Cinco enseñanzas del ‘caso Rubiales’ en el ámbito laboral

«Un jefe no puede tener comportamientos sexistas o de contenido sexual no consentidos con una empleada, ni siquiera requerirlos».
Por Carlos Javier Galán, jurista, profesor y colaborador de jupsin.com
Cinco enseñanzas del ‘caso Rubiales’ en el ámbito laboral. Exposición directa, clara y contundente del jurista y profesor Carlos Javier Galán, sobre aspectos que pueden ser extrapolables al ámbito laboral del beso del presidente de la RFEF a la futbolista Jenni Hermoso.

El suceso tuvo lugar durante la entrega del trofeo del Campeonato del Mundo de Fútbol Femenino a las jugadoras de la selección española, que fue retransmitido en directo a todo el mundo.

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urante las últimas semanas, ha sido objeto de debate público el comportamiento de Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol, quien sujetó con ambas manos la cabeza de una de las jugadoras de la selección nacional de fútbol femenino, Jennifer Hermoso, y le propinó un beso en los labios en la celebración que siguió a la final del Campeonato del Mundo de Fútbol.

No es pretensión en este artículo, en modo alguno, valorar tales hechos desde la óptica penal ni desde la administrativa vinculada a la regulación deportiva, respetando, como no puede ser de otra forma, lo que resuelvan los órganos competentes en cada caso.

El objeto de este artículo jurídico y divulgativo es extraer, a partir de un suceso de tanta notoriedad y conocimiento público, algunas enseñanzas que puedan ser aplicables con carácter general en el ámbito laboral.

Tratamiento de la violencia, el acoso o el sexismo en el trabajo
Se trata, especialmente, de desmentir o de analizar críticamente determinados enfoques que se están produciendo respecto a estos hechos en los medios y la opinión pública y que, de trasladarse también por analogía al plano de las relaciones laborales, podrían producir una indeseable y preocupante distorsión en el tratamiento de conductas de violencia, de acoso o de sexismo en el trabajo.

Son muchas las conclusiones que podemos extraer de este caso para su aplicación al mundo del trabajo, pero nos centramos en cinco concretas en las que, desde mi criterio, se está produciendo un análisis inadecuado.

En esta exposición, directa, clara y contundente, el jurista y profesor de Derecho Laboral Carlos Javier Galán aborda aspectos que pueden ser extrapolables al ámbito laboral del beso del presidente de la RFEF a la futbolista Jenni Hermoso. – Fotos: Jesús Umbría.
(1) En el ámbito laboral, el consentimiento no lo es todo
El presidente de la Federación Española de Fútbol afirmó públicamente en su discurso que le propuso a la jugadora Jennifer Hermoso darse «un pico» y que ella aceptó.

La jugadora calificó en un comunicado esas palabras como «categóricamente falsas» y «parte de la cultura manipuladora» generada por Rubiales.

Pero, de haber mediado consentimiento, ¿el acto sería admisible? La respuesta claramente es NO.

Comportamientos inadecuados per se
En circunstancias ordinarias, en el ámbito privado y en relaciones simétricas entre adultos, es nuclear esa existencia de consentimiento, expreso o tácito. Ya lo era, por cierto, antes de las últimas reformas legislativas de los delitos contra la libertad sexual.

Pero no es así en otros ámbitos concretos de relaciones donde, por producirse una situación de vulnerabilidad de una parte y de capacidad de influencia de la otra, o de jerarquía, o de subordinación, o de dependencia, o situaciones análogas de desequilibrio, determinados comportamientos se suelen considerar inadecuados per se.

En estos casos, la concurrencia de consentimiento podría excluir el tratamiento penal, pero no impide que sean conductas inaceptables -y, a menudo, punibles- desde otras perspectivas.

