REPORTAJE EN EL MUNDO SOBRE LOS CÁNONES DE BELLEZA

Reportaje publicado en ElMundo.es, 08.04.12

 

Moda | Cánones femeninos

BELLEZAS DE AYER, HOY ¿Y SIEMPRE?

  • El bisturí y el Photoshop contribuyen a crear un modelo que no existe
  • El peso de las ‘bellas’ ha bajado hasta cuatro puntos en tres décadas
  • Los expertos denuncian riesgos para la salud física y mental
  • Las mujeres bellas clásicas eran reales y seguían siendo guapas
  • Ahora el atractivo se asocia a una actitud sexualmente agresiva

Alejandra Rodríguez. Madrid.

Ser guapa ya no es lo que era, y para demostrarlo no hay que irse a la prehistoria, ni a las bellezas helénicas ni mirar a las gracias de Rubens. Producto de la evolución de la especie se van produciendo una serie de cambios en la morfología de los individuos derivados de las modificaciones en los hábitos de vida, en la alimentación, en la actividad física… que hacen que nuestro cuerpo vaya siendo diferente a través de los siglos.

Sin embargo, basta con echar un vistazo a las fotografías de las mujeres consideradas bellas de hace sólo unas décadas y compararlas con las imágenes de las diosas de la belleza actuales para darnos cuenta de que la transformación ha sido especialmente profunda en los últimos cincuenta años.

Naturalmente, las modas y las tendencias vienen, van, desaparecen, se transforman, vuelven otra vez… y eso en sí no es malo. En todas las épocas el ser humano ha empleado adornos en forma de ropa, complementos, maquillajes, peinados… para verse mejor y que le vean mejor.

CUÁNDO EMPEZAR A PREOCUPARSE

Según los especialistas, este asunto empieza a adquirir tintes menos frívolos cuando la consecución de los ideales de belleza que rigen en cada momento se convierten en una esclavitud y no se vive nada más que por y para ellos.

Este fenómeno cada vez es más notable porque nuestra cultura sobrevalora la belleza externa y la juventud por encima de otras cualidades más perdurables. Por si esto fuera poco, los patrones de belleza vigentes (por no hablar de a lo que tendemos) cada vez son más difíciles de alcanzar, ya que por obra y gracia del bisturí, del photoshop o de ambas cosas a la vez se nos presenta como ideal un tipo de mujer que no existe.

Lo nocivo de todo esto no es la frustración (que ya es bastante grave) que se puede generar en un colectivo de mujeres adultas que ven que no pueden sacar adelante todas las obligaciones cotidianas encaramadas a unos tacones de vértigo, con un escote hasta el ombligo, una talla 36 de minifalda, una 110 de sujetador, unos pechos que desafían la ley de la gravedad, ni un solo gramo de celulitis y unos abdominales de luchador a pesar de haber tenido dos partos.

Normalmente, las mujeres equilibradas acaban superando este ‘síndrome de Superwoman’, aunque no faltan los casos esperpénticos de señoras que quieren aparentar ser unas veinteañeras cuando ya hace tiempo que soplaron más de 60 velas en sus tartas de cumpleaños.

“Es sorprendente la cantidad de casos de anorexia que estamos viendo en la menopausia. Hay señoras que quieren contrarrestar la acumulación de grasa que se da en esta época de ‘transición hormonal’ y acaban sufriendo un Trastorno de la Conducta Alimentaria; eso por no hablar de las aberraciones que se hacen en los quirófanos”, explica Ana Isabel Gutiérrez Salegui, psicóloga experta en este tipo de problemas.

Además, “no atienden a razones; si les dices que lo que pretenden hacerse no va con su cara o les propones algo menos ‘agresivo’ se dan la media vuelta y buscan a alguien que tenga menos escrúpulos”, relata un cirujano plástico que prefiere no dar su nombre porque atiende a bastantes pacientes a los que tiene que arreglar desaguisados de otros colegas.

