan a guardar silencio.

Pero normalizar en las conversaciones los problemas de salud mental es conveniente para “prevenirlos” o “curarlos”. Así lo considera la abogada Inmaculada Clemente, quien le pone voz a la depresión que sufrió para ayudar a otros compañeros que se encuentren en alguna situación similar. “Debemos hablar de ellos y ponerlos encima de la mesa” porque “son muy comunes en nuestra profesión. Cuando un abogado me cuenta ciertas cosas que ya he vivido, como que está sufriendo pérdidas de memoria, le digo que debe cuidarse” porque pueden ser síntomas que acaben convirtiéndose en alguna enfermedad.

PUBLICIDAD

De hecho, la International Bar Association, una de las organizaciones de juristas más importantes del mundo, señaló en el informe Bienestar mental en la profesión jurídica: un estudio global, publicado el año pasado, que el 41% de los encuestados no discutiría sus preocupaciones de salud mental con su empleador por temor a que pudiese tener un impacto negativo en su carrera. Y uno de cada tres creía que su trabajo afectaba negativamente a su bienes­tar emocional.

“Entre los asuntos clave figuran la naturaleza estresante de la profesión, las exigentes demandas de trabajo, la mala conciliación y el alto nivel de presión. A pesar de la creciente concienciación, los abogados no sienten que los despachos estén respondiendo de forma efectiva. Los juristas más jóvenes, las mujeres o las personas con discapacidades podrían tener más dificultades”, subraya el estudio.

Parchear los síntomas

Las señales de alerta deben encenderse en el momento en el que aparecen síntomas como la “sensación de ir constantemente acelerado”, cuando se sufren pequeños “despistes” –normalmente debido a la dificultad para mantener la atención–, “problemas para conciliar el sueño” o “despertares nocturnos”, explica la psicóloga Ana Isabel Gutiérrez Salegui.

El problema es que a menudo se “parchean” con tratamientos sintomáticos, como analgesia para los dolores de cabeza, somníferos para los problemas de sueño o antiácidos para las molestias de estómago. Y, en otros casos, se recurre a ciertos hábitos, como el “consumo de alcohol” en grandes cantidades, de “drogas legales”, ya sea tabaco o psicofármacos, o “ilegales”, como el cánnabis o la cocaína. De esta forma, se retrasa la posibilidad de abordar el “problema real” mientras la situación se va agravando cada vez más, señala la psicóloga.

De hecho, diferentes informes reflejan que el 80% de las personas que acuden al médico con dolor, pero sin un origen concreto, padece algún tipo de trastorno depresivo, como alerta el estudio epidemiológico DeDo (depresión y dolor) de 2018 del Hospital 12 de Octubre de Madrid. En esta línea también se pronuncia otra publicación de la revista biomédica Jano, que llega a la conclusión de que los síntomas físicos dolorosos, como las molestias de espalda, hombros o el dolor de cabeza, aparecen como motivo de consulta en el 78% de las personas que presenta ansiedad y depresión conjuntamente.

Para atajar esta situación, la abogada Inmaculada Clemente insiste en que es necesario cuidarse mejor, aunque en el ejercicio de la abogacía, especialmente por cuenta propia, pueda parecer un oxímoron. “Si eres autónomo, ponerte de baja es terrible; si sufres un dolor físico, tienes que unirle el estrés emocional que te causa ir al hospital, saber que estás perdiendo horas de trabajo” mientras los plazos procesales se agotan, solicitar la suspensión de vistas al juzgado, que accedan a ella, o lidiar con los clientes para que entiendan que “no somos robots”.

Pero, pese a todo, considera que debe primar la salud de los letrados para poder ejercer debidamente el derecho de defensa de los justiciables. Después de casi veinte años pleiteando, y con una depresión mediante, está empezando a ponerse “límites” y a desconectar física y digitalmente “ahora”.