Así, a título de mero ejemplo de algunas relaciones asimétricas, desde la primitiva fórmula del juramento hipocrático hasta muchos modernos códigos deontológicos se considera inapropiada una relación afectiva, erótica, sexual, etc., entre médicos/as y sus pacientes. También los códigos de conducta de no pocos centros educativos prohíben estas relaciones entre alumnos/as -aun cuando sean mayores de edad- y sus profesores/as.

Consentimiento viciado, limitado o fuertemente condicionado
Se entiende que el consentimiento puede estar viciado, limitado o fuertemente condicionado por esa relación desigual.

Pero, por otro lado, aunque no fuera así en un caso concreto, se excluyen este tipo de relaciones con carácter preventivo, para evitar situaciones que enturbian, por seguir con los mismos ejemplos, la correcta alianza terapéutica y de confianza médico/a-paciente, la relación académica y de aprendizaje profesor/a-alumno/a, etc.

En estos contextos y en otros similares, la mera solicitud de consentimiento ya es, por sí sola, descabellada.

En cualquier parte del mundo se pudo ver el beso de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso, porque la ceremonia de trofeos del Mundial se retransmitía en directo.
Situación de Jenni Hermoso
En el momento en que se produce el hecho, Jenni Hermoso, por cesión del club para el que presta servicios, está cumpliendo sus obligaciones con la selección española, cuyo máximo dirigente es precisamente el Presidente de la RFEF.

La jugadora está, además, en un acto protocolario oficial, como es la recogida de la medalla que le acredita como campeona del mundo.

Sería totalmente reprobable -en caso de haberse producido así- que un presidente de la Federación, en ese contexto profesional, le preguntara a una jugadora de la selección española si le puede dar un beso en la boca.

Como lo sería -continuando con los supuestos anteriores- que, en una atención sanitaria, un médico le preguntara a su paciente si le puede acariciar los pechos en la consulta; o que una alumna fuese consultada por el mismo profesor que tiene que aprobarla o suspenderla sobre si consiente voluntariamente que «le meta mano» en clase.

«Parte débil» en la relación jurídico-laboral
En los entornos de trabajo, es evidente que nos encontraríamos también ante una relación desequilibrada. La persona trabajadora depende de su empleo para percibir su salario, que constituye su sustento personal y familiar.

Por eso, al existir una «parte débil» en la relación jurídico-laboral, la ley establece incluso que existen derechos indisponibles, a los que la persona trabajadora no puede renunciar (por ejemplo, no puede admitir ni siquiera voluntariamente cobrar menos del salario mínimo, no puede aceptar el realizar mayor jornada de la permitida, etc.).

En ese contexto, por supuesto que es también inadmisible que un superior le pregunte a su subordinada en el trabajo si le puede tocar el culo, por ejemplo.

Consentimiento y cánones de conducta exigibles
Por tanto, el consentimiento, que es básico en relaciones equilibradas y en el ámbito privado, y que está considerado esencial cuando se trata de enjuiciar si concurre un tipo penal, no agota los cánones de conducta exigibles en otros contextos específicos.

Uno de ellos, en mi opinión, es el que concurría entre el Presidente de la RFEF y las jugadoras de la selección en la celebración posterior a la final.

Pero, a los efectos del objetivo de este artículo, esta conclusión puede trasladarse, desde luego, al ámbito de las relaciones laborales, donde un jefe no sólo no puede tener comportamientos sexistas o de contenido sexual no consentidos con una empleada, sino que tampoco debe siquiera requerirlos.

Esperemos, pues, que, al amparo del inadecuado tratamiento que está teniendo el caso Rubiales, ningún responsable empresarial considere que está legitimado para solicitar a sus trabajadoras la aceptación de gestos eróticos o comportamientos similares por su parte, en el contexto de subordinación y dependencia propio de la relación laboral.