Con todo, lo verdaderamente triste es que miles de niñas están recibiendo un mensaje equivocado que las convertirá en esclavas apenas comience a despuntar su pubertad, porque la trasformación no es sólo estética. Concierne también a la actitud.

LOS CAMBIOS ESTÉTICOS

Las mujeres que hace treinta, cuarenta o cincuenta años eran consideradas ideales de belleza se dedicaban casi siempre al cine. Eran fundamentalmente actrices, aunque podían hacer alguna incursión en el mundo de la publicidad. Lógicamente se cuidaban al máximo (tratamientos estéticos, manicuras, depilación, maquillaje, vestuario…) porque trabajaban con su imagen, pero eran mujeres de verdad.

Es cierto que las fajas apretaban excesivamente su cintura para hacerla parecer de avispa, pero existía proporción entre el pecho y las caderas. El volumen del escote podía incrementarse gracias a la lencería, pero se veían canalillos naturales, muslos proporcionados con el resto de la pierna, caderas, piel de naranja, algún michelín… y seguían siendo guapas.

Casi todos eran, en definitiva, artificios y adornos ‘de quita y pon’ y mejoras que se lograban con maquillaje, efectos de luces y sombras, vestuario… y otros ‘trucos’ de fotógrafo profesional. De hecho, la mayoría de las estrellas del momento eran retratadas regularmente en poses cotidianas sin tanta lentejuela y seguían siendo fácilmente reconocibles.

Por otro lado, no había un sólo arquetipo. Es decir, una gran diversidad de mujeres podían considerarse atractivas aunque su aspecto físico fuera muy diferente. Marylin Monroe no tiene nada que ver con Audrey Hepburn y ambas eran iconos de belleza con un estilo propio y diverso.

Ahora, las que se salen del canon raquítico y lucen curvas sin complejos (Jennifer Lopez, Sofía Vergara, Salma Hayek, Christina Hendicks…) tienen que pasarse la vida justificando el volumen de sus traseros, hablando de las dietas que hacen para estar espectaculares, de las fajas que se ponen o de que la vida es genial a pesar de ser ‘rellenitas’, cuando en realidad son mujeres perfectamente normales en cuanto al peso.

Habitualmente, los rasgos de la cara eran armónicos e iban en consonancia con el resto del cuerpo. Por ejemplo, una mujer de labios carnosos normalmente tenía el resto de rasgos grandes (Sofía Loren) y las de siluetas más afiladas lucían menos pecho (Katharine Hepburn).

“Ahora las chicas tienden a buscar lo mismo aunque no les favorezca y además, desean rasgos que a veces son impropios de las mujeres; como por ejemplo un cuerpo muy musculado y con abdominales muy marcados”, afirma Esteban de Pablos, psicólogo infanto-juvenil con consulta en Madrid, refiriéndose al hecho de que “en su época”, como dice él, que tiene alrededor de 50 años, las mujeres podían ser más delgadas o más rellenitas, pero ninguna era fibrosa, estaban más ‘mullidas’.

“No termina de entrarnos en la cabeza que una mujer acumula grasa en el vientre y las caderas por una cuestión hormonal que es la que determina la fertilidad y la capacidad para concebir y gestar un hijo; eliminar esa grasa a base de cirugía y gimnasio es extenuante y de forma muy frecuente acaba en un trastorno obsesivo con respecto a la comida, al ejercicio, a los retoques… poco recomendables”, aclara el especialista.

CAMBIO DE ACTITUD

“Paradójicamente, al tiempo que se ha ido produciendo eso que llaman liberación de la mujer, ésta ha ido convirtiéndose en una esclava mayor de su físico, que transforma incluso aunque para ello tenga que poner en riesgo su salud”, explica Ana Gutiérrez Salegui, especializada también en atención al adolescente.

Salegui es una de las profesionales que lleva años avisando acerca de la sexualización precoz de la infancia, un fenómeno estrechamente ligado a los cánones de belleza actuales y a la actitud frente al sexo contrario.