Levantar el velo

Desde el Consejo General de la Abogacía Española (CGAE) aseguran que son conscientes del velo con el que se tapan los problemas de salud mental en la profesión. Y advierten de que es “absolutamente necesario” levantarlo e identificarlos para ponerles solución. Lourdes Carballo, decana del Colegio de Abogados de Vigo y presidenta de la Comisión para la Defensa de los Derechos e Intereses de la Abogacía del CGEA, explica que “hay que hablar del estrés, de la depresión, del insomnio o de no comer adecuadamente”, ya sea por ansiedad, por saltarse comidas o por falta de apetito. “Una persona que tiene la sensación de estar acelerada debe ir al médico como lo haría si tuviera un esguince de tobillo” que le impidiese caminar, enfatiza.

Aunque la institución no cuenta actualmente con un programa específico para abordar estas cuestiones y que los abogados puedan compartir cómo se sienten sin miedo a quedar marcados personal o laboralmente, Carballo reconoce que “la necesidad existe”. Y ello porque los letrados les hacen llegar cada vez “más quejas” relacionadas con los “ritmos” a los que va la práctica profesional o con la falta de políticas de “conciliación”.

En este sentido, afirma que desde el CGAE están trabajando para que se lleve a cabo una modificación de las leyes procesales, que trascienda de los acuerdos entre colegios de abogados y tribunales superiores de justicia, que son meras “recomendaciones”, para suspender, además de las vistas, los procedimientos en caso de enfermedad de los letrados. De esta forma, los plazos no seguirían corriendo, por lo que podrían interrumpir la presentación de escritos mientras están convalecientes para “reponerse sin sentimientos de culpa”.

Otra medida que promueven es que se declaren inhábiles, además de los días del mes de agosto, que ya están previstos en el orden jurisdiccional civil, “los comprendidos entre la última semana de diciembre y la primera de enero”. Y ello “para poder descansar” física y digitalmente de una profesión de alto rendimiento como es la abogacía, en la que a diario se gestionan problemas con consecuencias directas en la vida de las personas.

DEPRESIÓN, ESTRÉS O FATIGA EN LOS DESPACHOS

Casos sobre las cláusulas suelo almacenados encima de una mesa y varias sillas. EFE
Casos sobre las cláusulas suelo almacenados encima de una mesa y varias sillas. EFE

Enfermedad profesional. Es la que aparece como “consecuencia del trabajo ejecutado por cuenta propia o ajena” en aquellas actividades recogidas en el Real Decreto 1299/2006, explica Pedro Molina, director legal de laboral de DLA Piper. Por ejemplo, las que derivan de la minería del arsénico o de la fundición de cobre. En el caso específico de los abogados, “no consta la existencia de patologías ligadas de manera exclusiva a este colectivo”. Sin embargo, “el estrés, la ansiedad, la depresión, el mobbing (trato hostil al que es sometido un profesional) o el burnout (o “síndrome del trabajador quemado”, referido a la cronificación del estrés laboral) afectan a estos profesionales con la misma intensidad que a otros con una fuerte carga de trabajo. Las enfermedades físicas relacionadas con ciertas posturas y largos periodos de quietud también se manifiestan en este colectivo”.

Accidente laboral. A pesar de que no se han regulado las patologías profesionales propias de los abogados, puede haber enfermedades “derivadas de accidente de trabajo”. Se trata de un suceso, íntimamente ligado a la actividad laboral, que produce en el trabajador un daño físico o psíquico. “Ahí sí que se reconocerían, por ejemplo, los infartos como causa directa del trabajo, las depresiones como consecuencia del ejercicio o, incluso, el estrés”, explica Daniel Sánchez Sellas, abogado del bufete Ceca Magán. De hecho, ya hay pronunciamientos al respecto, como una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Las Palmas de Gran Canaria de 2020, que declaró la existencia de accidente de trabajo de una letrada que sufrió ataques de ansiedad como consecuencia del estrés sufrido en su puesto.

Fuente: https://cincodias.elpais.com/cincodias/2022/04/01/legal/1648794201_890784.html