Rubiales afirmó que le propuso a la jugadora Jennifer Hermoso darse «un pico» y que ella aceptó. La jugadora calificó esas palabras como «categóricamente falsas» y «parte de la cultura manipuladora» de Rubiales.
(2) La víctima no queda vinculada indefinidamente por su reacción inmediata
Hay ocasiones en que la persona que sufre un comportamiento inadecuado de este tipo en sentido amplio -comprendiendo violencia, acoso, agresión sexual, conducta sexista, etc.-, reacciona desde el mismo instante con incomodidad o con explicito rechazo. Pero no siempre es así y, lo más importante, no tiene por qué serlo.

Se está sometiendo a Jenni Hermoso a un escrutinio de cada gesto y cada palabra, como si esa reacción en el mismo momento fuese la natural y la exigible, lo cual constituye un planteamiento sumamente erróneo, que revela un marcado desconocimiento sobre el comportamiento humano y sobre el tratamiento de estas materias.

Como ha señalado en declaraciones a El Español el psicólogo forense Edgar Artacho, «pretender que haya una única reacción de las víctimas ya de por sí es complicado, por no decir imposible, desde la evidencia científica que tenemos ahora».

Reacciones muy variadas de las víctimas
Las víctimas reaccionan de las formas más variadas. Ciertamente, algunas con desagrado u oposición en el acto, pero otras muchas se bloquean, algunas se ven inmersas en una situación de total incredulidad, y otras se muestran complemente desconcertadas. Las hay que se comportan evidenciando una negación de los hechos y defensivamente actúan como si nada hubiera pasado, hasta que lo reflexionan y lo «digieren», e incluso hay víctimas que se autoculpabilizan de los hechos.

La Nota Técnica de Prevención nº 507 del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, al referirse al acoso sexual, explica: «Las estrategias cognitivas y emocionales del acosado en relación con el evento van desde la simple tolerancia al acoso, al negar que esté ocurriendo o que tenga consecuencias, la reinterpretación de los acontecimientos como benignos, tratar de olvidarlos y, raramente, culparse a uno mismo».

Las maneras en que cualquiera de nosotros podemos reaccionar en el momento, e incluso los procesos de afrontamiento posterior si sufrimos una conducta de esta índole, son de una enorme diversidad. Hay que estar en el instante y en la situación, en la piel de la persona afectada, para saber cómo actuaríamos cada cual en esos segundos o incluso en las horas o días posteriores.

Normalización de la violencia, las agresiones, los abusos…
La violencia, las agresiones, los abusos, los comportamientos inapropiados, las conductas sexistas, lo son «independientemente de que se tome conciencia», según la psicóloga forense Laura Redondo, porque «socialmente se normalizan estas conductas y las víctimas no se identifican».

A menudo en esas situaciones se produce una disonancia derivada de que la persona que está agrediendo tu cuerpo y tu voluntad es alguien a quien no consideras un enemigo y frente al que no tienes ninguna alerta, sino justamente una persona que, por el contrario, percibes que «está de tu lado» o crees que ha de respetarte y protegerte.

La imagen mental arquetípica de la mayoría de las personas es la autoría de un desconocido y, sin embargo, eso sólo representa el 20% de las agresiones y abusos sexuales (según informe del Instituto de Ciencias Forenses y de Seguridad de la Universidad Autónoma de Madrid publicado por el Ministerio del Interior), puesto que en el 80% de los casos se trata de personas conocidas por la víctima.

Jennifer Hermoso: «Me sentí vulnerable y víctima de una agresión»

De esa forma se produce un «choque” mental en el sujeto ante situaciones en las que el comportamiento proviene de:

Alguien que se supone que te quiere (violencia de género),
O de alguien ante el que has abierto tu intimidad y a veces desnudado tu cuerpo porque va a proteger tu salud (abusos por parte de personal sanitario)
Que te orienta espiritualmente (abusos de sacerdotes y otras figuras religiosas)
Que está encargado de atenderte, ayudarte y cuidarte (maltrato a mayores o a personas con discapacidad por sus cuidadores)
O que tiene responsabilidad precisamente sobre ti (actos de un superior jerárquico en cualquier ámbito).
Esas situaciones son terreno abonado para el bloqueo, la perplejidad, o los comportamientos de negación, minimización, intentos de olvido o superación, deseos de que no hubiera existido, etc.:

