Expertos policiales y sanitarios alertan del auge de la cibercriminalidad: «Tinder es un canal facilitador»

La pospandemia no solo ha supuesto la vuelta a la criminalidad de siempre; lo sorprendente es que en casos graves, como los delitos sexuales, esa estadística haya sufrido un repunte bastante llamativo. En la Comunidad de Madrid se denunciaron casi 7 casos cada día en 2022 (2.467 en el cómputo anual). Un 25,4% más que en el último año preCovid, 2019, que acabó con 1.967. Lo fácil sería pensar en una mayor incidencia de estos depredadores, en una menor eficacia policial o en que la ‘ley del solo sí es sí’ tiene la culpa de todo, cuando se aprobó a final de año, en noviembre. Expertos policiales y médicos que trabajan cada día con este tipo de víctimas coinciden en que se trata de una realidad mucho más heterogénea, poliédrica, con multitud de aristas que hay que analizar.

Ana Isabel Gutiérrez es una de las psicólogas forenses, además de general sanitaria, más reputadas en Madrid. Su labor con la asociación Clara Campoamor la avala en múltiples tratamientos a pacientes y procesos judiciales de este tipo. Pone sobre la mesa un amplio abanico de motivos del crecimiento. Pero, como punto de partida, aclara que «los datos apuntan» a las siguientes tendencias, «al no existir cifras reales». «Por lo pronto, los delitos sexuales en el marco de la cibercriminalidad están creciendo una barbaridad»: «Hay que tener en cuenta que el ‘sexting’ [chantaje a una persona con fotos o vídeos comprometidos, generalmente] se denuncia sólo en un porcentaje, hay una cifra oscura muy grande». Lo mismo ocurre con el ‘grooming’ (un adulto que, a través de medios informáticos, se hace pasar por otro menor para abusar de niños). «En estos casos, las víctimas se sienten culpables o les da vergüenza», y esto redunda en mayor impunidad para el agresor.

Ese elemento, el de la impunidad, es un vértice sobre el que pivota buena parte de este repunte, se denuncien (y quedan reflejados en la estadística) o no. Gutiérrez incide que «es verdad que se están denunciando más, como ocurre con los casos específicos de la falta de consentimiento». Es decir, una mujer que conoce a un hombre una noche, por ejemplo, decide irse con él a casa pero, finalmente, por las razones que sean, opta por no mantener relaciones con él. «Equivocadamente, tienen sensación de culpa o temen el juicio paralelo; y todo el mundo tiene derecho a no querer», pero no denuncian.

Es la figura del llamado ‘agresor de citas’, que, aunque siempre ha estado ahí, está creciendo también. Ese desconocimiento previo, y más cuando hay de por medio aplicaciones de ligue, como Tinder, genera más impunidad. «Los terapeutas, en consulta, vemos conductas de este tipo. Tienen miedo, se preocupan por lo que dirán sus padres, o incluso han bebido o les han echado benzodiazepinas en la copa y no recuerdan bien lo sucedido», detalla la psicóloga forense.

Tinder, como facilitador

De ahí esa cifra oculta de casos no denunciados, pero que estos profesionales sí que tratan en consulta cada día. Es más, aunque parezca lo contrario, este perfil de agresores sexuales «es más común que el violador de parque o de portal», que asalta a las mujeres sin conocerlas. Especifica la doctora que «Tinder no es un creador de impulsos de este tipo, pero sí un canal facilitador».

En el caso de Madrid y otras grandes ciudades de la región, por ejemplo, «es más fácil ponerlo en conocimiento de las Fuerzas de Seguridad», añade, «porque no vas a ser señalada como ‘la violada’: «En un pueblo pequeño da más miedo».

Aunque insiste en que en los casos de «agresores de citas hay pocas señales físicas, por ejemplo, si han bebido». «Además, es palabra de uno contra la palabra de la otra. Ya no quedas con el chico que te gustaba de clase, que puede ser una barrera para agredir a alguien, porque hay gente conocida en común; ahora es con alguien de una aplicación, y no sabes realmente si se llama como dice o vive en Ciudad Lineal o en Chamartín, porque los datos que aporta el hombre no son reales».

El inspector de Policía, profesor en el centro de estudios de Carabanchel y portavoz de la asociación H-50, Serafín Giraldo, coincide en muchos puntos con el diagnóstico de la psicóloga. En conversación con ABC, la palabra impunidad vuelve a repetirse. «Por un lado, porque existe una ley del menor que es del año 2000 y que no se ha reformado [en los delitos más graves] que no asusta. Por otro, la ley del ‘solo sí es sí’, además de rebajar las penas, cambia la cultura carcelaria: ahora los agresores sexuales tienen menos miedo a cometer esos delitos», analiza.

Otro gran problema, y Giraldo también apuntaba hacia él, es que «se están ampliando los rangos de edad»: «Cada vez hay víctimas más jóvenes, pero también autores más jóvenes», asegura Ana Isabel Gutiérrez. Incluso de 12 a 14 años, también inimputables.

La Fiscalía de Madrid, en su última memoria redactada (datos de 2021), alerta: «Continúa la tendencia alcista de los delitos sexuales [cometidos por menores de edad], pues si bien los registros por agresión sexual (86) son muy similares a los de 2020, incrementan en un 25,5 % más los abusos sexuales (216), [desde finales de 2022, asimilados como agresiones también]. En nueve de las agresiones sexuales y en 38 de los abusos se vieron implicados menores de 14 años». Es decir, niños que son inimputables totalmente.

Un ejemplo real: «Una chica de un instituto del barrio de Salamanca, de apenas 15 años, que tiene un novio. Cuando rompen la relación, él envía imágenes de su ex desnuda o semidesnuda a varios amigos. La adolescente intentó suicidarse». Como esos, los casos son innumerables, asegura.

¿Qué lleva a gente tan joven a estos comportamientos? Son varios los factores, según la especialista. «La impunidad por la edad; la falta de educación sexual, de empatía, de comprender el consenso; y la influencia de la pornografía cosificadora, donde se sexualiza la violencia». Para ello, «los padres deberían ponerse las pilas en los mecanismos de control de los niños, por ejemplo de los dispositivos, y lograr una mayor comunicación con ellos».

Y lo peor es que «muchas veces los autores ni siquiera son conscientes de que hayan cometido una agresión sexual», lo cual puede llegar a ser espeluznante.

Violaciones en grupo

El regreso a la normalidad tras la pandemia no ha mitigado estos delitos, todo lo contrario. Lo cierto es que el confinamiento cambió el perfil de los casos. Al estar encerrados en casa, se produjeron más agresiones sexuales de tipo intrafamiliar, domésticas.

Ahora, además, «la violencia grupal está aumentando», sentencia la psicóloga forense: «Una persona no se comporta igual en grupo que a solas. Es lo mismo a cómo actúan los ‘hooligans’ del fútbol, porque tienen un componente de demostración de la masculinidad de cara al otro. Las violaciones en manada no tienen tanto un componente sexual como violento, de jauría». Lo gregario como vuelta a los bajos instintos.

A este respecto, el inspector Giraldo cree que también se produce una mayor sensación de impunidad, al ver replicado su conducta en el de sus amigos, en el resto de participantes: «En definitiva, todo esto señala al fracaso de las políticas de reinserción en España, porque, además, los delincuentes sexuales son multirreincidentes». Por todo ello, este experto policial vaticina que «esto va a ir a peor». «De hecho, es lo que está ocurriendo en Europa», sentencia.

FUENTE:https://www.abc.es/espana/madrid/crecen-delitos-sexuales-madrid-menores-agresores-citas-20230331183020-nt_amp.html