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El espacio Tendencias, que dirige y presenta Patricia Costa en Radio 5-RNE, dedicado al “análisis de cambios sociales, económicos o culturales”,  ha centrado su emisión de hoy en el libro recientemente publicado Consume y calla, del que es autora Ana Isabel Gutiérrez Salegui.
 
Como indicaba la propia web de Radio Nacional de España, “la psicóloga Ana Gutiérrez Salegui nos presenta Consume y calla (Ed. Akal), un libro que reflexiona sobre la manipulación publicitaria cada vez más presente en alimentación y cosmética. Analizamos sus repercusiones sociológicas, legales, económicas y también sobre nuestros hábitos y nuestra salud. Su objetivo es ‘desenmascarar a una industria que, además de lucrarse con ello hasta extremos insospechados, es directamente responsable de las enfermedades de la sociedad occidental’, explica la autora”. 
 
Éste es el audio completo del espacio:
Difundido por agencia D.P.A. y publicado en medios como  El Digital de Asturias, 02.04.14 o revista Tiempo, 09.04.14.
 
EL FRAUDE A UNA SOCIEDAD ENCERRADA EN UN BURKA DE LA TALLA 38
 
Madrid. Raquel Miguel
 
“El IVA del porno al 4 % y el de los alimentos al 21 %. Demencial”. Así de categórica se muestra Ana Isabel Gutiérrez al referirse a los supuestos planes del gobierno español de reducir el Impuesto sobre el Valor Añadido a los productos pornográficos y subir al 21 % el de los alimentos, a excepción de la leche, los huevos y el pan, los únicos que quedarían gravados al 10 %.
 
“Comer sano no puede ser un lujo”, denuncia en entrevista con DPA en Madrid la autora del libro “Consume y calla” (Editorial Foca), un minucioso retrato de una sociedad obsesionada por la delgadez y la juventud pero que “al mismo tiempo y de forma paradójica es la sociedad más enferma de la historia en materia nutricional”.  
 
El retrato de la sociedad occidental, donde el referente son cuerpos delgadísimos que estarían al borde del ingreso hospitalario, que se resiste al envejecimiento incluso poniendo en riesgo la salud -queremos el mismo cuerpo a los 20 que a los 60, asegura la escritora vasca-, que sexualiza a los niños y que ha esclavizado por igual a los dos sexos en la construcción de lo que llama “el burka de la talla 38″: “Hemos avanzado por igual en lo peor”.
 
“Nunca antes había habido tantas enfermedades alimentarias en el primer mundo, como la diabetes, la hipertensión o el síndrome metabólico. Incluso en España se están dando casos de niños hospitalizados por desnutrición, algo que no ocurría desde la posguerra”, cuenta la psicóloga y escritora experta en trastornos alimentarios. Toda una paradoja que demuestra que, como mínimo, algo va mal en nuestra sociedad.
 
Y la situación es realmente grave: los trastornos alimentarios son la tercera causa de mortalidad ente los jóvenes (después de los accidentes de tráfico y las drogas) en el mundo desarrollado. “Además son la tercera enfermedad mental que provoca más muertes, por delante de la depresión”.
 
Un panorama posible gracias a una “manipulación total”, basada en estereotipos físicos irreales que fomentan la obsesión por una delgadez y juventud eternas y en una alimentación que dista mucho de ser sana, apunta la escritora.
 
El primer mito a romper: delgadez no es sinónimo de salud ni gordura de enfermedad. “Esos parámetros que servían antes ya no son válidos. Una talla 38 no es garante de buena salud; el peso es sólo un indicador”, señala la experta. “No es lo mismo ser gordo de jamón de pata negra que de bollería industrial”, ilustra, en referencia a los efectos para la salud de los distintos tipos de grasas.
 
El equilibrio, afirma, está “en el normopeso”, “el peso individual que tiene una determinación multicausal, como la estructura o altura y los antecedentes genéticos y, sobre todo, que es variable a lo largo del tiempo. No se puede pesar siempre lo mismo”, señala.
 
La mala alimentación se ha visto incentivada por un cambio global de hábitos, que ha restado tiempo para una mayor elaboración de las comidas y una conducta más sana. Pero también la falta de recursos ha hecho daño. “Hay estudios que constatan que comer sano es más caro y la obesidad en las sociedades desarrolladas está asociada a la pobreza”. Y la crisis ha agudizado la tendencia.
 
“Además comemos infinitamente peor que nuestros abuelos”. Y todo pese a que ellos pasaron hambre en la posguerra española. Gutiérrez asegura que las sociedades desarrolladas han perdido el placer de comer y, cuando lo hacen, aparece muchas veces la culpabilidad.
 
El trasfondo es toda una forma de vida, “una sociedad enferma víctima de una manipulación de las empresas, que promueven mensajes publicitarios incorrectos y poco éticos”, asegura Gutiérrez, que desenmascara en su libro las prácticas más cuestionables de las grandes firmas.
 