«No puede haberme pasado esto»
«No hay ninguna mala intención en la otra persona y lo tengo que tolerar aunque yo no lo hubiera pedido»
«No tiene importancia lo que ha pasado»

La estrella del Munidal de Fútbol Femenino – Viñeta de Idígoras y Pachi en conSdeport.com.
Un gesto dominante y caprichoso que cambia tu vida
En el mediático caso Rubiales, las jugadoras de la selección española acaban de conseguir una hazaña deportiva sin precedentes y proclamarse campeonas del mundo.

Están viviendo el mejor momento de su vida deportiva y, seguramente, uno de los mejores de su vida personal.

Es un momento de euforia, de elevado arousal (nivel de excitación cortical), como señala la psicóloga forense Ana Isabel Gutiérrez Salegui, en el que todo lo que se espera es positivo: celebración, alegría, reconocimiento, bromas, etc.

En esa situación se produce de pronto un hecho inesperado. Ante el mismo, es muy complicado cambiar «el chip» tan rápido y darse cuenta de que eso lo cambia todo.

Se me antoja muy difícil pasar, instantáneamente, de esa sensación de gozo inmenso por la culminación de tantos esfuerzos deportivos a ser consciente de que el gesto dominante y caprichoso de un mandatario federativo va a cambiar tu vida.

Temor de la víctima a no ser creída
En otras ocasiones, la víctima no quiere asumir la situación precisamente por lo que supondría para ella: aceptar que ha existido un comportamiento que no deseaba sobre su cuerpo y actuar frente a ello implica, cuando menos, someterse a una notable incomodidad.

Y, en el peor de los casos, a un auténtico calvario, donde buena parte de la sociedad pasa, paradójicamente y tristemente, a juzgar a la víctima, como estamos comprobando.

En la mayor parte de casos, ésta sabe que existe una extremada dificultad probatoria de los hechos: el 36,5 % de las víctimas de delitos contra la libertad sexual que no denunciaron alude como causa al «temor de no ser creída».

Pero incluso en supuestos como el que nos ocupa, en que los hechos se producen a la vista de todos, la vida de Jenni Hermoso, cada una de sus palabras, su comportamiento previo y posterior, han pasado a ser objeto de análisis colectivo, casi más que el comportamiento de Rubiales.

Bromear sobre el suceso no resta gravedad a lo vivido ni implica consentimiento
«Asumir una vivencia negativa genera mucho desgaste emocional y psicológico» y «quitar hierro al asunto, restarle importancia, hacer bromas» no resta gravedad a lo vivido ni implica consentimiento, ha asegurado en redes sociales Laura Redondo.

Muchas veces, cuando a una mujer le tocan el culo -o situaciones análogas- en la calle, en el transporte público, en un establecimiento de hostelería, etc., opta sencillamente por no hacer nada.

Siente que no le merece la pena reaccionar ante ese comportamiento y que, a efectos prácticos, gana más dejándolo pasar. Pero, lo que es peor, esta conducta de no denunciar se reproduce a veces ante agresiones más graves, lo que consagra la impunidad de sujetos que seguirán cometiendo los mismos hechos con otras víctimas.

En este caso al que nos referimos, en los momentos posteriores la jugadora continua con la celebración de su enorme éxito deportivo. Ana Isabel Gutiérrez Salegui advierte de que no puede obviarse «la fatiga del momento relacionada con el esfuerzo físico y con la tensión psíquica por el significado del partido».

De esta forma, «el estrés provoca una liberación de altos niveles de cortisol y endorfinas que actúan sobre los centros cerebrales relacionados con la atención y la memoria. Tras ganar el partido, aparece una mezcla de emociones relacionadas con alivio, incredulidad, euforia… que contribuyen a interferir en las capacidades cognitivas».

