LA SOCIEDAD COMPLICE DE LOS AGRESORES


Apenas hemos comenzado el año 2016 y ya el número de mujeres muertas ,”presuntamente” a manos de sus parejas o ex-pareja asciende a tres. Especifico: Escribo “presuntamente” dado que no hay aún sentencia de los casos.

Aunque las dudas puedan ser pocas, queda el escollo de la dificultad probatoria y el caracter garantista de nuestra justicia, ese concepto a veces tan dificil de entender del “in dubio pro reo”. Con quien no tenemos dudas es con las victimas, han sido asesinadas y para ellas ya no habrá garantismo, reinserción ni segundas oportunidades.

A pesar de las campañas realizadas desde que el sistema “abrió los ojos”, con la muerte de Ana Orantes, la cifra de mujeres maltratadas y asesinadas no disminuye, porque “la información no cambia la conducta”. Ni la de los agresores, ni la de esa sociedad que rehuye implicarse escondida mientras mira tras los visillos. 

Una parte importante de la labor de sensibilización y de implicación de la sociedad en la lucha contra la violencia doméstica (englobando aquí los malos tratos a mujeres, niños y ancianos) es romper la idea de que “los trapos sucios se lavan en casa” o que los que “ocurre dentro de un hogar a los demás no les concierne”. El concepto de hogar como espacio privado debe mantenerse, pero si nos consta que se está cometiendo un delito, debe ser motivo suficiente para denunciar.
En un caso de malos tratos es improbable que familiares, vecinos o amigos no sospechen nada, al igual que en el caso del asesinato de  Kitty Genovese, en el que a posteriori se constató que 35 personas escucharon los gritos de socorro, pero nadie llamó a la policía. Este hecho dio lugar a posteriores estudios sobre conducta altruista y conducta prosocial. Tras estas investigaciones se postuló el “efecto espectador” (J.M Darley y B. Latane 1968)
Una de las explicaciones de este fenómeno es que, cuando se sabe que más gente es consciente de lo que está ocurriendo, los observadores asumen que otro intervendrá y el resultado es que al final todos se abstienen de hacerlo. El grupo hace que se difumine la responsabilidad. Además, dado que los demás están haciendo exactamente lo mismo, la gente concluye de las reacciones de los demás que la ayuda es innecesaria y que están haciendo lo correcto.
En el caso de que no hacer nada nos provoque malestar psicológico vendrán en nuestra ayuda los mitos sobre la violencia que disminuirán notablemente la Disonancia Cognitiva (Festinger 1957) En otras palabras, si nos sentimos mal por no hacer nada, podemos autojustificarnos recurriendo a algunas ideas muy extendidas sobre la violencia en la pareja, que acabarán por convencernos de que estamos haciendo lo correcto “ son cosas íntimas” “ si no le pega no es tan grave” “ a saber que habrá hecho ella”, “ a algunas mujeres les gusta”,” si no denuncia ella no lo voy a hacer yo”.
Es fundamental introducir en la sociedad la idea de que quien no denuncia es cómplice de los agresores ya que está colaborando, con su silencio, a que se mantenga la situación. 
*. Otra de sus denominaciones es “Efecto Genovese”.