La autora no se muerde la lengua y se atreve a citar desde su dedicatoria a marcas de la industria alimentaria y cosmética internacional -”sin ellos este libro no habría sido posible”, dice irónica- y a realizar una minuciosa denuncia de vulneraciones a la ley y promesas sin base científica alguna que multiplican exponencialmente el precio de los productos tanto alimenticios como cosméticos.
 
Y es que en la industria cosmética también hay muchas trampas, asegura Gutiérrez. La primera y más típica: el engaño en el mensaje. La autora estudia la letra “diminuta” de muchos mensajes para plantear la tesis de que el consumidor entiende a menudo algo muy diferente al verdadero significado, que se ofrece camuflado y confuso.
 
Y en base a esa confusión, el consumidor está dispuesto a pagar cuatro veces más por el efecto de un producto que no está asegurado. “Hay cremas que cuestan 800 euros y que no hacen más que otras marcas más populares y asequibles”, asegura la autora. Lo segundo a tener claro: “No hay milagros en cosmética. El mejor milagro para la piel es alimentarse bien, beber la suficiente agua, utilizar una crema hidratante y descansar ocho horas diarias”, asegura.
 
¿Qué hacer para cuidarse de verdad en una realidad de falta de tiempo y muchas veces recursos? “Se necesita un cambio integral del sistema de valores. Es necesario un ejercicio de reflexión y priorización y tener en cuenta que una mala alimentación resta años de vida. Quizá hay que hacer algunas renuncias para cuidarnos un poquito”. Pero sobre todo, sin sufrir. “Hay mucha gente que hace deporte con la obsesión de cambiar su cuerpo y no en mejorar su salud”.
 
También es necesario que se abaraten los alimentos sanos y una regulación más estricta de las prácticas fraudulentas, cuyas multas por incumplimiento son irrisorias, asegura la autora. ¿Y para el consumidor de a pie? No creer en los milagros, mirar con lupa la letra pequeña y sobre todo: “Alimentarse normal para estar sanos en lugar de tomar productos para estar más guapos.
Bífidus, sirtuínas, fitoestenoles, absorción celular, nanoesferas…, palabras mágicas con las que nos bombardean desde los anuncios y los estantes del supermercado. Todo el mundo quiere que nos cuidemos, todos los productos parece que nos ayudan a ello. Sin embargo, a pesar de este aparente conocimiento sobre alimentación y nutrición y del acceso fácil, que no barato, a todos estos compuestos, las principales causas de enfermedad y muerte en nuestra sociedad tienen que ver con lo que comemos y cómo lo hacemos: hipertensión, bulimia, diabetes, colesterol, anorexia y obesidad. Con tantas voces a nuestro alrededor “investigando” para crear alimentos “saludables y funcionales” y cremas que nos hagan parecer eternamente jóvenes, ¿cómo es posible que estas enfermedades se hayan multiplicado hasta extremos epidémicos en las últimas décadas? ¿Estamos haciendo algo mal o estamos siendo engañados por esas mismas empresas que tanto dicen preocuparse por nuestra salud y la de nuestros hijos?
 
El nuevo libro de Ana Isabel Gutiérrez Salegui, que acaba de ver la luz bajo el elocuente título de Consume y calla, pretende desenmascarar a una industria que, además de lucrarse con ello hasta extremos insospechados, es directamente responsable de “las enfermedades de la sociedad occidental“.
 
A través de un minucioso trabajo de análisis del mundo de la publicidad sobre alimentación y cosmética, se intentan desvelar y explicar los trucos a los que recurre la mercadotecnia alimentaria, las verdades a medias, las mentiras completas, las manipulaciones de los resultados de las investigaciones, los vacíos legales que lo permiten, y hacer conscientes a los consumidores de las trampas que tiende la industria y que tan nefastas consecuencias tienen sobre la salud y el bolsillo.
 
Sólo la información combate la manipulación, sólo la educación puede combatir el engaño. Este libro busca ambas cosas, informar y educar.
 
El contenido de esta nueva publicación de la psicóloga y docente Ana Isabel Gutiérrez Salegui es el siguiente:
 
1. Introducción
2. El cambio de una sociedad a través de sus estereotipos
3. Diccionario básico para detectar engaños
4. ¿Qué dice la Ley al respecto?
5. De paseo por el súper
6. La salud y la belleza en la publicidad
7. Picaresca y publicidad cosmética, ¿viejas amigas? Del bálsamo de Fierabrás a las nanoesferas
8. Manual del publiescéptico
9. Ranking de los mejores asteriscos
10. Quién es quién
11. Fuentes y recursos utilizados
 
La obra está publicada por el sello Foca, del grupo editorial Akal, donde también han tenido cabida polémicos títulos muy vendidos, tan diversos entre sí como El precio de la libertad, de Jesús Cacho, Adios, Princesa, de David Rocasolano, Traficantes de información, de Pascual Serrano, 11-S, las verdades ocultas, de Eric Raynaud, Una monarquía protegida por la censura, de Iñaki Anasagasti, o Catarsis, de Javier Benegas y Juan M. Blanco.

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