La atención, en estos casos, se fija «en los hechos centrales», como era para ella en ese momento el ganar el mundial de fútbol, «y disminuye en los periféricos, provocando una peor codificación de los mismos».

Ana Isabel Gutiérrez Salegui, psicóloga forense – Foto: Jesús Umbría.
Apartas el hecho, lo minimizas y sigues la conducta del grupo
Su entorno -que también está inmerso en ese momento de alegría por el título conseguido- inicialmente le hace bromas al respecto, lo que alimenta esa visión de restar importancia.

Como señala Gutiérrez Salegui, la celebración colectiva y el hecho de que a su alrededor nadie otorgue relevancia al suceso puede reforzar esa actitud: «Apartas mentalmente el hecho, lo minimizas y te dejas arrastrar por la conducta de los demás».

Ella lee reacciones jocosas también en redes sociales y las comenta con sus compañeras. En una intervención radiofónica, el entrevistador también le quita relevancia y lo lleva al terreno de lo anecdótico frente a lo esencial -la consecución de un mundial-, y ella asiente ante esa perspectiva de una página que parece que va a pasar rápido.

A pesar de todo esto, en aquellos primeros videos, espontáneos, confusos, etc., e incluso en esa inmediata entrevista radiofónica ya sobresalen, a mi juicio, tres expresiones sumamente elocuentes: «No me lo esperaba», «no me ha gustado» y «¿pero qué hago yo?».

Rubiales se presenta como víctima
Pronto comenzó la reacción social y empezaron a escucharse las primeras voces de quienes no consideramos que el comportamiento de Rubiales fuera, ni mucho menos, anecdótico, sino objetivamente grave, incluso sin conocer todas las circunstancias.

También, pasados los días, la jugadora va procesando lo sucedido y tomando conciencia, así como conociendo la actitud del presidente de la RFEF, que ha sido la típica del victimario que se presenta públicamente a sí mismo como víctima.

Según fuentes presentes en el avión de regreso -como recogió Natalia Torrente en Relevo.com- el presidente presionó a Jenni Hermoso para que saliera con él en una declaración pública diciendo que el acto fue mutuamente consentido, con el objetivo de salvarle el cargo.

El seleccionador nacional, Jorge Vilda, hace luego lo mismo con el entorno familiar de la jugadora. La futbolista se niega a ello. A pesar de todo, el departamento de comunicación de la RFEF saca un comunicado en el que atribuye falsamente unas declaraciones exculpatorias a la deportista.

Acto impulsivo, machista fuera de lugar y sin consentimiento
Por fin, cuando en su discurso en la asamblea extraordinaria de la RFEF Rubiales asegura públicamente que «el pico» fue expresamente autorizado por la jugadora, ésta decide sacar un comunicado, enormemente ilustrativo respecto a la evolución de su actitud:

«La situación me provocó un shock por el contexto de celebración, y con el paso del tiempo y tras profundizar un poco más en esas primeras sensaciones, siento la necesidad de denunciar ese hecho ya que considero que ninguna persona, en ningún ámbito laboral, deportivo o social debe ser víctima de este tipo de comportamientos no consentidos».

Considera Jenni Hermoso que sufrió «un acto impulsivo, machista, fuera de lugar y sin ningún tipo de consentimiento por mi parte”.

Afirma que en los primeros momentos «en mi cabeza solo tenía la idea de disfrutar del hito histórico alcanzado junto con mis compañeras de equipo». Sin embargo, a pesar de esa decisión, estuvo «bajo una continua presión para salir al paso con alguna declaración que pudiera justificar el acto del Sr. Luis Rubiales».

Afirma que le trasladó «a la RFEF y a sus distintos interlocutores, así como a medios y gente de mi confianza que no haría ningún tipo de declaración individual o conjunta sobre este asunto, ya que entendía que, de hacerlo, quitaría aún más protagonismo a un momento tan especial para mis compañeras y para mí».