“Hace alrededor de seis años comenzamos a observar que las niñas que padecían anorexia venían a la consulta diciendo que querían pasar por quirófano para tener unos pechos grandes; querían ser esqueletos con grandes tetas, en pocas palabras”, apunta la experta.

Éste es sólo un ejemplo de la irrealidad a la que se aspira porque aunque de manera natural puede darse algún caso raro de chica delgadísima con pechos grandes, lo habitual es lo contrario, precisamente porque la mama está compuesta de grasa en un 80%.

“Luego observas que hay chicas que no conciben que les salga una arruguita en la tripa al sentarse, que entienden que una piel perfecta carece de poros y que los bikinis no se ciñen al cuerpo, sino que se posan sobre él”, relata De Pablos, algo en lo que coincide Salegui.

Y todo eso es culpa de los medios de comunicación y del uso abusivo que hacen del Photoshop, programa que ha cometido no pocas tropelías.

De todo esto lo que más nos tiene que preocupar es que estamos transmitiendo a nuestros hijos (y sobre todo a nuestras hijas) la idea de que una mujer puede dedicarse a lo que sea, pero no será nunca suficientemente válida si no es ‘sexy’ y no adopta una actitud provocativa, que es la que se fomenta en la mayoría de los posados fotográficos, vídeos musicales, letras de canciones… de las figuras femeninas que triunfan hoy en día.

Es paradójico que chicas que son buenas actrices, cantantes o bailarinas, que destacan en el mundo de los negocios y que son suficientemente inteligentes para desarrollar una carrera profesional exitosa, implicarse en causas solidarias, alcanzar logros fabulosos… al final tengan que medirse en fotografías sensuales en actitud ‘masculinizada’ (vestidas de policía, de militar, empuñando armas…), pero con un escote inflado y apenas cubierto, como ‘prueba de fuego’ para brillar de verdad.

Este clima en el que están creciendo los niños y niñas eleva muchísimo el riesgo de padecer trastornos de la conducta alimentaria, causa alteraciones de la percepción de su propio cuerpo y deja la autoestima por los suelos porque todo les lleva a adoptar una actitud sexualmente agresiva que en realidad no se corresponde con la madurez intelectual que tienen.

“Emocionalmente es un desastre porque confunden liberación con promiscuidad y descuidan la parte afectiva. No maduran sexualmente de forma adecuada porque hasta para desvincular la parte sentimental de la sexual hay que tener la cabeza bien amueblada”, resume Salegui.

QUÉ HACER

La solución a este conflicto creciente pasa, como casi siempre por la educación y la labor que los padres hacen con sus pequeños. De esta manera, hay que interesarse por sus inquietudes y procurar no poner demasiado énfasis en aspectos puramente físicos (decirle constantemente que de tal o cual manera va a estar más guapa o que los chicos no la van a querer si no está radiante).

Hay que centrarse más en aspectos de la personalidad y fomentar sus progresos en facetas intelectuales, solidarias, artísticas… y fomentar el talento por encima del aspecto externo.

Afortunadamente, ya hay loables iniciativas que procuran mostrar las virtudes y el atractivo de mujeres reales, sin retoques y sin misiones estéticas imposibles.

Es recomendable estar pendiente de hablar de estos temas y recordar que la mayoría de lo que vemos en la televisión y en los anuncios de las revistas no es real; de hecho, son muchas las voces que reclaman que se avise de los retoques fotográficos para no confundir a los más jóvenes. Finalmente, haga examen de conciencia y repase sus propias actitudes con respecto a estos temas. A todos nos gusta estar bien y que nos vean estupendos, pero no podemos hacer que nuestra vida gire en torno a eso únicamente.

“Los niños hacen lo que hacemos, no lo que decimos”, resume Salegui. Y es que ¿cómo decirle a una niña que no debe obsesionarse por ser delgada, ‘sexy’ y guapa cuando su propia madre se pasa la vida a dieta, observando cada pliegue de su cuerpo delante del espejo y no se permite salir a la calle con la cara lavada y una coleta?