Marc Carné, un estudiante de 1º de Bachillerato en Barcelona, ha realizado un interesante trabajo sobre los riesgos de las nuevas tecnologías. Para ello, no sólo ha consultado estudios y se ha informado sobre la materia en distintas fuentes, sino que ha llevado a cabo su propia investigación de campo, entre sus compañeros y entre adultos, con casi un centenar de encuestas. 
Tras la elaboración del trabajo, ha puesto en marcha una web, Children SOS, como plataforma divulgadora, en la que ha reflejado parte de los resultados de su labor, para que puedan ser conocidos por todos los interesados, y ha abierto un foro para el diálogo y el intercambio de información entre los jóvenes usuarios de las nuevas tecnologías, los profesionales y, especialmente, los padres. “Ha sido creada -explica su joven autor– para concienciar a los padres de los peligros de internet, así como de las adiciones por parte de los menores. Muchos menores de edad utilizan las redes sociales de manera libre, sin conocer con certeza la función de estos servicios. Muchas veces, los jóvenes adolescentes usan los servicios de internet simplemente porque es lo que hacen sus compañeros, de manera que lo que quiero conseguir con el blog es que tanto padres como hijos puedan acceder a un estudio que se ha hecho sobre estos tipos de uso de internet y ver realmente para qué sirven. Es necesario añadir que no es una página que quiera transmitir unos pensamientos ni conocimientos concretos, sino que es una página que transmite los resultados que yo he podido extraer con mi trabajo y que creo que todas las personas que usan internet deberían conocer. Lo que también pretende la página es que los padres puedan dejar un comentario y que otros padres lo puedan ver y en caso de que sea una pregunta u opinión la puedan responder”. La web de este estudiante, Children SOS, recoge información sobre los conceptos de redes sociales, e-drugs, etc., y ofrece una serie de recomendaciones para proteger a los menores de los riesgos de internet.
El trabajo académico de Marc Carné fue calificado con un 10.
Desde aquí, le transmitimos públicamente la felicitación de Ana Isabel Gutiérrez Salegui.

El estudiante recabó para su trabajo, entre otros testimonios, la opinión de esta psicóloga, que luego ha reflejado también en un apartado de su web

” ‘Mêdén ágan’. ‘Nada en exceso’, que decían los griegos, es la máxima que se puede aplicar a casi cualquier actividad relacionada con los humanos.
Las nuevas tecnologías, además de abrirnos un mundo nuevo como canal de comunicaciones y conocimientos, también tienen riesgos que no podemos obviar.
El principal escollo para manejar estos factores es el hecho de que la generación anterior, o sea, los padres de los actuales niños 2.0, son ‘tecnoanalfabetos’ en su mayoría, o tienen un manejo muy básico de las nuevas tecnologías. Más allá de los ‘peligros de internet’, como son el acceso a la pornografía y los casos de ‘ciberacoso’, conocen poco sobre los efectos que el abuso de teléfonos, televisión, PC, consolas y otros aparatos pueden ocasionar en su desarrollo social.
Por otro lado, en las grandes ciudades se han convertido en unos ‘ciber-canguros’ de lo más económico. Mientras los niños y adolescentes estén un su habitación jugando, chateando o navegando, están callados y no están en la calle… y eso les supone a los progenitores un alivio indescriptible, al creer firmemente que en casa no les va a ocurrir nada.
Es fácil que cuando aparece ya un consumo excesivo hagan la atribución de que los malos resultados académicos se deben a un exceso de horas al ordenador. Más difícil es que síntomas como la irritabilidad, el sueño excesivo durante las clases, la ansiedad, el aislamiento social progresivo y efectos indirectos, como el sobrepeso por falta de actividad, sean relacionados por los padres con el abuso de estas tecnologías.
¿La tecnología nos comunica o nos aísla? Cada vez más a menudo vemos en un restaurante a familias comiendo mientras el hijo en una ‘burbuja’ juega con su consola. Efectivamente, no molesta a nadie, pero no está realizando el aprendizaje vicario de las conductas sociales, ese modelado que hasta los chimpancés realizan: aprender observando a otros e imitándoles. Otras veces ves a niños jugando en el parque, en silencio, cada uno mirando su pantalla. El juego es otra de las herramientas básicas para aprender a vivir en sociedad, las reglas, las normas, los roles…, competir, compartir, habilidades psicomotrices, desarrollo de empatía…, todo un repertorio de herramientas que aprendíamos en la calle.
El juego social es un ensayo de la vida.
Es verdad que las redes sociales, los mails, el chat, son casi imprescindibles a día de hoy, pero, como todo, hay que implantar unos límites. Lo mismo que se regulaban tiempos y contenidos en televisión o a la hora de salir a la calle, debería hacerse igual en internet y móviles.
Las nuevas tecnologías, además de su uso como herramienta académica, deben tener un papel en las nuevas generaciones, pero buscando las edades adecuadas y los tiempos que permitan un desarrollo saludable, un contacto real con los amigos… o acabaremos como en Japon, con los Haki Komori encerrados en sus burbujas.”