Tras el discurso de Rubiales es cuando se ve en la necesidad de romper ese silencio y emitir la nota de desmentido y rechazo, que expresa su parecer, pero en la que subraya el respaldo recibido para hacerlo: «Son todas las jugadoras de España y del mundo las que me han dado la fuerza para salir con este comunicado».

Cauces de denuncia efectivos, conocidos y accesibles
En el plano laboral, esta regla es también básica para establecer mecanismos de prevención y actuación adecuados, especialmente cuando se trata de actuaciones de un superior jerárquico.

El tipo de reacción o la falta de reacción inicial que pueda tener una persona trabajadora ante un comportamiento que no espera por parte de su superior, el que no manifieste incomodidad en el mismo momento, el que incluso verbalice el restarle importancia, el que muestre desconcierto o confusión, el que tenga miedo a denunciar, o cualesquiera otras diversas actitudes que puedan producirse, no le impiden posteriormente reflexionar, procesar mental y anímicamente los hechos y tomar las decisiones que considere oportunas en su defensa.

En prevención de riesgos psicosociales en el trabajo es fundamental que los cauces de denuncia sean efectivos, conocidos y accesibles, precisamente porque es sabida la dificultad de tomar una decisión de este tipo ante un superior.

«Que la víctima no quede -al menos aparentemente- traumatizada por el «beso» no le obliga a tener que aceptar algo que no era deseado o no era apropiado», explica el jurista y profesor Carlos Javier Galan.
(3) Hay actos reprobables con independencia de los efectos sobre la víctima
Hay robos que pueden dejarte en la ruina y pequeños hurtos que no tienen mucha trascendencia económica para ti, pero eso no significa que los segundos tengas que tolerarlos.

Del mismo modo, hay todo un abanico de situaciones en cuanto a sus efectos, desde agresiones sexuales violentas que dejan traumatizada a la víctima de por vida hasta un tocamiento ocasional en el metro aprovechando la multitud que produce un malestar puntual.

Pero todos ellos son rechazables, aunque sean distintas las consecuencias punitivas o indemnizatorias.

Beso querido vs beso impuesto y no deseado
En estos días he leído a muchas personas ironizar sobre lo «traumatizada» que se mostraba Jenni Hermoso en los momentos posteriores a recibir el beso, a partir de un video convenientemente editado.

Aparte de la distinción que ya hemos hecho sobre los efectos inmediatos o aparentes y los que luego permanecen, tampoco es exigible que un comportamiento provoque consecuencias traumáticas para que, si se produce contra la voluntad de la víctima o en contextos inadecuados, sea reproblable.

Rubiales alude a lo que hizo reiteradamente como «un pico» para restarle importancia. Otra gente dice repetidamente de «sólo fue un beso», con la misma intención de banalizarlo.

No hay que explicar la diferencia entre un beso querido, deseado, como gesto de cariño o de atracción entre dos personas y un beso unilateral impuesto o no deseado. Ya hemos dicho, además, que en un contexto en el que alguien puede aprovechar una situación de superioridad incluso el consentido puede resultar también inadmisible.

En cualquier caso, que la víctima no quede -al menos aparentemente- traumatizada por el «beso» no le obliga a tener que aceptar algo que no era deseado o no era apropiado.

Reconduciéndolo al ámbito laboral, hay víctimas de violencia o acoso en el trabajo que sufren fuertes consecuencias psíquicas. Pero, aunque no fuera así y el suceso no les afectase de forma importante, no tendrían por qué tolerar aquello que vulnere sus derechos laborales o constituya un incumplimiento empresarial.

Los daños psíquicos o morales tienen proyección sobre las consecuencias resarcitorias, pero su pretendida inexistencia no convalidaría nunca un acto ilícito.

Mujer y Deporte, la lucha por la igualdad – Serie de viñetas de Idígoras y Pachi en jupsin.com.
(4) Las celebraciones tampoco legitiman comportamientos inapropiados
Hay quien ha disculpado la conducta de Luis Rubiales -tanto el tocamiento público de genitales en el palco como el comportamiento con Jenni Hermoso- por el momento de euforia que estaba viviendo.

Incluso el propio departamento de comunicación federativo, difundiendo unas fotografías, quiso hacer creer que la propia jugadora había abrazado y levantado al presidente del suelo, como si ese dato -en caso de ser cierto- le permitiera a éste darle un beso en la boca.

El planteamiento aberrante de la «provocación» de la víctima
La argumentación nos retrotraía a planteamientos tan aberrantes como lo eran los que justificaban las agresiones sexuales a partir de la «provocación» de la víctima.

Al igual que no es un elemento exculpatorio en el caso Rubiales, tampoco en el plano laboral los contextos de celebraciones disculpan comportamientos inadecuados.

Incluso algunas evaluaciones de riesgos psicosociales o protocolos contemplan específicamente tales situaciones precisamente para su adecuada prevención.

Celebraciones que no son momentos de prestación laboral pero que están vinculadas al trabajo, como comidas o cenas de navidad, despedidas de compañeros/as, etc., no permiten tampoco que un superior se pueda exceder con una subordinada.

Igualmente, festejar un ascenso, un incremento salarial, el cumplimiento de unos objetivos empresariales, etc., no justifica relajar las exigencias frente a la dignidad, la integridad moral y la igualdad de las personas trabajadoras.

(5) No basta con que existan protocolos: tienen que cumplirse
En la Real Federación Española de Fútbol existe sobre el papel una evaluación de riesgos y cuenta con protocolos frente a todo tipo de acoso moral, sexual, etc.

En la práctica, ante una conducta como ésta, lo que ha trascendido es que el aparato de la entidad ha cerrado filas con su presidente sin el menor reproche a su comportamiento.

Simultáneamente, en los comunicados ha descalificado públicamente a la jugadora federada, a la que también tenía obligación de escuchar y proteger, sin que conste una activación mínimamente rigurosa -más allá de cubrir el expediente- de ningún mecanismo reactivo y sin cuestionar o reevaluar los mecanismos preventivos, al menos que sepamos.

Y esto teniendo en cuenta antecedentes de denuncias pasadas que tampoco fueron tenidas en cuenta.

Normativa de Prevención Riesgos Laborales
Desde hace años, nuestra normativa de riesgos laborales -incluidos los de índole psicosocial- exige no sólo la existencia formal de evaluaciones y planes, sino que la prevención «deberá integrarse en el sistema de gestión de la empresa, tanto en el conjunto de sus actividades como en todos los niveles jerárquicos de ésta».

Como señala Estela Martín, presidenta de la Sección de Igualdad del Colegio de la Abogacía de Madrid, «los protocolos o planes de acoso no se pueden quedar en un mero documento o trámite. Es fundamental verificar y garantizar su cumplimiento y asegurarse de contar con los mecanismos garantistas y de protección para actuar cuando sea necesario y, en caso de producirse cualquier vulneración, actuar en consecuencia».

Y ello porque «desde las instituciones, el liderazgo en valores, la responsabilidad y la ejemplaridad en un tema tan sensible y de tanto impacto para la sociedad, deben ser absolutamente exquisitos e intachables y el compromiso frente a cualquier tipo de acoso férreo, explícito y claro».

En la sentencia de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Canarias de 22 de marzo de 2021, de la que fue ponente la magistrada Glòria Poyatos, se subraya que «el protocolo de gestión del acoso como riesgo psicosocial no genera solo una obligación aplicativa, sino también un deber de diligencia de gestión del mismo, evitando todo entendimiento puramente formal o protocolario«.

Y ello porque la Ley de Prevención de Riesgos Laborales «reclama una aplicación de las obligaciones preventivas que vayan más allá de acciones puramente formales (…), ante la tentación de incurrir en una pura prevención de papel«.

FUENTE:https://jupsin.com/jupsin/cinco-ensenanzas-del-caso-rubiales-en-el-ambito-laboral/